Cuando millones de indocumentados miran acercarse y crecer sin recato la sombra siniestra de la intolerancia y el odio en Estados Unidos, en el Día Internacional del Migrante los de origen mexicano recibieron desde Palacio Nacional el inapreciable obsequio de un bálsamo espiritual contra el dolor profundo del acoso, la expulsión y la separación de las familias si Donald Trump cumple su amenaza de “llevar a cabo la operación de deportación interna más grande en la historia estadounidense”.
Claudia Sheinbaum el jueves, antes de cederle el micrófono al director general del Infonavit, Octavio Romero, quien explicaría las bondades de la ley de ese instituto promovida por el Ejecutivo y aprobada sin demora en las Cámaras de Diputados y Senadores, prometió para después “una hermosísima sorpresa (para) todos nuestros hermanos, hermanas, paisanos, paisanas, mexicanos, mexicanas, que están del otro lado de la frontera. Les tenemos un regalo el día de hoy, un hermosísimo regalo, ya van a ver cuál es”.
Como tantos a otros en México y el extranjero, la curiosidad detuvo al cartujo frente a la pantalla no solo durante los cuarenta y cinco minutos de la minuciosa, clara y amena exposición del agrónomo Romero, reconocido por su impecable gestión en Pemex, la petrolera más endeudada del mundo, sino hasta el final de La mañanera del pueblo.
Luego se hizo un enlace desde el Paso, Texas, con el canciller Juan Ramón de la Fuente, encargado de fortalecer la red consular para proteger los derechos de nuestros paisanos en EU, donde desean quedarse.
La revelación no llegaba y los nervios iban en aumento. Pero justo entonces, sonriente, la mandataria develó el misterio: el regalo prometido era el “Himno Migrante” interpretado por el grupo Legado de Grandeza. En su última estrofa dice: “Y cambiamos de lugar no de bandera/ Verde, blanco y rojo lo llevo en mis venas/ Como un águila volamos sin fronteras/ Rompemos la malla que separa tierras/ Y nacimos con legado de grandeza”. Ni la “Canción mixteca” ni “México lindo y querido” calan tan hondo en el alma. Gracias, Presidenta.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones y les desea feliz Navidad. El Señor esté con ustedes. Amén.