Preocupados por el triunfo de Donald Trump en la elección presidencial de 2016, un hombre “sin experiencia” en la función pública, desapegado a los “derechos constitucionales” y con “tendencias autoritarias”, los prestigiados académicos Daniel Ziblatt y Steven Levitsky publicaron su exitoso libro “Cómo mueren las democracias” (2018).
“¿Está la democracia estadounidense en peligro?”. Preguntan los politólogos de Harvard, el presenciar el ascenso de un “demagogo extremista”, que ganó la presidencia a pesar de obtener menos votos populares (62’984,828) que la demócrata Hillary Clinton (65,853,514).
Los autores afirman en este libro, que los republicanos deben expulsar “a los extremistas de sus filas y romper enérgicamente con la orientación autoritaria y nacionalista blanca de la administración de Trump” (p.260), anticipando el gran desafío que tiene el país: construir una democracia “multirracial”.
Seguramente Ziblatt y Levitsky se quedaron tranquilos en noviembre de 2020, al fracasar la reelección de Trump quien, a pesar de la derrota, incrementó su voto popular a 74’223,975, un aumento de 17.84% respecto al 2016.
Pero no por mucho tiempo: los hechos violentos sucedidos en enero de 2021, previó a la toma de protesta de Joe Biden, “una insurrección violenta incitada por el presidente de su propio país” (p.14), motivó otro libro de los politólogos: “La dictadura de la minoría. Cómo revertir la deriva autoritaria y forjar una democracia para todos” (2024).
Si el primer libro fue escrito en las “andanzas” iniciales del presidente Trump (2017-2018), esta segunda obra que recién acabo de leer, se redactó meses antes de la elección presidencial de 2024.
“Con Trump fuera de la Casa Blanca (por el momento), es tentador concluir o incluso esperar que podemos descansar en paz; que nuestra democracia ha recuperado el equilibrio”, escriben Ziblatt y Levitsky (p.277) con optimismo mesurado, pues advierten que “prosiguen” los factores del reciente retroceso democrático (presidencia 2016-2020).
Tan presentes y arraigados, como lo reflejaron los 77.3 millones de votos que regresaron a Trump a la presidencia del país más poderoso del planeta, esta vez con expertise de gobierno y radicalizado su populismo de derecha.