Como anillo al dedo

  • Torre Azul
  • Marcelo Torres Cofiño

Laguna /

El dato es, por sí mismo, alarmante: prácticamente un tercio de los hogares en México sufrían por carencia alimentaria, de acuerdo con el Censo 2020 del Inegi. 

Pero lo es más cuando se cae en cuenta de que esa cifra se obtuvo antes de la pandemia.

Lo anterior quiere decir que, tras la estrepitosa caída del 8.5% del PIB durante el año pasado y los casi 3 millones de empleos perdidos en lo que va de la crisis sanitaria, la cantidad de familias con pobreza alimentaria se debe haber elevado en una proporción que, aunque desconocemos con precisión, debe ser alta.

Sin duda, el Estado mexicano - y no sólo su gobierno- tiene allí un desafío enorme que todos entendemos que no es nuevo. Incluso, casi podemos decir que se trata de “el problema de siempre”. 

Pero cuidado: hay que tener claro que los programas sociales son tan solo un paliativo que no resuelve las causas de fondo que ocasionan la pobreza. 

Allí nuestra principal diferencia con el presidente y con la 4T.

Miente el mandatario cada vez que afirma que su principal propósito es terminar con la pobreza, porque lo que los hechos demuestran es que él sólo busca conservar el poder; de lo contrario buscaría la manera de atacar el problema de raíz, propiciando la creación de empleos bien remunerados. 

Pero, hace todo lo posible para que eso no suceda.

No sólo fue la falta de apoyos fiscales y financieros para evitar el quiebre de miles de empresas. 

Se trata de todas las decisiones que han generado un clima de elevada incertidumbre que llevan a los inversionistas a cancelar sus proyectos productivos. 

Son también los constantes ataques al Estado de Derecho, a la vida institucional y a la propiedad privada que elevan el riesgo y encarecen la decisión de crear nuevas fuentes de trabajo.

A México entero le conviene que desaparezca la pobreza; la situación del mercado interno y su desgastada capacidad de consumo puede ser una manera de entender porqué el beneficio general de terminar con ese mal. 

Hay, sin embargo, una salvedad: aquellos que aspiran a quedarse en el poder gracias al voto de los pobres. Para ellos, todo es como anillo al dedo.



Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS