Nuevos jueces

Ciudad de México /
ALFREDO SAN JUAN

El 14 de marzo de 2024 se publicaron dos acuerdos del Consejo de la Judicatura Federal en el Diario Oficial de la Federación. Dos acuerdos esperanzadores, que cristalizaron los anhelos de 46 personas que llevaron su trayectoria profesional con muchos sacrificios y gran dedicación hasta convertirse en jueces de distrito, pues en esta fecha se publicaron sus nombres como vencedores de sendos concursos de oposición.

Las convocatorias se publicaron desde octubre de 2023 y podían registrarse las personas licenciadas en derecho, mayores de 30 años, con buena reputación y cuatro años de experiencia en materia penal dentro del Poder Judicial de la Federación como secretarias (de estudio y cuenta), y que no hubieran sido inhabilitadas ni sancionadas.

Quienes cumplieran estos requisitos y quisieran convertirse en jueces de distrito con especialización en el Sistema Penal Acusatorio, debían pasar varias etapas de gran exigencia. Ambos concursos fueron iguales, salvo que uno fue sólo para mujeres, a fin de seguir impulsando la paridad de género en la función judicial.

La primera etapa de ambos fue un examen de cuatro horas sobre amparo, derecho penal, proceso penal, justicia para adolescentes, y temas afines. De un total de 579 personas que cumplían los requisitos, pasaron 109. La segunda etapa consistió en un par de evaluaciones: la primera fue analizar dos casos, respondiendo preguntas abiertas, motivando y fundando las respuestas, sin apoyo de legislación; la segunda evaluación fue un examen oral ante un sínodo de tres juzgadores: observaron una audiencia y sobre esto se respondían las preguntas del sínodo. Pasaron 46 personas, cuyos nombres fueron publicados el 14 de marzo de 2024.

Podemos observar con cuánta dedicación organiza la Judicatura Federal la formación de sus integrantes, poniendo lo mejor de sus capacidades técnicas. Hay gran profesionalismo en estos preparativos, y los evaluadores son juzgadores con gran dominio de técnica y sustancia.

Con todo eso en mente, es fácil imaginar que, además de pericia jurídica, es casi una trayectoria de vida lo que se procura calibrar durante meses.

Las 46 personas vencedoras, ya jueces de distrito, rindieron protesta el lunes 27 de mayo. Mi compañero Javier Laynez les dedicó unas palabras inspiradoras, pues les hizo ver que son el primer punto de contacto que las personas podrán tener con el Poder Judicial de la Federación, que en sus manos, en su raciocinio y sensibilidad recaía la responsabilidad primaria de sostener el aparato de justicia.

Las palabras quedaron escritas, como un testimonio más de los muchos que constan sobre la dedicación y dignidad con la que este poder del Estado ha procurado trabajar en aras de la justicia mexicana.

En un entorno de incertidumbre y cultivado descrédito, ¿valen la pena esas palabras? ¿Valen la pena estos ejercicios de mérito, que no pueden ser superados sin lustros de esfuerzo y determinación? Desde luego que sí. Siempre valdrá la pena procurar la excelencia para el bien de los demás, incluso en épocas en donde procurar ese bien parezca solo cosechar ingratitud.

Aquí me detengo un segundo. Es importante tener claro que no realizamos nuestra vocación buscando agradecimiento, como tampoco popularidad. Solo aportamos el amor al estudio para solucionar los problemas de nuestros semejantes. Es posible que una vida de esfuerzo puede tentar a imaginarnos credenciales de superioridad, sin embargo, la verdadera superioridad no cede a esa tentación, de la misma manera en que no se utiliza la elevación del conocimiento para sembrar oscuridad o zozobra, al contrario, todo conocimiento debe ser luminiscente y al servicio de los demás.

El cambio es la constante en el mundo exterior, lo que no ha de cambiar nunca es nuestra dignidad, nuestra certidumbre en que el empeño y la tarea realizada han sido agradables a los ojos del tiempo, de la historia, de nuestros antepasados, de nuestros hijos. A los de Dios, si somos creyentes. Esa humilde ofrenda, perfecta en sí misma, no puede ser arrebatada ni maltratada jamás por nadie, sin importar las vicisitudes que la vida, como aventura maravillosa, nos vaya deparando.

Bajo el entendimiento todavía imperante de cómo ha de impartirse justicia en México, la Judicatura Federal se ha preparado bajo estándares éticos y no de popularidad. “Es a través del mérito que la jueza o el juez garantizan su independencia en el desempeño de su encargo”, como dijo mi estimado colega. Y yo pregunto ¿por qué del mérito? Porque ese no se compra, no se patrocina, no se doblega.

Claro, cuando un alma está podrida, siempre da señales, sin importar dónde esté ni cómo haya llegado al cargo. La elección directa no garantiza en lo más mínimo la pureza de jueces. Al contrario, actualmente por lo menos se tutela el derecho humano de la población a contar con una Judicatura independiente y profesional.

De cambiar este paradigma, de que la justicia federal no se imparta por jueces electos por exámenes de oposición o por colaboración entre poderes, más digno de encomio será el haber vencido en un sistema que privilegiaba el mérito y la independencia.


  • Margarita Ríos-Farjat
  • Ministra de la Suprema Corte de Justicia
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