El tema del agradecimiento, celebrado por muchas culturas como una práctica sagrada, es un asunto importante también para el yoga, y su sentido puede resumirse con el conocido gesto de manos juntas de nombre Anjali Mudra, asociado generalmente con la palabra Namasté, que puede traducirse como “reconozco la divinidad en ti”.
El término Anjali Mudra, proviene de la raíz sánscrita anj, que significa respetar, reverenciar, honrar y bendecir: al unir las palmas de las manos, este mudra activa y armoniza la coordinación de los hemisferios cerebrales y conecta con el chakra del corazón. En la meditación cultiva una actitud de súplica y humildad lo que proporciona equilibrio, calma, tranquilidad y una gran paz interior.
Anjali Mudra es también una expresión de unidad entre lo masculino y lo femenino, el yin y el yang, lo físico y mental. Pero además, cada vez que colocamos las manos en esta posición nos recordamos que la práctica es una ofrenda y qué es una ofrenda sino un acto de rendición ante el misterio, de asombro ante la maravilla de la existencia y de agradecimiento ante el Guru externo y en el último nivel, interno.
El también llamado mudra de Oración, es utilizado en muchas posturas donde se suma a la conciencia de la propia asana como en Tadasana Namaskarasana o Pranamasana, mejor conocida como la posición de la Montaña Namasté; Vrksasana, la postura del Árbol; o Balasana o la postura del Niño en oración inversa.
El mudra o posición de las manos, como explica el portal tummee.com, ayuda a centrarse, aporta calma, armonía, equilibrio y, por tanto, calma los nervios y los nadis o canales energéticos. Esto ayuda a reducir los niveles de estrés y ansiedad en el cuerpo, por lo que actúa como una práctica terapéutica.
En el caso del Árbol por ejemplo, unir las manos en oración al centro del corazón ayuda al practicante a profundizar espiritualmente en la postura y a mantener la calma mientras se mantiene el equilibrio sobre una pierna. Esta posición activa el sistema nervioso parasimpático, cultivando la paz y el equilibrio.
En la variación de la postura del Niño, Anjali Mudra potencia la actitud de humildad y agradecimiento con la cabeza tocando la tierra de la propia posición. El simple acto de agradecer nos hace conscientes de todo eso que se recibe a diario y nos reconecta con la abundancia que nos rodea y de la que formamos parte consustancialmente.
(Con información de tummee.com, emeyoga.es y milenio.com)