Alzheimer: Cuando el olvido nos invade

  • Vademecum
  • Óscar Hernández G.

Laguna /

Agustine Deter fue llevada a un hospital psiquiátrico por su esposo; harto de sus ataques de celos, acusado de ser infiel con la vecina, lo atacaba y agredía constantemente. 

En ese mismo hospital trabajaba Alois Alzheimer, que vio por primera vez a esta paciente; este neuropatólogo era un clínico nato, aficionado al dibujo; observó la evolución de la paciente, y quizás no dio tanta importancia a la edad de 50 años de la paciente, pues ignoraba lo que estaba a punto de descubrir o, al menos, su dimensión futura. 

Una paciente que todo lo olvidaba, con momentos de tranquilidad y otros de gritos a pecho abierto; en un momento reconocía a su médico para después decir que “le faltaba al respeto”. 

Finalmente, la paciente fue acurrucándose en su cama, sin comer, en posición fetal, hasta que se produjo una úlcera en su espalda que se infectó y produjo una afección sistémica que la llevó a la muerte.

El cerebro de A. Deter fue examinado por Alzheimer y observó unas placas y ovillos que representan el “esqueleto” de las neuronas dañadas. 

Esas neuronas fueron pintadas o teñidas por el Dr. Nisslt, tinción célebre hasta hoy. Alzheimer presentó el caso de su paciente en un congreso de psiquiatría y nadie le dio importancia. 

Alzheimer hizo algo muy importante, diferencio el caso de aquellos afectados por sífilis cerebral y de aquellas pacientes psiquiátricas. 

Fue el director del hospital el DR. Krapeling, el mismo que usó por primera vez el término de esquizofrenia, quien bautizó el caso de A. Deter como la Enfermedad de Alzheimer.

En aquellos años de 1901, la enfermedad se vio como un caso aislado; quien iba a pensar que se convertiría en una epidemia; en la medida que la “esperanza de vida” aumenta, también aumenta la posibilidad de que el cerebro humano degenere; tal parece que esa es la respuesta biológica a nuestro deseo de permanecer vivos el mayor tiempo posible; por ahora es el precio que se tiene que pagar: 

Desde olvidos ligeros, hasta una postura infantil en cama, que necesita ser alimentado por otro, sin recordar casi nada, demente es el término correcto para aquellos en que el cerebro habitado y lleno de olvidos no les permite llevar a cabo su vida diaria. 

En un instante la naturaleza responde prolongar tanto la vida es “una obsesión: una locura”.


sinrez@yahoo.com.mx

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