A propósito de la galardonada con el premio Nobel en economía 2023, Claudia Goldin, se antoja cerrar el año indagando sobre la condición de la mujer en el mercado laboral. “El tema es irritante, sobre todo para las mujeres; pero no es nuevo”, escribe Simone de Beauvoir en su ensayo El Segundo Sexo (1949). El debate en torno al feminismo ha generado una considerable cantidad de opiniones divergentes, discusiones apasionadas y reflexiones profundas a lo largo de los siglos.
Desde la Edad Media se defiende la condición de la mujer. Christine De Pizan, autora francesa de La Ciudad de las Damas (1405), surge como la voz de las críticas del Medievo acerca de la condición de la mujer y su desigualdad con el hombre. Según sus textos, la supuesta inferioridad de las mujeres no es natural, sino cultural. Argumentaba que, si las mujeres se mantenían confinadas al ámbito doméstico y no recibían educación, ¿cómo podrían aspirar a alcanzar las conquistas de los hombres?
“No queremos quebrantar las leyes, queremos redactarlas y refrendarlas” dice Emmeline Goulden (1858-1928), figura destacada en impulsar el voto femenino, ícono y dirigente del movimiento sufragista en Inglaterra a comienzos del siglo XX. “¿Por qué las mujeres son pobres?” averigua Virginia Woolf en su ensayo Una habitación Propia (1929). Según la escritora inglesa, la pregunta anticipa una respuesta fácil: “Las mujeres son pobres porque en lugar de ganar dinero, han tenido hijos”. Han pasado poco más de cinco siglos desde Pizan para que hoy celebremos el premio Nobel en economía de Claudia Goldin.
Ante este preámbulo histórico, es urgente una reflexión sobre el estado del arte de la persistente disparidad de género. El World Economic Forum (WEF) evalúa anualmente el Índice Global de la Brecha de Género que describe el estado actual y la evolución de la paridad en cuatro dimensiones clave: Participación y Oportunidades Económicas; Logros Educativos; Salud y Supervivencia; y Empoderamiento Político. La puntuación global de la brecha de género en 2023 para los 146 países considerados, se situó en un 68.4% con una mínima mejora de 0.3 puntos porcentuales respecto al año anterior.
El WEF hace especial énfasis en la paridad de género en el mercado laboral, la cual sigue siendo un desafío importante. Según el estudio, entre 2022 y 2023 la paridad en la tasa de participación en la fuerza laboral aumentó del 63% al 64%. No obstante, la recuperación en la participación laboral de las mujeres aún no está completa, ya que se encuentra en el segundo punto más bajo desde 2006 y está significativamente por debajo de su punto máximo en 2009, que fue del 69 %. Aunque las mujeres constituyen el 41.9 % de la fuerza laboral en 2023, su presencia en posiciones de liderazgo sénior es significativamente menor, alcanzando solo el 32.2 %.
Por otro lado, la brecha de género en salarios de Estados Unidos se muestra constante desde hace 20 años. En 2022, las mujeres ganaron en promedio el 82 % de lo que ganaron los hombres, según un nuevo análisis del Centro de Investigación Pew sobre los ingresos medianos por hora de trabajadores a tiempo completo y parcial. Estos resultados son similares a la situación de la brecha salarial en 2002, cuando las mujeres ganaban el 80% de lo que ganaban los hombres.
Claudia Goldin, profesora de economía en la Universidad de Harvard explica el porqué de la perennidad. Sus investigaciones tratan sobre la historia de la trayectoria femenina en el mercado laboral. Utilizando variables económicas, como la participación femenina en la fuerza laboral, el empleo y la brecha salarial para las mujeres, logra documentar la evolución histórica de estas variables, construyendo una imagen de la economía de género y familia para los últimos 200 años en Estados Unidos.
En uno de sus artículos de 2006, afirma que "una mayor participación de las mujeres en la economía ha sido el cambio más significativo que ha ocurrido en los mercados laborales durante el último siglo". La participación femenina, que era del 16 % a principios del siglo XX, es hoy del 60 %. Y esto implicó una transformación de la estructura económica, que trasciende a la organización familiar y al tamaño de la economía. El trabajo de Goldin explica las causas de la persistente brecha de salarios.
Goldin sostiene que las disparidades en carreras, horarios y flexibilidad laboral contribuyen significativamente a la brecha salarial, subrayando que estas diferencias a menudo resultan de elecciones personales. La tendencia a aferrarse a roles familiares tradicionales, conlleva a las mujeres a tomar trabajos menos lucrativos para poder cuidar a los hijos, mientras que sus parejas masculinas permanecen en empleos codiciosos (greedy Jobs). Estas decisiones propagan la brecha salarial sin mostrar cambios sustanciales en el tiempo.
La existencia de los greedy jobs y la idea de tener una mayor equidad dentro de una vida de pareja, invita a considerar la posibilidad de hacer algunos de los roles más flexibles, menos ambiciosos. Claudia Goldin propone dos enfoques para abordar esta cuestión. En primer lugar, aboga por la reducción del costo del cuidado infantil o de personas mayores mediante subsidios, como sucede en los países nórdicos. En segundo lugar, destaca la importancia de hacer que el trabajo sea ajustable.
En una entrevista reciente, a la doctora Goldin le pidieron su opinión acerca de una película que se volvió tendencia. Primero expresó su intención de verla por tercera vez y después concluyó: “La única forma en que vamos a tener éxito como sociedad es que la equidad de las Barbies y los Kens se materialice en las personas reales". En el desafío de la equidad de género, el tiempo ha sido testigo. Hacer realidad la igualdad requiere no solo de comprensión, sino de un compromiso colectivo para que, en un futuro cercano, las diferencias de hoy sean solo un eco distante en el tiempo.