El haiku, el poema más pequeño de la poesía oriental —derivado de la primera estrofa de la forma poética colectiva y concatenada llamada renga—, tuvo a su primer difusor en América Latina en la voz del mexicano José Juan Tablada (1871-1945) con “Al sol y bajo la luna” (1918), “Un día…” (1919), “Li-Po y otros poemas” (1920) y “El jarro de flores” (1922), por citar solo algunos de sus libros, de honda repercusión entre los poetas de su tiempo.
Este año conmemoramos el aniversario número 79 de su fallecimiento del poeta nacido en el barrio de Coyoacán. El dato no es menor, pues la práctica del haiku goza de cabal salud en México, a raíz de esa trasplantación que realizara Tablada de la forma original japonesa. Entre nosotros hacen constatar ese ejercicio poetas como Flor Cecilia Reyes y Juan José Reyes Palacios, con libros como “Machincuepa” (2007) y “Sendero poético para grandes personitas” (2008), y varios autores más.
Octavio Paz, en su entrañable ensayo “La tradición del haiku” (1970), le da a José Juan Tablada el lugar que merece como iniciador de una tradición literaria en español, a través de su exploración del haiku u de la renovación de sus valores más elementales; aunque no duda de la independencia de su esfuerzo, no deja de mencionar la coincidencia que mantuvo con los poetas franceses en su tentativa de recuperar la tradición oriental en la poesía de Occidente; tal coincidencia, sin embargo, esa coincidencia fue para Tablada un estímulo, no influencia ni imitación, concluyó Paz, dado que con el haiku Tablada incorporó la imagen y el humor, elementos centrales de la poesía actual.
Un estímulo para crear poesía. ¿Qué es la tradición literaria, la influencia de los poetas mayores y las grandes obras de la literatura sino estímulos para despertar la conciencia poética y el libre fluir de las formas para expresarla?
Tengo para mí que la empresa de Tablada fue más que la iniciación de una tradición: fue la expresión individual que requería nuestra capacidad expresiva, la del español de América y la de los poetas en general. Al leer su grandes y pequeñas composiciones, puede constatarse cuánta profundidad alcanzan y cómo trazan, desde el punto de vista de su autor, una ruta que no ha sido igualada, aun cuando por ella hayan transitado poetas como Jorge Luis Borges, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Mario Benedetti, José Rubén Romero, Xavier Villaurrutia, Luis Cernuda y el propio Octavio Paz.
Hay que volver a José Juan Tablada, quien partió de este mundo terrenal el 2 de agosto de 1945._
El haiku, el poema más pequeño de la poesía oriental —derivado de la primera estrofa de la forma poética colectiva y concatenada llamada renga—, tuvo a su primer difusor en América Latina en la voz del mexicano José Juan Tablada (1871-1945) con “Al sol y bajo la luna” (1918), “Un día…” (1919), “Li-Po y otros poemas” (1920) y “El jarro de flores” (1922), por citar solo algunos de sus libros, de honda repercusión entre los poetas de su tiempo.
Este año conmemoramos el aniversario número 79 de su fallecimiento del poeta nacido en el barrio de Coyoacán. El dato no es menor, pues la práctica del haiku goza de cabal salud en México, a raíz de esa trasplantación que realizara Tablada de la forma original japonesa. Entre nosotros hacen constatar ese ejercicio poetas como Flor Cecilia Reyes y Juan José Reyes Palacios, con libros como “Machincuepa” (2007) y “Sendero poético para grandes personitas” (2008), y varios autores más.
Octavio Paz, en su entrañable ensayo “La tradición del haiku” (1970), le da a José Juan Tablada el lugar que merece como iniciador de una tradición literaria en español, a través de su exploración del haiku u de la renovación de sus valores más elementales; aunque no duda de la independencia de su esfuerzo, no deja de mencionar la coincidencia que mantuvo con los poetas franceses en su tentativa de recuperar la tradición oriental en la poesía de Occidente; tal coincidencia, sin embargo, esa coincidencia fue para Tablada un estímulo, no influencia ni imitación, concluyó Paz, dado que con el haiku Tablada incorporó la imagen y el humor, elementos centrales de la poesía actual.
Un estímulo para crear poesía. ¿Qué es la tradición literaria, la influencia de los poetas mayores y las grandes obras de la literatura sino estímulos para despertar la conciencia poética y el libre fluir de las formas para expresarla?
Tengo para mí que la empresa de Tablada fue más que la iniciación de una tradición: fue la expresión individual que requería nuestra capacidad expresiva, la del español de América y la de los poetas en general. Al leer su grandes y pequeñas composiciones, puede constatarse cuánta profundidad alcanzan y cómo trazan, desde el punto de vista de su autor, una ruta que no ha sido igualada, aun cuando por ella hayan transitado poetas como Jorge Luis Borges, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Mario Benedetti, José Rubén Romero, Xavier Villaurrutia, Luis Cernuda y el propio Octavio Paz.
Hay que volver a José Juan Tablada, quien partió de este mundo terrenal el 2 de agosto de 1945.