Llevamos meses y meses, si no es que años, escuchando la cantilena de que a Sergio Pérez lo van a echar de la escudería Red Bull.
Ahora sí, después del Gran Premio de aquí o, a más tardar, del de allá, le van a dar las gracias sin mayores miramientos. No está a la altura, o sea. Con un coche así de portentoso tendría que ser el escudero perpetuo de Verstappen, llegar siempre detrás del campeón, subirse al podio en cada carrera y hacer el uno-dos semana a semana (o, bueno, cada quince días) para demostrarle al mundo sus tamaños, por no hablar de alcanzar la victoria en los rarísimos casos en que el neerlandés no pudiere terminar la carrera porque no se le alinearon los astros en el firmamento.
Los rumores del momento hablan de que Pérez no será ignominiosamente despedido del equipo austriaco –por estrictas razones comerciales, según parece— sino que él mismo dará el paso hacia fuera justito después de que haya acontecido el Gran Premio de Ciudad de México.
No es un jovencito, el tapatío, a sus 34 años, pero cuando ves lo entero que está Fernando Alonso con 43 primaveras (algunos comentaristas y muchos aficionados lo consideran el mejor de todos pero esto, lo de la F1, no es únicamente una cuestión de talentos personales sino de contar con una máquina superior a las demás), entonces te dices que Checo tiene todavía unos buenos años por delante.
El posible adiós del único mexicano que compite en la máxima categoría automovilística viene siendo, hasta nuevo aviso, el último capítulo de una carrera salpicada de habladurías y chismes que a cualquier común mortal le hubieran pegado fuertemente en los ánimos y significado una presión adicional a lo que ya de por sí viene siendo un durísimo compromiso. El hombre, sin embargo, ha resistido de manera ejemplar y no podemos decir, a pesar de los mezquinos detractores que se le aparecen en el horizonte, que no haya cumplido con creces su encomienda, faltaría más.
Ahora mismo, Pérez ocupa el octavo lugar en la tabla, por arriba del referido Alonso (y de su coequipero Lance Stroll, hijo del patrón de la escudería, siendo que van a contar, para la próxima temporada, con los servicios de Adrian Newey, lo que anuncia grandes cosas para Aston Martin), algo que no es manera alguna despreciable en vista de lo descomunalmente competitiva que es la F1. Y, miren, en Bakú su ritmo era mejor que el del mismísimo Verstappen hasta que Carlos Sainz se le atravesó en el camino.
En fin, el desenlace del culebrón tendrá lugar después del Gran Premio que se disputará en estos pagos. O, a lo mejor no…