Este año se acerca a su fin y podemos ya decir que no se ha parecido a ninguno de los más recientes en lo que toca a la vida pública de este país.
Gobierna, por vez primera en la historia republicana, una mujer. Las votaciones en las que fue elegida fueron también excepcionales: llevaron a la consolidación total de un régimen enteramente diferente a los anteriores en tanto que se ha consumado, ya en los hechos, la demolición de la República que había edificado el antiguo nacionalismo revolucionario.
Es verdaderamente inaudito lo que ha ocurrido y los ciudadanos parecemos no darnos cuenta: para empezar, se ha instaurado una maquinaria de partido único con una representatividad, en nuestro Congreso bicameral, que ni siquiera le otorgaron los mexicanos en las urnas. O sea, que estamos siendo gobernados por fuerzas políticas que no respetaron la voluntad popular, así sea que propalen machaconamente el discurso de que están respondiendo directamente a los intereses del pueblo.
El desmantelamiento del Poder Judicial —la arremetida del Ejecutivo y el Legislativo en contra de los jueces— para establecer un modelo en el que la impartición de la justicia quedará en manos de personas poco capacitadas para el ejercicio de tan primordial tarea, se consumó también en este año y llevará a que los mexicanos nos encontremos, todos, en condiciones de absoluta indefensión ante el poder. Imaginen ustedes que en algún momento deban enfrentarse a la autoridad por haber sido objeto de algún abuso: hasta ahora, podían recurrir a los buenos oficios de un juez y ampararse para no sobrellevar las consecuencias de las arbitrariedades oficiales. Pues, ahora que los señores magistrados sean no sólo incompetentes sino que se dediquen a servir a los intereses del aparato gubernamental, el querellante no contará ya con herramienta alguna para proteger su soberanía y su patrimonio.
Y, bueno, en 2024 fue consagrado Donald Trump para reinar en Estados Unidos, a partir ya del mes próximo. En los cuatro años de su mandato podrá hacerle un enorme daño a México y al mundo entero.
Así han estado las cosas y justamente por ello no se vislumbra que vayan a ser mejores en 2025.
Disfrutemos, con todo, nuestras fiestas decembrinas.