Infamias y pecados automáticamente borrados por Morena

Ciudad de México /

A Vicente Fox se le pueden encontrar defectos y se puede también cuestionar su desempeño como el primer presidente de la alternancia democrática –luego de siete largas décadas de reinado “revolucionario”— pero el hombre nunca fue un represor ni mucho menos un fascista.

Ocurrió, sin embargo, que en un encuentro con la activista y senadora Rosario Ibarra de Piedra, ella se negó a estrechar la mano que le había extendido el jefe del Estado mexicano. Fue el grosero gesto de quien no le reconoce al otro una mínima integridad y, justamente por esa baja condición personal que pretende atribuirle, lo cree merecedor del más declarado y notorio rechazo.

La fundadora del Comité Eureka, una organización para fortalecer la causa de los perseguidos políticos y las personas desaparecidas, vivió en carne propia la opresión del antiguo régimen priista: Jesús Piedra, un hijo suyo, fue detenido por las autoridades en 1974 y nunca más se volvió a saber de él.

Doña Rosario emprendió entonces una lucha de años enteros para encontrar el paradero del joven, enfrentándose a la cerrazón e indiferencia gubernamental, por no hablar de que la alta jerarquía en el poder tuvo siempre el propósito de encubrir sus actos criminales.

¿Tuvo Fox algo que ver con la desaparición de Piedra, guerrillero de la Liga Comunista 23 de Septiembre? No, nada. Es más, su partido, el PAN, había sido siempre una fuerza política opositora y el guanajuatense lanzó, en la campaña presidencial, la bravata de que iba a “sacar a patadas al PRI de Los Pinos”.

¿Por qué el repudio, entonces? Por la simple pertenencia de Fox al estamento del poder y por la paralela militancia antisistema de Ibarra de Piedra. A la izquierda radical no la convencen demasiado las reglas del juego democrático y todos aquellos que participan en esa presunta farsa son sujetos condenables en tanto que responden a los oscuros intereses de las élites.

La revolución, por el contrario, responde solidaria y generosamente al llamado del pueblo, trastocando de raíz el orden establecido y dándole voz a los oprimidos de siempre. ¿Fox? Un mero representante, otro más, de los ricos y los poderosos. Y, en esa condición, cómplice de las arbitrariedades e infamias perpetradas por el sistema burgués.

Pues bien, quien se encuentra ahora iluminada por los reflectores de la atención pública es Rosario Piedra, hija de la referida luchadora social. Perteneciente a una familia de contestatarios extremistas, uno pensaría que la mujer debería plantarle cara en estos momentos al oficialismo, como una recia disidente, sobre todo que muchos de los actuales mandamases eran entusiastas militantes del PRI cavernario y no dijeron ni pío cuando aquel aparato presidencialista masacró a estudiantes y encarceló a opositores. Pues no, Piedra Ibarra procura hoy los favores de quienes callaron y miraron hacia otro lado. Y, miren ustedes, la acaban de premiar.

  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
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