A Donald Trump lo tenemos a la vuelta de la esquina. Su llegada al poder, hay que decirlo una y otra vez, ha sido uno de los más aberrantes sucesos acontecidos jamás en el espacio de lo público. Cualquiera de las incontables bravatas, jactancias, altanerías e imprudencias que escenificó a lo largo de su carrera política hubieran debido descalificarlo terminantemente para ocupar el cargo más importante de todo el planeta. Pero, miren ustedes, a la gente no le importó que parecido personaje pudiere desempeñar tan estratégicas funciones y lo eligió alegremente, recurriendo a los más extravagantes pretextos. Es más, se agenció inclusive las simpatías de muchos de los mexicanos que habitan el territorio de nuestro vecino país.
Las amenazas del sujeto han creado un clima de incertidumbre a nivel mundial. Simplemente, el hecho de que pueda imponer desmesuradas tarifas a los productos que Estados Unidos les compra a sus principales proveedores extranjeros podría desmadrar totalmente el comercio mundial. Y México, justamente, sería uno de los primerísimos afectados.
En lo que toca a las bandas criminales que azotan a la nación mexicana, hemos sido avisados de que podrían ser calificadas como organizaciones terroristas por las autoridades estadounidenses y eso significaría que sus fuerzas de seguridad tendrían atribuciones formales para combatirlas en todo momento y en todo lugar. Los emisarios del régimen de doña 4T advierten que una intervención directa de los Estados Unidos, así fuere un comando de choque integrado por agentes especiales que realizara acciones muy puntuales, llevaría a que en nuestra nación tuvieran lugar… levantamientos populares.
La primera pregunta que te viene a la mente, ante la perspectiva de una revuelta del pueblo bueno, es quién sería el enemigo a vencer. Hemos visto acciones heroicas y épicas resistencias de muchos patriotas ante el invasor, pero aquí no estamos hablando de una ocupación general de nuestra nación por extraños enemigos sino de acciones muy precisas, aquí y allá, para neutralizar, como se dice eufemísticamente, a unos delincuentes. Operaciones, encima, que ocurrirían de manera repentina y sorpresiva en localidades muy diversas, o por lo menos así lo podemos imaginar.
La tal sublevación de nuestra gente, entonces, ¿sería meramente simbólica en tanto que no atacaría frontalmente a los militares yanquis? O, peor aún, ¿estaríamos hablando de una muestra de apoyo popular a los grupos criminales?
Parecen muy lejanos y, sobre todo, muy improbables estos escenarios de intervención, así sea que resuenen ya, en estos pagos, arrebatadas proclamas para certificar nuestra soberanía y que se invoque la primigenia condición de soldados que el himno nacional nos confiere a todos y cada uno de los mexicanos.
El tema, con todo, es la advertencia de que puede acontecer aquí unainsurrección ciudadana. Lo que nos faltaba, oigan, una revolución. ¿Ya lo habrá pensado Trump?