¿Nuestro destino, en manos de Trump?

Ciudad de México /

¿Cuántos millones de mexicanos pueden ser recibidos de vuelta en este territorio? ¿Han imaginado ustedes lo que sería la expulsión masiva de nuestros compatriotas, así sea que en un primer momento no vayan a ser deportados todos los que se han afincado ilegalmente en la nación vecina sino bastantes menos, pero centenares de miles de todas maneras?

Por cierto, el gobierno de Barack Obama echó de Estados Unidos a cinco millones de indocumentados. La cifra, durante el mandato de Bill Clinton fue de diez millones. Trump, que no gobernó durante ocho años como esos dos antecesores suyos, expulsó a un millón y medio de personas.

¿El tema sería entonces la retórica antiinmigrante y nada más? ¿No hay un riesgo real de que ocurran deportaciones a gran escala? ¿La suprema promesa de campaña, junto con la implementación de tarifas a los principales socios comerciales de la primera potencia económica del globo, no pasará de haber sido eso, un mero recurso para conectarse con los votantes estadounidenses que se sienten invadidos por extraños indeseables (gente, encima, que se come a sus mascotas)?

No sabemos, en estos momentos, lo que va a ocurrir, pero justamente nos encontramos frente a un escenario de muy perturbadora incertidumbre, sobre todo aquí, en un país que tendría ya que estar tomando medidas puntuales para afrontar una auténtica emergencia nacional.

No es en lo absoluto motivo de orgullo, ni mucho menos de celebraciones, que millones y millones de ciudadanos de este país hayan tenido que emigrar a otras tierras para ganarse la vida, sobrellevando toda suerte de durezas y arriesgando inclusive sus vidas.

Que su patria no les pueda brindar bienestar ni un mínimo desahogo es más bien una afrentosa vergüenza para México y, en los hechos, un fracaso en toda la extensión de la palabra. Lo más curioso, más allá de que reaccionemos atizando el victimismo de siempre y recurriendo al consabido trámite de culpar a los de fuera de todos nuestros males, es que no sólo queremos que las cosas sigan igual sino que el histórico proyecto transformador, ahora mismo, es volver a las recetas –el estatismo, la inversión pública improductiva, las políticas clientelares y el corporativismo, entre otras cosas— que nos han cerrado la puerta en el camino hacia el desarrollo económico y la modernidad.

México está a punto de encontrarse en una angustiosa encrucijada en tanto que las famosas “remesas”, exaltadas por el régimen de la 4T como si fueran un logro propio, pueden sufrir un catastrófico menoscabo si cientos de miles de compatriotas vuelven al paraíso morenista de los bajos salarios, las extorsiones, la violencia, la inseguridad y la falta de oportunidades. Por algo se habían marchado, en un primer lugar, dejando aquí a los suyos y abandonando el entrañable terruño.

¿La última palabra la tendrá Trump? En efecto, así de inaudito como parezca.

  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
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