La generación de One Direction está de luto. De hecho, creo que incluso muchos que ya éramos adultos, cuando el grupo se elevó a la estratosférica fama, también estamos sintiendo la pérdida de Liam Payne como algo particularmente desgarrador. Por eso, cuando comenzó a correr la noticia de la muerte del cantante en redes sociales, el hecho de que su nombre fuera tendencia junto con las palabras “NO ES CIERTO” en mayúsculas fue escalofriante.
Esas palabras eran la fiel representación de la negación, del deseo de que no fuera cierta la noticia, con la que miles de fans reaccionaron. Como si hubiese sido un miembro de la familia que repentinamente desapareció de nuestras vidas. Fue una reacción del más profundo dolor ante la peor de las noticias. Y apenas comenzaba a saberse lo que pasó.
Como en todo, las especulaciones no se hicieron esperar. Las fotografías de él que nunca debieron ser publicadas, tras perder la vida al caer del tercer piso en su hotel en Argentina, aparecieron por todos lados. Luego muchas fueron retiradas. Y con razón. Eran crueles e innecesarias. La información confirmada debe ser compartida. El morbo está de sobra cuando el dolor para tantos es tan profundo. Y esto, esto sí generó un auténtico y devastador dolor en sus millones de fans.
“No pueden entender el impacto emocional de alguien que creció con One Direction al saber esto”, fue uno de los miles de mensajes que llegaron. Y es verdad. El amor de la adolescencia respecto a los ídolos es lo más personal que hay. Es la pérdida de una era feliz, o por lo menos formativa, de la vida. No podremos evitar que se especule sobre los demonios de Liam, ojalá pudiéramos. Si ustedes conocen a alguien con el corazón roto por esto, no lo desestimen, denle un abrazo. Cada generación tiene sus historias compartidas y la de One Direction es una de las que cuentan con los más profundos lazos entre fans y artistas de las últimas décadas.