Hay algo en lo que todos los artesanos coinciden en lo que se refiere a valorar su arte: el valor de su trabajo debe venir de la comunidad de donde se genera y, por supuesto, de ellos mismos. Sabemos que con los protagonismos de otros sectores, en ocasiones diseñadores internacionales, críticos de lo que es o no arte, y más, muchas más veces esto no pasa así. Quien porta el patrimonio debe tener el control. Eso es uno de los objetivos más loables del evento que estamos viviendo aquí en Quintana Roo.
Es el segundo día de la primera Feria Xcaret de arte popular mexicano, y nos queda muy claro que celebrar y promover a quien aborda, esculpe, crea, pinta y moldea es algo de lo que todos acabaremos ganando. Y hay que hacerlo con el mismo respeto con el que ellos se dedican a lo suyo.
Por supuesto, es maravilloso que Grupo Xcaret no solo exponga y promueva el trabajo de más de 140 artesanos en este inicio, sino que los ponga en contacto con compradores directos, quienes sí aprecian lo que tienen enfrente. Quienes no regatean, y tienen la oportunidad de ver los procesos, las herramientas, los colores y todo lo que se hace literalmente a mano representando a lo mejor y más bello de nuestro país.
“La artesanía tiene mucha competencia en la industria que crea todo rápido, pero jamás nos podrá igualar. Son esos detalles que le metemos a nuestro trabajo lo que lo hace especial”, nos dijo el maestro Carlos Romero Carrillo, quien trabaja la madera. El sueño de don Carlos es crear una escuela de talladores a escala mundial.
La intención aquí es tener “las mejores prácticas” para todo lo demás que implica salvaguardar este patrimonio de México, y a la vez crear una realidad donde los artesanos puedan vivir muy bien de lo que hacen con excelencia. El reto es enorme para lograr que la academia, el gobierno y el sector privado jueguen su parte.