Morena tiene un punto ciego. Ellos creen que ganaron la elección del 2024 porque López Obrador implementó la gran mayoría de su agenda transformadora.
Sin embargo, no es así. De hecho, gran parte de la agenda de Obrador se quedó en el tintero debido a decisiones de la Suprema Corte o bloqueos opositores. De manera parcial o total, a Obrador le rechazaron su agenda electoral, eléctrica, de remuneraciones, de seguridad pública, de extinción de dominio, de prisión preventiva oficiosa, de simplificación administrativa y de obra pública, entre otras.
Si Morena arrazó en el 2024 no fue porque Obrador hizo todo lo que quiso, sino por una razón más mundana: su política laboral mejoró el poder adquisitivo de las familias. Los datos indican que lo que más determinó el voto por Morena en 2024 fueron los incrementos en ingresos laborales (no en programas sociales como clama fútilmente la oposición).
Irónicamente, el que gran parte de la agenda de Obrador se haya quedado en el tintero le ayudó. Le dio la excusa y la plataforma perfecta para pedir el voto: si les gustó lo que ha pasado hasta ahora, dijo, vota por Morena para hacer más.
Los votantes, viendo que su poder adquisitivo había aumentado, aceptaron. Sin embargo, la agenda que Obrador implementó con el poder que los votantes le confirieron no fue una continuación de la agenda que le dio la victoria. Fue una agenda más experimental y ambiciosa para ampliar la capacidad del Estado para implementar sus objetivos sin interrupciones.
La agenda capacitante y empoderadora de Obrador fue apoyada por el electorado, no porque éste creyera inherentemente en dicha agenda, sino porque creyeron profundamente en lo que Obrador les dijo: que con ella no solo se continuaría por el camino de mejorar el poder adquisitivo de las familias, sino que se reduciría la impunidad y la inseguridad.
Obrador tiene un punto. Mejorar la capacidad del Estado por operar sin bloqueos es una condición necesaria paraimplementar una agenda que beneficie a los mexicanos más vulnerables.
Nadie puede “poner a los pobres primero” con una Suprema Corte que confunde los derechos humanos con la protección del monopolio notarial, que congela obras de interés público para proteger individuos, que legaliza la elusión fiscal o que declara ilegales los impuestos progresivos porque discriminan a los ricos.
El problema es que al quitarle los obstáculos a Sheinbaum, Obrador también la dejó enormemente vulnerable pues a diferencia de él, la presidenta ya no tendrá excusa. Ya no podrá decir que si no redujo la inseguridad o si no mejoró el poder adquisitivo de las familias es porque la Corte o alguna otra fuerza opositora se lo impidió. Sheinbaum será la única responsable y la gente le exigirá resultados.
Sin embargo, Sheinbaum operará en condiciones de enorme desventaja pues tendrá que dedicar los primeros años de su sexenio a lidiar con los agravios creados por las últimas reformas de Obrador.
Peña Nieto implementó sus reformas estructurales y se quedó para afrontar las consecuencias. Obrador implementó las suyas y se fue a Palenque. Sheinbaum no la tiene fácil y debe tomar decisiones que le faciliten a ella y solo a ella dar resultados.