A Édgar Veytia le decían El Diablo, pero el apodo le quedaba chico. Durante un lustro se dedicó a torturar, secuestrar y extorsionar a agricultores y pequeños empresarios, y lo hizo con el apoyo de la maquinaria criminal que construyó y comandó desde la Procuraduría General de Justicia de Nayarit (hoy Fiscalía), un espacio de terror que terminaron bautizando como El Infierno.
A pesar de la abrumadora cantidad de evidencia que se ha ido apilando en las fiscalías a lo largo de estos años, no sólo en México sino también en Estados Unidos –donde fue detenido en 2017–, no ha sido acusado formalmente de tortura.
La razón es que El Diablo se vería recompensado en 2023, cuando se convirtió en uno de los testigos estrella en el juicio del ex secretario de Seguridad, Genaro García Luna.
Ha ido reduciendo la sentencia que recibió por tráfico de drogas y, de hecho, en febrero de este año se informó que ya ni siquiera estaba en custodia del Sistema de Prisiones de Estados Unidos.
Hasta ahora, Édgar Veytia ha salido bien librado.
A pesar de lo desesperanzadora que ha resultado esta historia, un grupo de seis agricultores y pequeños emprendedores torturados en Nayarit, presentaron una demanda civil sin precedentes en Estados Unidos, en donde finalmente revelaron con detalles qué fue lo que ese individuo les hizo en México.
Hay un recurso: la demanda civil
La demanda, a la cual tuvo acceso MILENIO, incluye detalles aterradores que exhiben el nivel de terror y violencia que ejerció El Diablo en contra de los pobladores de lugares como Tepic, la capital de Nayarit. Abundan las narraciones de extorsión, venta forzada de tierras o abusos sexuales.
Los demandantes intentarán que se reconozca la tortura a la que fueron sometidos, así como una reparación del daño a través de la Ley de Protección de Víctimas de Tortura (TVPA, sus siglas en Estados Unidos), la cual permite que se interpongan demandas civiles en ese país en contra de personas que hayan cometido actos de tortura en cualquier parte del mundo.
La demanda arranca con una sentencia demoledora: "Su búsqueda de justicia desafía la corrupción y el crimen organizado arraigados en México, cuya influencia y violencia se extienden mucho más allá de las fronteras".
Luego de una larga lucha jurídica, el despacho de abogados que representa a las víctimas asegura que El Diablo ya fue notificado. Ahora tiene 30 días para responder a la demanda.
Pero eso no es todo en la historia de este ex poderoso funcionario mexicano. Él también ayudó al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) a limpiar la plaza nayarita, la cual puso en bandeja de plata al crimen organizado. Y, en ese camino, no dudó en cometer crímenes transfronterizos.
El Diablo en los United
En 2017, las autoridades estadunidenses hicieron el anuncio: intentaba cruzar la frontera de Tijuana y San Diego un ex funcionario mexicano de altísimo rango: el ex fiscal de Nayarit, Édgar Veytia. Al mismo tiempo revelaron que tenían una investigación que arrojaba que él trabajaba para cárteles mexicanos. En marzo de ese año fue detenido en la Unión Americana.
Según la acusación, durante cinco largos años, entre 2013 y febrero de 2017, Veytia operó para enviar drogas a Estados Unidos, precisamente en el periodo en que fungió como fiscal de Nayarit.
"Ayudó al cártel del ‘H-2’ a cambio de sobornos que recibía mensualmente y le proporcionó identificaciones oficiales. También utilizó agentes de la ley mexicanos que supervisó para ayudarlo", revelaron las autoridades de ese país cuando lo detuvieron.
Y era precisamente Juan Francisco Patrón Sánchez, El H2, el que presuntamente era su patrón, un narcotraficante que controló la producción y el tráfico de drogas en el Occidente mexicano en nombre del cártel de los Beltrán Leyva. Más tarde los traicionó para empezar a trabajar para el CJNG, ayudándole a “limpiar” la plaza de sus enemigos.
Sin embargo, para las autoridades de Estados Unidos no resultó tan relevante el terror que El Diablo causó en México durante esos años.
Los demandantes
El señor Gerardo Montoya Barajas y su esposa Yadira Yesenia Zavala Ibarría, trabajaron toda su vida para montar una pequeña agencia inmobiliaria, una cafetería y para comprar algunos terrenos en la capital nayarita.
Los Montoya recuerdan que su historia con El Diablo empezó en mayo del 2016, cuando recibieron una llamada de Carlos Alberto Saldate Castillón, quien fuera diputado por el PRI y líder de taxistas y otros transportistas en Tepic, quien mostró interés en comprar una de sus propiedades. Cerraron esa transacción y el matrimonio de Gerardo y Yadira Yesenia creyeron que hasta ahí llegaba el negocio.
Pero en junio del 2016, cuando celebraban en un restaurante de la ciudad el cumpleaños de la señora, fueron secuestrados por vehículos de la entonces Procuraduría. A punta de armas, golpes y maltratos les lanzaron: "el jefe Veytia ordena que los lleven ante él".
Gerardo fue encerrado en uno de los cuartuchos con seis agentes de la Procuraduría y un comandante de apellido Valdivia. Fue el primero que lo torturó: con un rifle lo golpearon en la cabeza, la cara y el cuerpo y le volvieron a preguntar cuántas propiedades tenía y cuánto valían.
"Estás jodido”, le dijo el tal Valdivia.
La presión arterial del señor Montoya se disparó y el supuesto comandante llamó a un paramédico para que lo revisara. Así podrían seguir con la tortura.
Hasta las 19:00 horas El Diablo, finalmente, hizo su aparición: entró en el cuartucho con su pistola en la mano y empezó a jugar con ella.
"Estás en problemas", le avisó al señor Montoya.
Le exigió un millón de pesos antes de las 23:00 horas. Era eso o su pase automático al penal de Nayarit. También lo amedrentó al revelarle que él y su banda habían matado a más de mil personas.
"Tú puedes ser el siguiente", advirtió.
Durante la detención, la señora Yesenia fue abusada sexualmente por agentes masculinos y femeninos. Y a su marido Gerardo le informaron de ese abuso, era parte de la tortura. Finalmente, la pareja terminó entregando las escrituras de una casa en Nuevo Vallarta.
Don Agustín, otra víctima
Siempre ha sido un hombre sencillo y muy afectuoso. Don Agustín siempre se refiere a su interlocutor en diminutivo. Recuerda que toda su vida vivió en Compostela, una zona rural de Nayarit. Ahí montó pequeños negocios, como un puesto de frutas y un restaurancito de palapa. También se hizo de una propiedad en el ejido de La Peñita de Jaltemba.
El 10 de abril de 2012, don Agustín conoció el infierno: mientras se dirigía de su trabajo a su casa fue interceptado por hombres encapuchados y armados que conducían un vehículo de la policía de Nayarit. A punta de golpes lo bajaron y lo subieron a la camioneta.
Recuerda que le vendaron los ojos y lo llevaron a un pueblito cercano llamado Las Varas. Para preparar el terreno cargaron su camioneta con drogas y así incriminarlo por delitos de narcotráfico si no hacía lo que le iban a exigir.
Primero fue trasladado a las instalaciones de la Procuraduría de Nayarit, donde fue atado a una silla y torturado por el personal. Después lo golpearon en el abdomen, la espalda, las costillas y más tarde le dieron toques eléctricos a pesar de su edad y sus problemas cardiacos.
Durante las primeras horas don Agustín no sabía quién había dado la orden de torturarlo, hasta que alguien se lo dijo: provenían directamente de El Diablo.
Uno de los operadores del Veytia le dijo a don Agustín que iba a matarlo si no renunciaba a sus tierras. Finalmente El Diablo se hizo presente y obligó al discreto empresario a transferirles una propiedad por un monto de miseria, irrisorio.
Mientras tanto Brenda, la hija de don Agustín, intentaba interponer un amparo para que fuera liberado, así que El Diablo le exigió a Agustín y a su hija a desistir. Accedieron y el señor fue liberado el 12 de abril de 2012. Pero no era un milagro, ni mucho menos: un día después El Diablo fue por todo, y para el 13 se apoderó de las tierras y de los bienes de Quiñones, incluyendo un puesto de frutas.
El caso de don Agustín es uno de los más aterradores. Édgar Veytia le quitó todo lo material y no conforme con eso, unos meses después fue por sus hijas y un hijo.
En noviembre de 2012, Brenda, Iris y Paul, fueron detenidos y acusados de delitos inventados. Cínicamente les informaron que estaban detenidos en represalia contra su padre y para impedir que este emprendiera acciones legales en contra de Veytia.
Iris fue llevada a la enfermería con el pretexto de recibir atención médica, pero durante su estancia fue violada repetidamente por un preso. La otra hija, Brenda, fue recluida en una sección de la prisión para “mujeres sucias”, donde durmió en el suelo con ratas e insectos. Durante su estancia Veytia visitó a Brenda unas tres veces; le ponía una pistola cargada en la cabeza. Así era de sádico.
Paul estuvo detenido en la prisión de hombres de Tepic en condiciones similares. Durante seis meses, estuvo recluido en celdas superpobladas con otros 50 reclusos antes de ser trasladado al pabellón psiquiátrico.
Brenda y Paul permanecieron casi cinco años. El encarcelamiento de las hijas y el hijo se utilizó como presión contra Agustín, y las autoridades advirtieron que permanecerán detenidos y en peligro a menos que accediera a sus exigencias. Terminó por entregarles todo. Ya están en libertad.
Demandar al criminal por tortura
Jorge Peniche, asociado de la organización The G37 Centre, especializada en atender y asesorar a víctimas, es quien acompaña a los afectados en esta demanda, junto con el despacho legal internacional Baker McKenzie –que no está cobrando– y la Clínica Jurídica de la Universidad de California.
Cuenta que lo que buscan es que a las víctimas se les reconozca la tortura que sufrieron, y exponer que al Diablo no se le ha perseguido en México por el delito de tortura.
"Queremos mandar el mensaje que, hoy por hoy, el hecho es que a estas seis personas que fueron sometidas a tortura, [su caso] no se ha ventilado en un foro judicial".
Explica Peniche que este es un esfuerzo de muchos años, pero es el paso que se tiene que dar para buscar justicia fuera de México.
Ahora Édgar Veytia tiene el derecho de nombrar abogados y defenderse de la demanda en un lapso de 30 días. El otro camino es que decida no defenderse y esto se generaría por default, con lo que el juicio continuará sin él.
El experto asociado de The G37 abundó que se busca el reconocimiento en la calidad de personas victimizadas, las cuales son reclamantes que buscan justicia y una compensación económica en materia de daños.
A pesar de las noticias que aseguraban que estaba desaparecido, reveló que El Diablo ya fue debidamente notificado. Es decir que él ya conoce, ahora por escrito, algunas de sus atrocidades.
Veytia está en libertad condicional por cinco años, pero no puede alejarse de la Corte de Distrito Este de Nueva York, lugar donde corrió su acusación por narcotráfico.
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