Algo raro está pasando en TikTok. Están matando a creadores de contenido, van seis casos en los últimos meses, todos ellos de Sinaloa y las causas son dispersas. Aunque todo apunta al narcotráfico, a traiciones y lavado de dinero, hasta ahora tanto la Fiscalía General de Sinaloa y el gobierno estatal han guardado silencio. La que no ha callado es esta red social, desde donde se han viralizado todas esas muertes que, además, tienen un común denominador: la ostentosidad de una vida de lujos.
El pasado 9 de enero, desde una avioneta Cessna, aventaron cientos de volantes en la zona norte de Culiacán. Había dos tipos de volantes, los primeros evidenciaban con fotografías, nombre y apodos, a la escisión de Los Chapitos, encabezada por Iván Archivaldo, Alfredo Guzmán Salazar y, hasta hace poco, Joaquín Guzmán López –a quien los emisarios le ponen en letras mayúsculas El Traidor por entregar al Mayo–, así como Óscar Noé Medina González, El Panu, el jefe de sicarios de los hijos de El Chapo.
Recordemos que, desde el 25 de julio de 2024, el Cártel de Sinaloa se partió en dos y, a partir de ahí, se recrudeció la violencia en todo el pacífico mexicano.
Los segundos volantes, y el objeto de esta historia, incluían los nombres de 27 creadores de contenido, así como de sus familiares, y algunos cantantes famosos con cientos de seguidores. Por ejemplo, entre ellos estaba la familia Toys –un apodo por el que son conocidos–, famosa por subir videos de fiestas excéntricas, presumir sus lujos y viajes.
Como Marcos Eduardo Castro Cárdenas, Markitos Toys, de 26 años, quien se dedica a subir contenido a redes sociales, opinando sobre lujos en su vida cotidiana y a despotricar en contra de quienes critican al narco y a la “plebada” (alusión a jóvenes que se dedican a la delincuencia organizada).
El emisario de estos volantes, lo suficientemente solvente para pagar una avioneta, a todos ellos les puso el mote de El Cártel de los Sapitos –un eufemismo de traidores–. En esa lista a algunos tiktokers les incluía una leyenda que decía “eliminado”, dejando a la imaginación quiénes serían los siguientes en perpetuar la lista.
Lorena, mi guía por este multiverso, es una chica que sabe al dedillo la historia de los tiktokers asesinados y los que están amenazados. Con su acento norteño me asegura en entrevista que el youtuber más llorado ha sido Agustín Paúl El Pinky, quien fue encontrado con huellas de tortura, con el tiro de gracia, atado de pies y manos la mañana del 10 de enero en la capital de Sinaloa.
Un día después, mientras sus seguidores de todo el país inundaban las redes exigiendo justicia, una mano oscura filtraba un video a TikTok. Aparecía golpeado, maltrecho, sin camisa, con un ojo cerrado, interrogado por un sujeto anónimo que le preguntaba qué cosa le prometió la gente del MF, en clara alusión al hijo del Mayo, Ismael Zambada Sicarios, El Mayito Flaco, a cambio de traicionar a Los Chapitos.
Si ya había narcopolíticos, narcoabogados, narcoempresarios, narcoreporteros, narcotaxistas, narcopolicías, narcopescadores, nadie imaginó que en esta era digital unos quizás ingenuos, banales y muy probablemente inofensivos influencers, youtubers y tiktokers no estarían exentos de verse ligados al crimen organizado en México.
Contaminados, permeados o ajenos a la narcocultura, muchos influencers están en la mira de las mafias de Sinaloa. Sólo este mes van seis asesinados.
Una 'influencer' festeja con metralleta dorada cargada de champagne
“¡Le pasaba información al MF! […], de donde se encontraban los chapos, me prometían carros, casas, que me iban a alivianar. Ni un cinco llegó nunca […], ¡andaba panocheando, buscando dónde hallar a los chapos, andar pasando información!”, dice El Pinky a la cámara de un celular, con las manos esposadas, visiblemente espantado, y con una playera atada al cuello. El video se viralizó en minutos.
Antes de eso, El Pinky, de 25 años, ya era famoso en redes sociales –en TikTok sobre todo–, por bailar de forma excéntrica en las calles con música sinaloense y subir en dichos videos pequeños pensamientos carentes de conocimiento académico: “No porque te metan tantos chiles, te sientas bien salsa, mija” o “Mi mamá me dice ‘disfruta tu juventud’ y se enoja cuando llegó a las 4:00 am, ¿Quién la entiende?”.
La combustión interna que vive el Cártel de Sinaloa ha alcanzado su punto de ebullición más alto y ahora hay una especie de cacería en Culiacán en contra de creadores de contenido y artistas, como Peso Pluma –el Doble P, cómo le dicen en este lado del país–, acusados unos de “lavadores de dinero” y otros, de “sapitos” de la organización criminal.
Otra de las amenazadas es Ana Cristina Gastelum –cuñada de Markitos Toys–, una youtuber de 27 años que entre todas sus redes sociales junta cinco millones de seguidores; da consejos de belleza, moda y de vida cotidiana. Al igual que los Toys gusta de presumir sus viajes por el mundo. Su video más visto es el de su despedida de soltera: sentada en una silla de reina de carnaval, portando corona, carga una metralleta dorada, cuyas municiones son nada más ni nada menos que una botella gigante de champagne Moët, al tiempo que baila la canción “Tu patrona” de la reguetonera La Joaqui. Gastelum es toda una celebridad en ese multiverso llamado TikTok.
Sinaloenses 'miran' los videos de amenazas de muerte en TikTok
A inicios de 2025, el infierno llegó a Culiacán en forma de videos cortos que se vivieron como reality shows por las redes sociales. Apareció el video de la tortura del Pinky, así como videos falsos que dan por muertos a la familia Toys y a la propia Gastelum, acusaciones de traición dentro del mundo tan disímil del narcotráfico y de los creadores de contenido. Aquí pululan esquelas falsas, fotografías a las que les añaden un moño negro y una melodía tristona, fúnebre, que se viraliza en minutos.
En 2010 el cineasta Luis Estrada y sus actores, Damián Alcázar (El Benny) y Joaquín Cosío (El Cochiloco) nos enseñaron a través de una ficción tan real que los narcos sembraban el terror con embolsados, colgados y narco cartulinas. Tres lustros después, el Cártel de Sinaloa y sus facciones, Los Chapitos y La Mayiza, apuntalaron que es más efectivo golpear, torturar y amenazar de muerte y luego soltar el video en el ciberespacio, que bañar de sangre las calles.
Las cadenas de mensajes que son reenviados muchas veces en WhatsApp también abonan a esta cruenta guerra de la que están al tanto, no solo los tiktokeros de Sinaloa, sino gran parte del país. Contienen videos bajados, reeditados –para que duren menos de un minuto– y comentados –oh sorpresa– por otros incipientes creadores de contenido. Los lenguajes han cambiado los instrumentos del comunicar y pensar, y el pensar no necesita del ver, le escuche decir a un sociólogo italiano, Giovanni Sartori. Creo que por esta vez se ha equivocado. Al menos en las redes pesa mucho más el ver.
La ostentosidad de los famosos de TikTok y las redes sociales
De influencers arrepentidos vinculados al narco también está lleno TikTok. Para poder contarles esto he tenido que abrirme una cuenta, subí dos contenidos por demás deplorables y olvidables, y chutarme más o menos mil videos.
El algoritmo primero me mostró a la youtuber Yeri Mua –exreina del Carnaval de Veracruz– solicitando a sus seguidores sendas transferencias bancarias si estaban interesados en salir con ella, “me van a ‘funar’, pero toca sacarle dinero a los vatos”, dijo. Después Melissa Navarro salió pidiendo diamantes. Siguió Ricardo Peralta Torpecillo –influencer LGBT+ de La Casa de los Famosos–, también pidió dinero a sus seguidores después de un viaje a Europa que lo había dejado desfalcado.
Y luego de ver a estos socialités del ciberespacio, me aparecieron multiplicados por cien los videos de los sinaloenses, El Pinky, Marquitos Toys y Óscar Antonio López Uribe El Compa Camarón. De este último su hermano, Adrián Antonio, fue asesinado en una balacera en Culiacán el pasado 12 de enero.
Unos días después, El Compa Camarón, quien se describe en sus redes como “actor” y “gallero”, subiría un video afuera de una iglesia en Culiacán donde se dijo dolido por lo que pasa en Sinaloa, “quiero la paz”, dijo. El pecado de su hermano fue ser igual que él, “adicto a la cocaína”, señaló. Ahí en el video, manifestaba su respeto a las dos facciones del Cártel de Sinaloa peleando la plaza. En otro video y luego de ver su rostro en los volantes, se despide de sus hijos al borde del llanto por si le llegara a pasar algo.
El cantante Peso Pluma también apareció salpicado en los volantes. La nota de estar ahí ha salido en medios de Colombia, España, Estados Unidos y demás territorios de América Latina. En México aún se está esperando que dé su propia versión. Al cierre de está edición no ha dicho nada. El ser un artista de talla internacional de música regional, lo ha marginado un poco de la satanización y los juicios que circulan por el internet.
La siniestra lista de los 27 'influencers' de Sinaloa
El volante macabro soslaya que de las 27 personas enlistadas, seis de ellas ya fueron privadas de la vida: José Carlos El Chilango, Miguel Vivanco García El Jasper, Adrián Antonio “N” y Leobardo Aispuro Soto Gordo Peruci.
El Chilango fue el primer tiktoker asesinado el 20 de octubre de 2024. Fue baleado afuera de una gasolinería en el fraccionamiento Músala Isla Bonita. Su video más viral es uno en el que le agradece al Chapo Guzmán y a sus hijos por ayudarlo a ponerse de pie y dejar una silla de ruedas: “Te llevo tatuado en mi corazón, siempre voy a ser gente de El Chapo”, dijo mientras mandaba mensajes de felicitación. Sobre dicho aparato, lucía su cajón de dulces y cigarrillos, pues su sustento económico era el comercio informal.
El Jasper era famoso por subir a TikTok una vida de lujos con caballos cuarto de milla, vehículos Razer y trocas modificadas para ponerles mejor equipamiento para los arrancones. El 23 de noviembre de 2024 fue encontrado muerto en la sindicatura municipal de Quila, estaba vendado y con huellas de tortura, dos días antes había sido secuestrado por un comando armado. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo acusó de estar en la red de distribución de fentanilo vinculada a Los Chapitos.
El Jasper era invitado frecuente en los videos de Markitos Toys, quién tiene más de cuatro millones de seguidores en YouTube y varias cuentas de TikTok (algunas de su propiedad, otras falsas). Se grababan y subían juntos los videos. Markitos Toys tiene su propio corrido realizado por Grupo Delta –cantantes de narcocorridos–, aparece de protagonista del video portando fajos de billetes y conduciendo autos deportivos. Él asegura ser empresario, vender refacciones de autos y gorras. Ocupa el primer lugar en la lista de los volantes arrojados desde la avioneta Cessna.
El 8 de enero, un comando armado irrumpió con violencia en la casa de los padres de Markitos Toys, le prendieron fuego y dispararon en varias ocasiones. Él no estaba presente al momento del ataque. Este mismo incidente fue relatado por el youtuber y anunció que tuvo que salir del país. Para despistar a quienes buscan eliminarlo, sus siguientes publicaciones salen lo mismo desde Madrid, París o La Habana. Al cierre de esta edición, él mismo anunció que estaría radicando en España.
Semanas antes, el propio Markitos Toys fijó una postura, faltaba más, desde su propio TikTok. “Hay vatos muy frustrados, que dicen que yo me voy a lo fácil. Haber tu verga, si es fácil ser narco, cómprense un kilo de perico, pa' que los vendas. ¿Dónde está lo fácil para comprarlo? Valen un billete […], paga un flete para que llegue a su destino […], ponte a arriesgar dinero. A ver si es fácil ser malandro, éntrenle a los vergazos […], no está tan peluca. Yo por eso mejor me hice youtuber. Vivo en una ciudad donde la cultura y el narcotráfico, ese rollo ha destacado mundialmente. Mi respeto pa' la plebada. Algunos de ellos somos muy buenos amigos”.
Finalmente, Adalberto Peña, El Tata, un influencer acostumbrado a subir su rutina de ejercicios, fue asesinado a balazos al interior de un gimnasio de la Plaza Vancouver en Culiacán, el pasado 23 de enero, el único al que no se le conoce relación con contenidos sobre la narcocultura.
Los corridos que aluden al “perico” son de los videos más virales
Génesis, una amiga tamaulipeca adicta al TikTok, me cuenta que la trama de los influencers asesinados es como una micronovela en donde sólo basta “deslizar hacía arriba”, pasar al siguiente video, para que los capítulos con posibles teorías vayan saliendo al azar y por algoritmo: “Todo está en TikTok, en las noticias no ves nada”. Así, TikTok se ha convertido en un tribunal social, una santa inquisición de lo bueno y lo malo; una férrea defensa y un franco ataque entre lo lícito y lo ilícito. Los jóvenes emiten sus posturas cómo en los debates más álgidos que veíamos en la tele de antaño. Y en cada comentario, en cada like, en cada me encorazona, un respaldo a cada uno de los que creen poseer la verdad absoluta.
Todavía no me explico la popularidad de esta plataforma y en qué consiste la ganancia de seguidores. No juega la estética como en el Instagram, ni la información como en X, tampoco dependen del maridaje de texto-imagen como en Facebook o la rapidez cómo en WhatsApp. A los que pasamos del cuarto piso nos cuesta TikTok.
A 20 días de abrir esta red social no paso de 19 seguidores, ya me censuraron un video de la final América-Monterrey, porque alguien atrás de mí le gritó a Álvaro Fidalgo y Henry Martín: “¡Los amo putos!”. Pero esta plataforma ha sido permisiva con toda la apología al Cártel de Sinaloa y al Cártel de Jalisco Nueva Generación. Es más, los narco corridos y los tumbados que aluden al “perico” son de los más virales. Mientras tanto, la cacería continuará. Y el crimen seguirá ocupando esta plataforma de micronovelas, para seguir contando sus verdades absolutas.
GSC/AMP