En época de coronavirus, acceso al agua es vida o muerte: activistas

La higiene es importante contra el covid-19, pero ésta no se puede dar sin usar el recurso hídrico que está en focos rojos en México con zonas en sequía, desigualdad, altos niveles de alteración del suministro, corrupción y falta de fiscalización.

Al menos cinco estados del país están cerca de llegar al Día Cero por el suministro de agua. | Orlando Zamora
Orlando Zamora
Ciudad de México /

El coronavirus ha puesto en evidencia las desigualdades, pero posiblemente el acceso al agua es la que menos se ha hablado. Durante el aislamiento, el uso de este líquido es esencial para la higiene, pero hoy, hay quienes se están aseando con agua sucia, lo que resulta altamente peligroso.

En el informe de 2019 de World Resaurce Institute (Instituto de Recursos del Mundo), se establece que México es la segunda nación latinoamericana en presentar un alto nivel de estrés hídrico, es decir, que la demanda de agua sobrepasa la disponibilidad que hay en el territorio. En la región, solamente es alcanzado por Chile, mientras que a nivel mundial está en el puesto 24 del ranking que es liderado por Qatar, Líbano e Israel.

Baja California Sur, Guanajuato, Ciudad de México, Aguascalientes y el Estado de México encabezan la lista de entidades que están llegando al 'Día Cero' en relación al agua.

Elena Burns, integrante de la organización Agua Para Todos, Agua Para la Vida, afirmó que el coronavirus pegó justo en un momento de crisis, donde 36 millones de mexicanas y mexicanos no tienen acceso al líquido o lo tienen menos de tres veces a la semana.

En entrevista con MILENIO, dijo que las necesidades básicas pasaron a ser bienes de consumo y “la ley de mercado hace que el agua fluya para quien tiene dinero (…) y eso el coronavirus nos lo ponen en la cara: es la vida o la muerte poder tener acceso al agua”.

“El 70 por ciento de las aguas nacionales concesionadas están en manos del 2 por ciento de los titulares; entonces, es una desigualdad tremenda”.

A inicios de la década de los 90 comenzó a regir la Ley de Aguas Nacionales, la que, a juicio de la activista, no contempló responsabilidades claves que deberían tener las autoridades federales, estatales y municipales sobre la disposición, uso y tratamiento del recurso hídrico. 

Pese a que se han hecho reformas en sus artículos, hay un mandato constitucional de 2012 que compromete a las autoridades a cambiar  la regulación, esto se suponía que iba a estar listo en 365 días desde esa fecha, pero han pasado ocho años y urge que se concrete pronto.

“El 14 por ciento de las clínicas indígenas tienen agua, en las escuelas no tienen y todo esto es resultado de una ley de aguas que tenemos desde 1992, bajo la cual los tres niveles de gobierno realmente no tuvieron la obligación de poder, en primer lugar, garantizar agua de calidad para cada familia en el país. No fue obligación y las tentaciones fueron otras”.

Natalia Lever, representante de Climate Reality Project, organización liderada por el ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, la cual apoya a colectivos para la educación y defensa del cambio climático, dijo en entrevista con MILENIO que “el sistema que sustancia toda esta crisis es el calentamiento global: se calienta la tierra, hay un cambio del agua y eso quiere decir que todo ciclo del agua está completamente desequilibrado”.

“Podemos pensar que (la falta del agua) va a tener un efecto en el número de contagios porque la principal manera de defendernos o protegernos de esta pandemia es lavarse las manos con agua y jabón. El consumo de agua en casa habitación tiene ese componente de justicia social, pero el consumo de agua más importante en nuestro país está en la industria, en la agricultura y en las malas prácticas y prácticas de ilegalidad que se incurren en estas dos áreas”.

¿Por qué no podemos tomar agua de la llave en México?

Para Elena Burns, quien también es coordinadora de Proyectos Especiales del Centro para la Sustentabilidad Incalli Ixcahuicopa (Centli) de la Universidad Autónoma Metropolitana, el hecho de que hoy en el país no se pueda dar un consumo directo del agua a través de las llaves de cada casa obedece a factores que se originan en la falta de regulación y supervisión.

“Esto es en parte a la contaminación industrial, que bajo la ley actual, hay casi mil industrias en el país que nunca tuvieron que obtener un permiso de descarga (de agua utilizada), nada más descargan, nadie está ahí vigilando”.
“Hay sólo 85 inspectores en todo el país para 530 mil concesiones. Luego tenemos la minería toxica que utiliza todo tipo de sustancias muy dañinas en ejidales que son muy vulnerables como vimos con Grupo México y hay varios, pero son accidentes anunciados. Por ejemplo, en Sonora todavía no se recuperan de este accidente.

“Y luego tenemos el uso masivo de agroquímicos que entran a los acuíferos, se escurren y contaminan los ríos y no hay ningún control sobre estos, y también tenemos los municipios, y ahí es donde entra la corrupción porque hubo, hace dos sexenios (en el gobierno de Felipe Calderón), muchos recursos para plantas de tratamiento, pero se construyeron y casi mil están abandonadas”.

El rol de la ciudadanía marca la diferencia

Ambas expertas coinciden en la relevancia de la participación ciudadana para cambiar hábitos que van desde el uso del agua, hasta la toma de decisiones políticas que contemplan principalmente este tema.

Elena Burns destaca que durante la pandemia, en los sectores con menos acceso al agua se las están ingeniando para almacenar la que cae en forma de lluvia. 

“Se acaba de gastar más de 50 mil millones en un túnel para deshacernos del agua de lluvia que llega a los altiplanos, cuando una fracción de esta inversión nos hubiera dotado de reservorios distribuidos en distintas partes de la ciudad con agua potabilizable a un costo mucho menor de lo que cuesta traer agua de Cutzamala o de 2 mil metro de profundidad como Sacmex (Sistema de Aguas de la Ciudad de México) está haciendo”.

Para Natalia Lever, los cambios en la ciudadanía también deben contemplar el uso de los recursos asociados al agua, reducir la emisión de gases invernadero, cambiando nuestros sistemas de movilización y energía a formas renovables, cuidar el ecosistema e incluso disminuir el consumo de carne.

“Si el gobierno en agua en un desastre, es muy difícil conocer realmente los datos reales de consumo de agua, de robo de agua, de fuga de agua y de contaminación de agua. Pero ¿qué pasa si nosotros empezamos a realizar nuestros propios datos y los dejamos OpenSearch (en búsqueda abierta y accesible), como tantas otras cosas que se están haciendo a nivel global? Y para allá vamos, hay muchos colectivos que lo están empezando a hacer”.

OMZI

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