La crisis hídrica que enfrentó Nuevo León hace unos años provocó un cambio en un jardín de niños de Apodaca, pues se aprendió a utilizar el agua de lluvia para mucho más que el riego de áreas verdes, sino para huertos urbanos, servicios básicos e incluso para beber.
Verónica Galicia Suárez, directora del jardín de niños ‘Griselda Ruiz Lozano’, en la colonia Ébanos, explicó que buscó afiliarse a un programa de la Fundación Alen para aprovechar el agua de lluvia.
“Tenemos nosotros agua para situaciones de uso para tomar y para el uso común. Nosotros somos muy privilegiados porque en estos días pasados en febrero hubo una megafuga que parte de Apodaca se quedó sin agua, y los padres de familia nos preguntaban si se iban a suspender las clases. A lo mejor no teníamos agua en nuestras casas pero en nuestra institución sí contamos con el vital líquido y tuvimos clases normales”, explicó Galicia.
El sistema aprovecha el tejado de dos aguas del jardín de niños; éste se limpia antes de la lluvia para canalizar la precipitación a través de ductos hasta tambos de plástico llamados “Tlaloques”, en referencia a Tláloc.
En dichos almacenamientos se capta la lluvia de los primeros cinco minutos, esa que limpia el cielo de los contaminantes. De esta forma el agua con mayor cantidad de impurezas se almacena para limpieza y riego de áreas verdes.
Una vez que los Tlaloques se llenan, el sistema de ductos envía el agua de lluvia más limpia por un segundo filtro que evita el paso de hojas, insectos y sedimentos mayores a dos cisternas de cinco mil litros cada una.
Cuando las cisternas alcanzan su máxima capacidad el sistema se cierra; al momento de requerir agua, a través de una bomba eléctrica se envía por ductos para sanitarios, lavabos y llaves en el patio; para consumo humano se envía a un segundo almacén, para luego purificarla con una serie de filtros y potabilizarla.
mrg