Miles de voces femeninas resonaron en las calles de León este 8 de marzo, en una marcha conmemorativa del Día Internacional de la Mujer, en un poderoso acto de exigencia y resistencia. Desde el emblemático Arco de la Calzada, punto de partida de la movilización, hasta la Presidencia Municipal, destino final, la marea violeta dejó una estela de consignas y actos simbólicos y de iconoclasia que reflejaron la urgencia de justicia y la lucha contra la violencia de género.
La marcha, que inició puntualmente a las 4:00 p.m., congregó a un mosaico diverso de contingentes, cada uno portando sus propias demandas y experiencias. Familias de víctimas de desaparición y feminicidio, con rostros marcados por el dolor y la exigencia de verdad, encabezaron la movilización.
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Colectivos feministas, con sus pancartas y consignas, exigieron el fin de la impunidad y la construcción de una sociedad más justa. Grupos en apoyo a Palestina, con banderas y kufiyas, manifestaron su solidaridad con las mujeres que sufren el conflicto en esa región.
A lo largo del bulevar Adolfo López Mateos, la marea violeta avanzó al ritmo de tambores y consignas. "Somos mujeres, somos malas y podemos ser peores", coreaban las manifestantes, desafiando los estereotipos y apropiándose de su poder. "No somos una, somos todas", resonaba en el aire, reafirmando la unidad y la fuerza colectiva.
A la altura del paradero del Expiatorio del sistema de transporte público "Oruga", la marcha tomó un giro más confrontativo. Integrantes del Bloque Negro, un contingente conocido por su presencia en manifestaciones feministas, realizaron pintas en paredes y mobiliario urbano, rompieron cristales de paraderos y dañaron semáforos, expresando su hartazgo ante la inacción de las autoridades. Se colocaron pancartas en puentes peatonales cercanos, como el ubicado en la calle República, con mensajes alusivos a la lucha feminista y la exigencia de justicia.
Al llegar a la Presidencia Municipal, la tensión alcanzó su punto álgido. Un grupo de manifestantes, incluyendo integrantes del Bloque Negro, prendió fuego a la puerta principal del edificio, en un acto simbólico de repudio a la inacción de las autoridades ante la violencia de género. La presencia de manifestantes con banderas de Palestina añadió un elemento internacional a la protesta, conectando la lucha de las mujeres leonesas con la de mujeres en otras partes del mundo.
Miles de mujeres participaron en la marcha, expresando sus demandas a través de consignas, pancartas, megáfonos y performances. La exigencia de justicia por las víctimas de feminicidio y desaparición fue una de las principales demandas, así como el rechazo a la violencia de género en todas sus formas. Las manifestantes también exigieron políticas públicas efectivas para prevenir y erradicar la violencia, así como la garantía de sus derechos sexuales y reproductivos.
La marcha del 8M en León dejó una huella imborrable en la ciudad, recordándonos que la lucha por la igualdad y la justicia está lejos de terminar. La jornada transcurrió sin incidentes graves, demostrando la capacidad de las mujeres para organizarse y movilizarse. La marcha concluyó con un llamado a la unidad y a la lucha continua, reafirmando el compromiso de seguir alzando la voz hasta lograr una sociedad libre de violencia y discriminación.