"Me da miedo cada vez que tiembla": capitalinos padecen secuelas de sismos

Los habitantes de la Ciudad de México han crecido en una zona de sismos de alta intensidad, los cuales se han duplicado la última década.

Los sismos de 2017 causaron daños en cientos de inmuebles | Omar Franco
Rafael Montes y Rafael López
Ciudad de México /

“Nunca me había tocado sentir un temblor así de fuerte, que todo se moviera tanto… después, le agarré mucho miedo a los temblores y ya me da miedo cada vez que tiembla”, platica Salvador, un adolescente de 13 años que creció en la unidad habitacional Tlatelolco, al recordar el sismo del 19 de septiembre del 2017, el más fuerte que ha sentido en su corta vida.

Él y sus dos hermanos menores recuerdan claramente las escenas que vieron ese día desde el patio de su escuela primaria, la Fray Melchor de Talamantes, construida entre los altos edificios de la unidad habitacional.

A sus 13 años, a Salvador le tocó vivir el fuerte sismo del 19 de septiembre del 2017. |Juan Carlos Bautista
“Vi cómo se estaba moviendo el edificio de junto y veía cómo se estaban cayendo las roquitas y me daba miedo que se cayera”, recuerda su hermano José María, que hoy tiene 11 años, pero en 2017 era un pequeño de sólo siete.

Ellos, como muchas otras generaciones de capitalinos, han crecido con la mala fortuna de padecer sismos de alta intensidad, los cuales se han duplicado en la última década.

En los últimos 10 años, del 2012 al 2021, el número de sismos mayores a magnitud 6.0 que han golpeado a la Ciudad de México se incrementó en 123 por ciento con respecto a los 10 años previos, de acuerdo con estadísticas del Servicio Sismológico Nacional (SSN).

Xochimilco fue una de las zonas más afectadas en la Ciudad de México | Omar Franco

En el último decenio, la capital del país ha resistido el impacto de 38 sismos de alta magnitud, cifra que duplica fácilmente los 17 movimientos telúricos registrados entre 2002 y 2011.

El sismo del 19 de septiembre de 2017, el último gran sismo que ha pegado en la Ciudad de México, tuvo su epicentro a 8 kilómetros de Chiautla de Tapia, Puebla, y dejó 369 personas muertas, de las cuales 228 radicaban en la capital del país.

Se trató de un epicentro poco común, pues la historia sísmica de nuestro país se concentra en la costa occidental del país.

Como gran parte del territorio de la Ciudad de México está ubicado sobre grandes depósitos lacustres muy blandos y compresibles con altos contenidos de agua, contribuye a la amplificación de las ondas sísmicas.

“Son como olas”, describe Antonio Fonseca, antiguo habitante de la unidad Tlatelolco que hace 36 años fue testigo presencial del derrumbe del edificio Nuevo León, la mañana del 19 de septiembre de 1985, cuando ocurrió un sismo de 7.1 grados Richter que le quitó la vida a más de 20 mil personas y que ocasionó grandes daños en la zona centro de la ciudad con el derrumbe de edificios públicos y otros emblemáticos.

“Para mí fue algo muy intenso. Fue como si el suelo se comportara como agua, como el mar, para hacer un símil, y en un momento dado el módulo central del edificio Nuevo León se elevó y de pronto, cayó y yo, que estaba a unos 15 metros, que estaba sosteniéndome del soporte del andador, terminé en el suelo. Fue una sacudidota”, relata.

Antonio Fonseca, habitante de la unidad Tlatelolco, fue testigo del derrumbe del edificio Nuevo León, en 1985. |Juan Carlos Bautista

Septiembre, el séptimo mes con más temblores

En la misma fecha en que vio cómo caía el edificio Nuevo León, pero de 36 años después, en 2017, don Antonio Fonseca también estaba en Tlatelolco, pero en esa ocasión vivió el sismo desde su departamento en el piso 10 del edificio Chihuahua, con vista hacia la Plaza de las Tres Culturas.

“Me puse en el muro de carga y miré hacia la ventana, vi cómo se cayó el campanario de la iglesia de Santiago y sí, las paredes de mi departamento empezaron a tener fisuras en las paredes del baño”, recuerda.

Aunque se ubica al mes de septiembre como el periodo de mayor actividad sísmica en el país, en realidad, los datos del SSN revelan que el periodo con más sismos de gran magnitud en los últimos 10 años es abril con siete temblores, seguidos por mayo y septiembre, con cinco casos cada uno.

Si se observan las estadísticas de los últimos 100 años, el periodo con más sismos de alta magnitud es diciembre, con 26 casos; le siguen enero, con 24 casos; junio, con 23 y abril, con 21 temblores.

Históricamente, septiembre se ubica como el séptimo mes con más temblores, al sumar 18 movimientos telúricos.

Los registros del SSN apuntan que, en los últimos 10 años, las costas de Chiapas han registrado la mayor actividad sísmica del país al registrar el epicentro de 16 temblores mayores a los 6 grados Richter; le siguen Guerrero, con nueve fenómenos y Oaxaca, con otros seis.

La parte sureste del país concentra el 81.5 por ciento de los 38 sismos que se pudieron percibir en la capital del país en el último decenio, un porcentaje coincide con la media histórica de que 80 por ciento de todos los movimientos telúricos se generan en las costas de Chiapas, Guerrero y Oaxaca.

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Nueva cultura sísmica

Y aunque aseguran que es difícil afirmar que los capitalinos están acostumbrados a los sismos, las condiciones con las que los viven los más jóvenes, son diferentes a las que se vivieron hace 36 años.

Por ejemplo, los hermanos Salvador y José María practican constantemente los simulacros en sus escuelas.

“En la primaria, no siempre salían bien porque siempre nos regañaban a mí y a mi grupo porque habíamos bajado muy lento o muy rápido o nos decían que para ese momento ya se habría caído el edificio”, dice Salvador.

-¿Cuáles son las tres indicaciones que te piden que te aprendas?- se le pregunta a su hermano.

"No corro, no grito y no empujo".

-¿Y se cumplen?

"Pues más o menos- confiesa el pequeño de 11 años- correr, lo hacen, pero empujar y gritar no, bueno, gritar sí".

Habitantes de otros edificios también han aprendido la lección. Yutsil Sánchez se mudó al Multifamiliar de Tlalpan después de que uno de los edificios de ese conjunto se derrumbó el 19 de septiembre de 2017 y murieron nueve personas, entre adultos y niños.

Ella confía en que el reforzamiento que hubo de esos edificios aguantará otro sismo similar. Pero para evitar quedar atrapados, como le ocurrió en 2017 en el departamento en el que entonces vivía, cerca de ahí, decidió hacer cambios al interior de su vivienda.

“Hemos cambiado el orden en casa, por el pasado, por las instalaciones, por todo, para que no tengamos cosas que nos obstruyan para salir. Movimos muebles, en el sismo pasado nos tocó que se cayeran libreros en la entrada. Ese tipo de cosas las aprendimos para no obstruir la salida”, explica.

Foto: Juan Carlos Bautista

Don Antonio Fonseca se muestra confundido cuando se le pregunta por qué sigue viviendo en Tlatelolco después de todo lo que ha vivido allí. Pero justo esas vivencias son lo que lo atan a la emblemática unidad habitacional.

Foto: Juan Carlos Bautista


Va teniendo uno, a lo largo de la vida, muchas pérdidas y luego también abandonar aquí es como otra pérdida, uno se va quedando solo; aquí es donde yo crecí, yo llegué cuando estaba a la mitad de la preparatoria, en el 67”, dice.

-Entonces, ¿usted va a seguir viviendo aquí para siempre?

"Por ahora, sí- dice el hombre de 71 años".

FS

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