Hace 86 años nació Josefina Bautista, en San Andrés Calpan. Procreó tres hijos, dos de los cuales radican en Estados Unidos, desde donde le mandan dinero para su manutención y están al tanto de lo que le ocurre y necesita, sin embargo, quien la cuida es su hija, quien acude diario a su casa para estar al pendiente y asistirla.
A pesar de las atenciones, Josefina dice sentirse triste y sin los cuidados que todos los días le proveen. Incluso, durante la charla muestra que tuvo que colocarse un cartón entre sus pies y zapatos para evitar sentir el frío. Esto a pesar de que sus nieta e hija le insistieron en colocarle unas tobilleras gruesas, lo que rechazó.
De igual forma, pidió mantenerse con el mandil, que todos los días porta; y contradijo emplear un plato para desayunar. Ella quiso usar una cacerolita.
Asimismo, cuenta que está sola, lo que causa extrañeza en su hija y nieta, la cual vive con ella.
Josefina padece diabetes y producto de la edad ya perdió masa muscular y peso. Su talla es mínima.
Maricarmen, su nieta, lamenta que su abuela poco o nada valore los cuidados que recibe, así como las actitudes que de pronto tiene de quejarse con la gente de situaciones que no vive. Ataja su comentario y acepta que es difícil llegar a la vejez y tener que depender tanto. “Lamentablemente vivimos en una sociedad que adora la juventud. De pronto perdemos de vista que la vejez no es una enfermedad sino una fase de la vida, y deberíamos, en consecuencia, ser capaces de construir una sociedad para todas las edades”.
Dulce María Judith Pérez Torres, psicóloga social y doctora en pedagogía quien labora en la Upaep, señala que el concepto de jubilación “ha sido un concepto malvado, porque parece ser que la persona va a tener que sufrir y padecer por haber trabajado y por no recoger aquello que ha sembrado, entonces esta persona pierde el poder adquisitivo que tenía al principio, pierde muchas veces la capacidad de decisión y otra cosa, las enfermedades están a la puerta de la esquina, sobre todo si no se cuidó”.
Apunta que en nuestro país, la etapa productiva se supone que termina a los 60 años, “y hoy es a los 65, pero hay gente que todavía quiere estar a los 70”.
Resalta que por fortuna muchas empresas actualmente están trabajando en la preparación de la jubilación. Considera que los jóvenes tenemos que aprender a esperar y llevar los ritmos de las personas adultas.
Comenta que si el adulto todavía tiene ese ímpetu y deseo de salir debe hacerlo, pero enseñarle que debe de llevar documentos que le permitan su identificación. “Datos para que no se pierda. Un extra de dinero, si lleva 20 pesos que lleve 30 para que esos 10 pesitos pueda abordar una combi si es que se pierde. Llevar teléfonos, porque algunos se pierden en esta macro ciudad que actualmente tenemos, pero pueden ir a una tiendita y pedir que lo apoyen”.
También sugiere permitir que la persona viva con sus recuerdos. “Es muy doloroso cuando los hijos dicen, ‘vamos a cambiarte la casa y vamos a ponerte ahora la casa con un color morada’, y la persona vive con un color rosa, porque vive con sus recuerdos”.
Establece que debe permitírsele que oiga su música porque “le evoca a sus difuntos, a sus buenos momentos”.
En Puebla enfrentan discriminación
De acuerdo con la Encuesta Nacional Sobre Discriminación 2017 (Enadis), Puebla se encontraba dentro de las cinco primeras entidades con la más alta prevalencia en discriminación junto con Colima, Guerrero, Oaxaca y Morelos.
Dicho estudio marca que la edad es el cuarto factor por el cual los mexicanos se han sentido discriminados, siendo un 26.9 por ciento hombres y 25.9 por ciento mujeres quienes lo han padecido; que un 57 por ciento de la población mayor siente que se le respeta poco; y que hay quienes ni les rentarían una vivienda ha dicho sector de la población y otro porcentaje descarta darles empleo.
Mientras que el 16.1 por ciento de los encuestados con más de 60 años de edad, declaró haberse sentido discriminado en al menos un ámbito social, tales como la calle o el transporte público, trabajo o escuela, y en la familia.
Asimismo, el 61.1 por ciento de los encuestados declaró haber experimentado al menos una situación de discriminación en los últimos cinco años, tales como rechazo o exclusión de actividades sociales; le hicieron sentir o miraron de manera incómoda; insultos, burlas o le dijeron cosas que le molestaran; amenazas, empujones o jaloneos; y le obligaron a salir de una comunidad.
MPL