Los trabajadores que realizan home office o actividades remoto enfrentan diferentes dificultades durante la pandemia: 61 por ciento considera que está gastando más recursos; mientras que 52 por ciento carece del mobiliario necesario para el desarrollo de sus actividades.
De acuerdo con el “Informe: Estado del Trabajo Remoto en México durante la pandemia del Covid-19”, realizado por el Observatorio de Competitividad y Nuevas Formas de Trabajo de la Escuela de Negocios de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep), ante la pandemia de la covid-19, 28.6 por ciento de los trabajadores que, actualmente, realizan labores de forma remota, vieron disminuidos sus ingresos; y para 19.5 por ciento se redujeron sus prestaciones.
El estudio revela que 25.6 por ciento de los trabajadores carecen de un espacio designado para el trabajo remoto; mientras que solo 38 por ciento cuenta con mobiliario ergonómico para realizar sus actividades; 38 por ciento siente que se distrae con mayor frecuencia; y a 46 por ciento le cuesta mantenerse motivado.
La investigación de la universidad poblana detalla que el movimiento al trabajo desde casa durante la pandemia se llevó a cabo de manera abrupta, sin el tiempo suficiente para preparar los espacios del hogar para el desarrollo de trabajo de oficina, que implica más de ocho horas sentados frente a una computadora.
Al menos, 52.2 por ciento de los trabajadores del estudio señalan que no cuentan con mobiliario ergonómico dentro de sus hogares para trabajar de manera remota; 38 por ciento consideran que sí lo tienen; mientras que cerca del 10 por ciento mantienen una posición neutral al respecto.
“Tradicionalmente, ha sido la mesa de la cocina o del comedor, el sillón de la sala, o un espacio en la recámara, donde se realiza el trabajo remoto. Otras veces, puede haber un escritorio y una silla, pero sin la capacidad de ajuste necesaria para proporcionar un entorno de trabajo adecuado a largo plazo, lo cual puede afectar la salud y el bienestar laboral”, detalla el análisis.
Los cambios en las condiciones laborales afectan, de manera particular, a quienes no estaban preparados para adoptar una nueva forma de trabajo, especialmente, porque no contaban con las condiciones básicas de ergonomía, como una estación de trabajo, lo cual puede, en el mediano plazo, generar lesiones o problemas de salud relacionadas con el trabajo. De manera adicional, el espacio disponible en el hogar, las condiciones de cohabitación, la falta de privacidad y las distracciones constantes, tienden a afectar tanto la salud como la productividad laboral.
La investigación resalta que la casa se convirtió en una oficina temporal; sin embargo, el ruido normal del hogar con frecuencia interfiere con el trabajo remoto, especialmente al realizar videoconferencias. Los hogares con un plano abierto dificultan la privacidad.
El 73.4 de los trabajadores que realizan home office o actividades remotas cuentan con una habitación en la cual puedan cerrar la puerta para trabajar de manera remota sin interrupciones; mientras que 45.6 por ciento de los encuestados manifestó utilizar una pantalla o situarse en un lugar determinado para evitar que otros participantes de las videoconferencias puedan ver su hogar.
Cynthia Montaudon Tomas, directora del Observatorio de Competitividad y Nuevas Formas de Trabajo de la Upaep, explicó que, durante el trabajo remoto algunas empresas promovieron el acceso remoto de los empleados a sus computadoras en la oficina; mientras que otras permitieron que se trasladaran los equipos de cómputo de oficina a los hogares de los trabajadores, especialmente en los casos en los en que no se contaba con un equipo de cómputo propio, cuando varias personas requerían usar dispositivos de manera simultánea para estudio o trabajo, o bien, cuando se requería el acceso a programas o aplicaciones que los empleados no tenían instalados en sus computadoras personales.
“En general, 39.8 por ciento de los participantes se llevaron la computadora de la oficina a casa durante la pandemia”, destacó.
mpl