Rescatan la arquitectura de las haciendas con fotos y acuarelas

A partir de recorridos, Ambrosio Guzmán recuperó la memoria arquitectónica de 452 haciendas de Puebla.

Arquitectura de la Memoria, haciendas poblanas. (Andrés Lobato)
Ambrosio Guzmán. (Andrés Lobato)
Rafael González
Puebla /

El arquitecto Ambrosio Guzmán Álvarez combinó su pasión por los recorridos en jeep, la pintura, fotografía y los diseños arquitectónicos de las haciendas para contar la historia de estas fincas agrícolas con una serie de acuarelas y fotos, en las que se ofrecen la naturalidad del paisaje que las caracteriza.

En 523 páginas, el titular del programa de conservación y rescate de los inmuebles que forman parte del patrimonio de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), de 1973 hasta 1987, recuperó el testimonio de 452 haciendas en su obra: “Arquitectura de la memoria: haciendas poblanas”, la cual fue editada por la máxima casa de estudios en octubre de 2013.

“Van tres ediciones, cada una de dos mil ejemplares”, informa el también autor del timbre postal conmemorativo al cincuentenario de la UAP (1937-1987), en el que plasmó las escaleras principales del Edificio Carolino en 1987: “Tuvo un tiraje de un millón de estampillas y un costo de 200 pesos cada una, pero a mí solo me dieron un timbre”, cuenta mientras lo muestra enmarcado y fijo en un muro de la sala de su casa.
Ambrosio Guzmán. (Andrés Lobato)

En cuanto al génesis de su obra, narra:

“A mí siempre ha gustado la acuarela, así que los fines de semana me iba a pintar al campo y me encontré varias haciendas. Siempre fui vago. Empecé con la bicicleta, luego con la moto, luego con los jeeps y formamos un club. Al poco tiempo descubrí los GPS (Sistema Global de Posición), nos conectamos con gente de Veracruz y varias partes y les hacía los recorridos y se los mandaba por posición geográfica. Un buen día consideré que ese aparato me podía servir para algo más y empecé a fijar las haciendas y recorrerlas. Fue así como nació el proyecto”. Añade que el siguiente paso fue realizar la investigación científica y la consulta bibliográfica.

El especialista en restauración ataja para decir que antes de hablar del libro, que fue editado por el Instituto de Ciencias y Humanidades de la UAP, a cargo de Francisco M. Vélez Pliego, en una edición de lujo, es necesario identificar cuál es la diferencia entre hacienda y rancho.

“La hacienda va a estar cercada con portón de ingreso. Luego el eje principal de una hacienda es la casa del patrón. Alrededor de ella va a girar todo lo demás, en primer lugar tiene que estar muy cerca una capilla privada. Por el aspecto religioso, el patrón tenía mucha participación: ‘era pecado robar’, ‘era pecado no trabajar’; por ello, había una relación muy cercana entre los hacendados y la Iglesia. Así fue como las haciendas empezaron a prosperar”.

Apunta que luego de la capilla aparecen los cuartos donde se guardaba la producción: gallineros, trojes, caballerizas y establos.

“Algo muy importante que se va a presentar en todas es el torreón para vigilancia, tanto por si alguien se acercaba como para que no salieran las cosas”. Completan la lista las áreas de servicio: tienda de raya, habitaciones de los peones, servicio médicos y bomberos: “Muchas tenían acceso a los bosques por lo que tenían bomberos”.

Informa que los ranchos generalmente no estaban cercados ni contaban con una casa del patrón

“Eran mucho más humildes y carecían de grandes bodegas. Había una bodega pero ahí guardaban desde la producción hasta mecanismos para la producción, como palas, carretas, carretillas y demás”.

Arquitectura de la Memoria, haciendas poblanas. (Andrés Lobato)

Papel de las haciendas en la historia

Ambrosio Guzmán Álvarez considera que la Revolución Mexicana satanizó a los hacendados, muestra de ello es que Lázaro Cárdenas planteó durante su mandato que tenía que haberse conservado el sistema de haciendas:

“Pero sin el hacendado; la hacienda mantuvo económicamente a toda la Colonia y parte de Independencia; y en el México republicano la hacienda seguía produciendo”.

Estima que el reparto agrario finiquitó este sistema de producción, ya que máximo le entregaron de cuatro a nueve hectáreas a cada beneficiado: 

“La revolución mantuvo a la hacienda como una propiedad privada pero ya muy limitada según si eran de riego, de temporal, se les quedó un área de protección para los propietarios antiguos. Mucho de ello empezó en la revolución y se salieron del país”.

Por lo anterior, estos inmuebles quedaran abandonados, lo que originó su deterioro: 

“Aquí observé algo simpático porque están abandonadas y los campesinos se acercan y empiezan a construir, pero no adentro ni la restauran y hay una explicación, ahí la religión jugó un papel importante: ‘No es tuyo. Estás robando. No te metas’; y luego, todas tenían su aparecido, ninguna se salvó de las que visité. Me decían que en las noches se les aparecía o una chica de blanco, ‘La Llorona’, que era la hija del dueño, o de plano se les aparecía el dueño a caballo y sin cabeza y eso les daba pánico; entonces, nunca invadieron ni se pusieron a restaurar la casa”.
“Arquitectura de la memoria: haciendas poblanas”

contiene:

  • Ubicación de cada uno de estos inmuebles que surgieron a partir del virreinato
  • Datos de su fundación
  • Fotografías actuales y en aquellos casos en los que no pudo obtenerlas por sus malas condiciones, ya fuera por desaparición o destrucción de los edificios, se dio a la tarea de hacer su reconstrucción en acuarelas.

“Fue una labor que duró poco más de cinco años”, afirma.

Recuerda que fue una labor compleja, ya que en algunas encontró obstáculos para ingresar por parte de los propietarios. Este documento invaluable, al que dedicó su autor una acuciosa investigación, contiene los datos de todas las haciendas asentadas en la entidad y su estado hasta el 2013.

Arquitectura de la Memoria, haciendas poblanas. (Andrés Lobato)

El 50% se encontraba en buenas condiciones y activas

Con el apoyo del entonces senador Germán Sierra Sánchez, quien formó la Asociación Antiguas Haciendas de Puebla AC, Ambrosio Guzmán pudo conversar con los expropietarios y actuales dueños de estos espacios para conocer su actividad y estado actual, “que estén en buenas condiciones, la mitad”.

Evoca que a través de ese organismo se buscó reforzarlas en el área agrícola, “les hizo programas y proyectos, les ayudó económicamente y luego se acabó”.

Apunta que en su estudio encontró datos que lo sorprendieron, como el de la hacienda de San Diego Jalapasco, la cual contaba con una extensión de 22 mil 14 hectáreas, e incluía al Pico de Orizaba.

Señala que la casa principal, ubicada junto al cráter llamado Jalapasco, fue tan productiva y próspera que contaba con su propio ramal del ferrocarril, un hospital, incluso un boliche.

También halló propiedades eclesiásticas, es decir, hubo órdenes religiosas como la de los jesuitas que las tuvieron bajo su propiedad, “siete haciendas tuvieron los jesuitas hasta que los despidieron del país”.

De igual forma, subraya la importancia que tuvo la hacienda molino de Guadalupe, propiedad de Marcelino García Presno, “quien al adquirirla ya estaba en decadencia y no la quiso restaurar así que hizo una hacienda nueva, esto en 1909”.

Agrega que fue importante en la producción e industrialización de la zona, porque junto al río Zahuapan construyó un molino de trigo, además de varias fábricas de hilados y tejidos, así como aserraderos.

“Construyó un sistema ferroviario interno para bajar la madera del Iztaccíhuatl y todavía están los puentes (…) lo mismo encontré en la hacienda de Jalapasco. Tenían un vagón elegantísimo y lo movían con la maquinita que estaba bajando la madera del Pico de Orizaba”.
Arquitectura de la Memoria, haciendas poblanas. (Andrés Lobato)

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