Los súbditos que lanzaron la campaña “¡Otros 70 años no!” hace sólo siete meses, el 2 de febrero, el día en que Elizabeth II festejó sus 70 años de reinado, no estaban pensando que la monarca podía cumplir ese periodo y llegar a los 166 años de vida, por mucho que hubiera demostrado una longevidad a prueba de todos los males.
“Mientras una minoría ruidosa quiere celebrar, debemos empezar a ver hacia el futuro”, sostuvo en ese momento Graham Smith, a nombre del movimiento republicano británico. “La perspectiva de tener un rey Carlos no es feliz, y hay una buena alternativa democrática”, la de que “como nación somos bastante capaces de elegir a nuestro jefe de Estado”. “El costo no es sólo financiero”, continuó, “hay un costo para nuestro estatus como ciudadanos y para nuestros principios”.
Ante las noticias de la mala salud de la reina (y su posterior fallecimiento a los 96 años), los dirigentes del grupo de presión Republic (fundado en 1983), el mismo Smith (director ejecutivo) y Robbie Parker (presidente), pidieron respetar la privacidad de la familia real y anunciaron que por el día de hoy no harán pronunciamientos públicos.
Sin embargo, en su páginarepublic.org.uk, siguió activa la campaña que reemplazó a la de febrero: “Hagamos de Elizabeth la última. #AbolamosLaMonarquía” (#AbolishTheMonarchy), bajo la advertencia: “¡La sucesión ya llegó!”
Con raíces en el siglo XVII, el republicanismo es fuerte en el Partido Laborista y en los partidos nacionalistas de Escocia y de Irlanda del Norte, además del Verde. Una encuesta de mayo de 2021 le da una popularidad de apenas un 24 por ciento frente a un 61 por ciento de apoyo a la monarquía. Pero este se ha ido reduciendo y los jóvenes ya no la quieren: en el grupo etario de 18 a 24 años, por ejemplo, sólo simpatiza con ella un 31 por ciento, frente a un 41 por ciento que prefiere un jefe de Estado electo democráticamente.
ESCÁNDALOS Y REPUBLICANIZACIÓN
Después del accidentado matrimonio del príncipe heredero y Diana Spencer —con su trágica muerte—, la familia real ha estado sacudida por escándalos como los del príncipe Harry, quien se disfrazó de oficial nazi y ha padecido el hostigamiento de sus parientes por su matrimonio con una mujer mestiza. También están las acusaciones de una menor de edad que dice haber sido esclava sexual del príncipe Andrew.
“En sólo doce meses, los royals han sido acusados de racismo, hipocresía sobre al cambio climático, abuso de fondos públicos, secrecía, dinero a cambio de honores, dinero a cambio de acceso y todo lo asociado con el príncipe Andrew, incluyendo protegerlo de la justicia", sostuvo Smith en febrero.
Los republicanos creen que estos antecedentes y la impopularidad del príncipe Carlos acelerarán el cambio de actitudes en la sociedad británica.
Pero las mejores noticias para ellos provienen de la republicanización de las antiguas colonias del Imperio: Elizabeth II llegó a ser reina de 32 países, pero al momento de su muerte sólo lo era de 15 (Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Antigua y Barbuda, Las Bahamas, Belice, Grenada, Islas Salomón, Jamaica, Papúa Nueva Guinea, Santa Lucía, San Kitts y Nevis, San Vicente y las Granadinas y Tuvalu, además de Gran Bretaña). La isla caribeña de Barbados es la que más recientemente abandonó la monarquía, y Jamaica, Bahamas y Belice están en ese proceso.
“¡Barbados nos hizo un gran favor”, proclama la página de Republic, “al mostrarnos a todos en la Commonwealth (Mancomunidad Británica de Naciones) qué tan simple puede ser”.
No obstante, tal vez lo más doloroso para los royals ingleses es que, si Escocia logra el proyecto, anunciado por la ministra principal Nicola Sturgeon, de llevar a cabo un referéndum para separarse de Gran Bretaña y reincorporarse a la Unión Europea (como resultado de la sonora oposición escocesa al Brexit o salida de la comunidad continental, que consumó el ya exprimer ministro Boris Johnson), lo hará como república.
Además, los independentistas del Sinn Féin ya son mayoría en el parlamento de Irlanda del Norte y Australia –la que en 16 ocasiones recibió con vítores a Elizabeth II– nombró el 1 de junio a un “ministro para la República”, Matt Thistlethwaite, que deberá encargarse de llevar a cabo una de las propuestas de campaña con las que el Partido Laborista de ese país ganó las elecciones de mayo pasado, la de “establecer una república australiana con un jefe de Estado australiano”.