¿Conoces qué es el síndrome del impostor?

La persona que tiene el síndrome tiene la idea de no ser suficiente o capaz por lo que pierden muchas oportunidades de realizar actividades.

La presencia del síndrome del impostor se remite a la infancia. (Freepik)
Sofía Gamón
Torreón, Coahuila /

Si al llegar a una entrevista de trabajo o al presentar un examen complicado el único pensamiento que pasa por tu cabeza es que no tienes la capacidad, te irá mal o simplemente no mereces el resultado favorable, tal vez tienes el síndrome del impostor.

La licenciada Vanessa Macías, psicóloga clínica, recalca que el síndrome del impostor no es una enfermedad mental, sino que es una alteración que se presenta en el funcionamiento psicológico.

“Es una incapacidad para que la persona acepte los logros, todas estas metas o cosas que vaya logrando por sí mismo y se considera inferior a los demás, en este caso aunque tengan muestras que son capaces de hacerlo siempre se van a sentir inferior”, explica la psicóloga.

Vanessa Macías, psicóloga clínica, explica las causas del síndrome del impostor. (Cortesía)

Existen ciertas distorsiones cognitivas que están presentes en el discurso de la persona que tiene el síndrome. Es decir, se presenta una falla en el procesamiento de la información y la percepción del individuo está distorsionada debido a una inferencia o conclusión que llega por un contenido del pensamiento que alterara la respuesta emocional adaptativa. ¿Cómo lo explicamos?

La persona que tiene el síndrome del impostor tiene la idea de no ser suficiente o capaz, por lo que la respuesta emocional que presentará será tener ansiedad o miedo ante sucesos cotidianos como presentar un examen o acudir a una entrevista de trabajo. Si la persona no cuenta con las habilidades en ese momento para cumplir con los requisitos laborales que se requieren, por ejemplo, optará por creer que en ningún momento podrá aprender a realizarlas.

“Estas personas que tienen el síndrome piensan que no podrán aprender a hacerlo, se les cierra el mundo y pierden muchas oportunidades por esto”.

¿Cuáles distorsiones cognitivas se presentan?

Distorsión del perfeccionismo, la persona piensa que debe cualquier actividad o trabajo que realice debe ser perfecto y ser el mejor sino no vale y está todo mal.

Pensamiento dicotómico, es decir, no hay puntos medios. a algún lugar en lugar de pensar que tal vez no era lo que estaban buscando pero en otro lado sí, ya piensa que hay un fracaso, eso no quiere decir que no sea suficiente

Baja autoconfianza, no confía en sus capacidades, muchas veces llegan a pedir que otras personas hagan sus actividades por el medio a equivocarse y a realizar cosas.

Maximización y minimización, la persona exagere completamente lo negativo que puede haber de la situación y minimiza las cosas positivas que hace. 

Debo y tengo, la persona siempre tiene la idea que debe entender a la primera. En realidad, cada persona tiene su propia capacidad de aprendizaje, sus tiempos y debe ser paciente.

Etiquetación, puede ser que desde niño se haya puesto o en la escuela se le haya quedado. Por ejemplo el decir: yo no soy buena estudiando, yo soy más extrovertido, yo no soy tanto de estudiar.

Predicción principalmente en el futuro, una certeza constante a futuro de un resultado negativo.

¿Cuáles son las causas?

La psicóloga explica que la presencia de síndrome del impostor ser remite a la infancia, cuando el niño o niña tiene muchas exigencias por parte de sus padres y cuando no cumple con las expectativas, el niño crecerá con la creencia que por más que se esfuerce, no será suficiente para complacerlos y su valía, entonces, depende únicamente de sus logros.

Las etiquetas o idean que plasman los padres y madres de familia en los niños y niñas pueden, en ocasiones, generar una sensación de inseguridad y sobre esfuerzo. “Pueden presentarse estas cuestiones de ansiedad desde niños, que ya los vemos que no quieren ir a la escuela, no quieren comer, porque piensan que les va a ir muy mal”.

¿Qué hacer?

Trabajar con la autoconfianza, la fuerza emocional y el autoestima debe empezarse desde la infancia, para evitar que los más pequeños lleguen a ser jóvenes o adultos que se crean incapaces de obtener algún logro, rechazando sus méritos y sus habilidades.

Macías comenta que es importante ser más compasivos con el tiempo que se tarde el niño en hacer ciertas cosas, además de darles más educación emocional que les permita sentirse capaces de lograr cualquier meta y, en dado caso, saber que puede tener dificultades para realizar algunas actividades pero que contará con el apoyo de papá y mamá y no quiere decir que sea insuficiente o no hábil.

“Ahora los adultos estamos muy inmersos en otras cosas y nos olvidamos mucho de validar a nuestros niños y validar sus necesidades porque nadie nace sabiendo hacer las cosas”, finaliza.

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