El 2 de octubre del 68 yo estaba viendo un juegazo de beisbol: Antonio Saborit

Entrevista

Historiador, traductor, ensayista y editor, dirige el recinto cultural más importante del país, el Museo Nacional de Antropología, y al mismo tiempo tiene una recta que cuando la recibe el ‘catcher’ suele terminar con la mano adolorida.

Reconoce que aún tiene buen brazo y trata de recuperar su buena forma. (Javier Ríos)
Ciudad de México /

Después de la vestimenta formal con la que vive su día a día, uno de los atuendos que más disfrutaba es el de pelotero: el beisbol es una de las pasiones del investigador, autor de títulos como Una mujer sin país. Las cartas de Tina Modotti y otros papeles personales (1992), y Los exilios de Clausell (1996).

Quienes lo conocen saben que cursó la licenciatura en Letras Modernas; la maestría en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; el doctorado en Historia y Etnohistoria en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y que también realizó estudios de cine en el Centro Cultural Universitario de Estudios Cinematográficos, aunque solo algunos conocen su gusto por el llamado Rey de los deportes.

Apenas pasa por su cabeza la palabra beisbol y las imágenes, historias, relatos, novelas y hasta películas relacionadas con el deporte de la pelota caliente son enunciadas una a una por Antonio Saborit (Coahuila, 1957).

Conoce a los equipos de las Grandes Ligas, habla de récords, de juegos ganados, de hazañas y también de derrotas; lo hace desde el oficio de historiador que ha impartido conferencias en universidades de Francia, España, EU, Rusia, Colombia y Chile.

Cuando está frente a los testigos del pasado prehispánico que se resguardan en el Museo Nacional de Antropología, asume el compromiso de guardián del acervo que le da rostro a México; lo hace por convicción, por compromiso y por conocimiento, ya que él ha traducido importantes obras como La escultura de Yaxchilán (INAH, 1997), de Peter L. Mathews.

Pero ya fuera del recinto, en las áreas abiertas del bosque de Chapultepec, toma la pelota de beisbol de las costuras, lo hace como buen pícher y evoca los momentos que este deporte le ha dejado.

Como oriundo de Torreón, donde hay una buena afición, el beisbol ha sido parte de su vida; relata que de niño recibió su primera manopla de parte de su mamá y desde entonces es una pasión que lo acompaña.

¿Es un apasionado del beisbol?

Me gusta el beisbol y lo aprendí a jugar con mis vecinos, una banda de niños que llegamos a poblar los márgenes de Ciudad Satélite. Jugábamos en los llanos de lo que hoy es Lomas Verdes. Luego en la preparatoria llegamos a formar un equipo en el Centro de Integración Educativa.

“Recuerdo cuando vi por primera vez un juego de Grandes Ligas de la Serie Mundial; fue en 1968 el encuentro de Los Cardenales de St. Louis contra los Tigres de Detriot.

“Mi padre, quien también era aficionado al beisbol, me invitó a ver ese partido. Me dijo: ‘Ven a ver este juego, está pasando algo muy interesante’. Era el primero de la serie y lanzaba Bob Gibson, quien todavía vive y sacó hace poco un libro de memorias Pichada por pichada, donde narra ese juego en particular, porque nadie ha alcanzado su marca de 17 ponchados en un primer juego de la Serie Mundial.

“Mucho años después, viendo un libro de beisbol, a un amigo le comenté que me acordaba de ese juego, lo buscamos porque en este deporte todo se registra, encontramos en una de sus páginas que ese día fue justamente 2 de octubre de 1968, entonces supe qué estaba haciendo yo a los 11 años, en esa fecha estaba al lado de mi padre viendo este juego”.

Con la responsabilidad al frente del Museo, ¿le da tiempo de jugar en un equipo?

Soy pícher, con un buen brazo, pero ya no juego, aunque en mi tiempo libre, con ayuda de Jonathan Jiménez, el jefe de Movimiento de Obra del Museo, estoy recuperando mi forma de lanzar, nos vamos a jugar a Ghandi. Estoy convencido de que el beisbol es un gran deporte.

No es común que a un escritor e historiador le guste el beis.

¿Por qué no? Puedo decir que hay muchos escritores, cronistas y editores que han trabajado en diversos proyectos editoriales sobre beisbol; por eso hay libros, ensayos, catálogos y hasta películas.

“Bernard Malamud escribió la novela El mejor (1952), en la que narra la vida de Roy Hobbs, un jugador desconocido; luego hicieron una película con Robert Redford, los primeros 20 minutos son espectaculares. Otro es Ring Lander, escritor estadunidense de finales de siglo XIX y principios del XX; como cronista de beisbol publicó su primer libro Ya me conoces, Al. Hay muchos autores que han escrito sobre el beisbol porque es un punto de encuentro en muchos sentidos, por eso es que puedo decir que sí hay buenas novelas sobre beisbol.

“También está la película El campo de los sueños, de Ray Kinsella, donde actúa Kevin Costner; es un filme muy bueno, en esa película salen de los maizales unos jugadores que fueron castigados por el fraude de 1918 y además hay una película.

“En México hubo una época en que se jugó muy buen beisbol, entre otras cosas, porque los jugadores negros no tenían acceso a las Grandes Ligas y se venían a jugar a nuestro país, esto empieza a cambiar en 1947, cuando ya les permiten jugar”.

El beisbol, asegura el director del Museo Nacional de Antropología, “está en todas partes, salvo en la literatura mexicana, la cual se ha quedado corta, pese a la buena crónica que se practicó aquí en los años 30 y 40”.

¿Qué está leyendo ahora?

Estoy leyendo Diario, de Alfonso Reyes, los tomos I y II.


  • Leticia Sánchez Medel
  • letymedel@yahoo.com.mx
  • Reportera cultural, cursó la maestría en Periodismo Político, es autora de tres libros sobre la historia inédita del Cervantino.

LAS MÁS VISTAS