De lo sucedido el 18 de octubre de 1519, así dejó testimonio un anónimo cronista mexicano:
“Hubo reunión en el atrio del dios. Pues cuando todos se hubieron reunido, luego se cerraron las entradas: por todos los sitios donde había entrada. En el momento hay acuchillamiento, hay muertes, hay golpes. ¡Nada en su corazón temían los de Cholula! No con espadas, no con escudos hicieron frente a los españoles. No más con perfidia fueron muertos, no más como ciegos murieron, no más sin saberlo murieron”.
A ese hecho, con el tiempo, se le conocería como La matanza de Cholula. El testimonio fue rescatado del Códice florentino por Miguel León-Portilla en Visión de los Vencidos.
En su libro La conquista de México, Hugh Thomas afirma que Hernán Cortés “ordenó que se disparara un arcabuz a modo de señal y, en dos horas, los castellanos y sus aliados tlaxcaltecas y cempoaltecas mataron no sólo a los aproximadamente cien señores (nobles, principales de Cholula)”, ya que de acuerdo a un testimonio hispano de la época “sino que ansí metidos, sin haber casa alguna, mandó a los españoles que matasen los dichos indios que ansí habían traído”.
La cifra de asesinados el 18 de octubre de 1519 no se conoce. H. Thomas cita: “Sepúlveda dijo que cuatro mil, Alva que cinco mil, Gómara que seis mil y Vázquez de Tapia ‘que más de veinte mil’”. Jerónimo de Aguilar afirmó que fueron dos mil, pero no señores principales desarmados, sino sirvientes, igualmente indefensos.
Bartolomé de las Casas afirmó que Cortés “mató sin piedad a quince mil inocentes”, cita Thomas, quien recuerda que en el juicio de residencia, a Hernán se le acusó de haber asesinado “a cuatro mil sin causa” en Cholula.
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Hace dos años, Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), recordó públicamente que en 1972 trabajos realizados en la Capilla Real de Naturales de San Pedro Cholula revelaron la presencia de 70 cuerpos humanos en entierros orientados hacia el poniente.
La posición, precisó Sánchez Nava, coincide con “una práctica prehispánica de inhumación” y los restos óseos presentaban “cortes limpios” los hechos por “arma contundente, como las espadas”.
La capilla, erigida en 1540, es un anexo del exconvento de san Francisco, aparentemente edificado sobre el lugar donde habría estado el templo dedicado a Quetzalcóatl.
Evidencia arqueológica indica que cuando la matanza fue realizada, la ciudad de Cholula llevaba habitada por lo menos dos mil 500 años.
Geoffrey G. McCafferty en la revista Elementos de la UAP, número 102, recuerda sobre la Matanza de Cholula: en el Lienzo de Tlaxcala: “Una última imagen es el de una persona que se arroja de la parte alta del templo en una acción que se describe como una muestra extrema de no rendición porque los cholultecas se lanzan a morir antes de aceptarse derrotados”.
Y más: “Bartolomé de las Casas argumentó que el ataque fue planeado por los españoles para intimidar a la población indígena. Los españoles atacaron a los cargadores de provisiones y de allí siguieron tres o cuatro días de una matanza que costó 6 mil vidas, incluyendo la de nobles y sacerdotes que fueron quemados cuando se refugiaron en el templo”.
También el testigo anónimo del Códice florentino dijo: “Y después de sucedidas las matanzas de Cholula, ya se pusieron en marcha, ya van hacia México”.
Cucani, huehuetl, atabales
Se cumplen 502 años de la Matanza ordenada por Cortés. “Ceremonia de conmemoración y resistencia” así es la convocatoria a la reunión que el domingo 17 de este octubre, iniciará a las 11 de la mañana en el Parque Xelhua en la “sagrada ciudad de Cholula de Quetzalcóatl” conocida como San Pedro.
“Buscamos defender nuestra cultura, nuestra identidad, nuestra raíz y para ello viene gente, a danzar, de Tlaxcala, Veracruz, del Estado y la Ciudad de México, Morelos, Querétaro: serán más de 150 danzantes que le mostrarán a la gente actual que todavía existimos, que todavía existe nuestra gran cultura, para que se sientan orgullosos por ello, pues un país que olvida su pasado, y con ello su cultura, corre el riesgo de repetir los mismos errores”.
Quien habla en entrevista es Huitzil Akatzin (Erik Reyes Huitzil) del convocante Calpulli Hutzilihuin (Pluma de colibrí) para el encuentro del 17 de octubre.
“Somos mexicas, mexicanos, de una nación pluricultural con tradiciones ancestrales. Tenemos nueve años haciendo esta ceremonia, que incluye una parte cívica, por la que se iza la bandera a media asta en señal de luto el 18 de octubre”.
Revela: “Ha pasado algo sorprendente: cuando pusimos la primera danza para la comunidad en el 2012, hubo apoyo pero no tanto como ahora, que le gente de varios barrios de Cholula nos apoyan con el agua, con flores, muestran la unión que se ha logrado. Me dicen algunos que es algo cultural que le faltaba a la ciudad sagrada. Y se siente orgullosa por lo logrado”.
Cholula de Quetzalcóatl
“Ahorita estamos en el movimiento de cambiarle el nombre oficial a Cholula de Rivadavia por Cholula de Quetzalcóatl. Los diputados se sienten tan identificados que se han enamorado de la idea y adelantan que se va a aprobar esta denominación. Nos damos cuenta de que la gente está de acuerdo de este cambio para san Pedro, es recuperar su origen”.
Tal revelación la hace Huitzil Akatzin (Erick Reyes Huitzil), quien con sus compañeros de calpulli “y muchos ciudadanos” cree que este es el momento idóneo para reivindicar el apelativo de “sagrada” que tuvo Chollolan en el México antes de la invasión de hace 529 años.
Explica: “Nuestro interés es que la gente sepa de dónde viene, que recuerde lo que realmente es: una de las naciones originarias de Meshico y que, como ésta, otras salgan, se puedan preservar”.
Recuerda Geoffrey G. McCafferty: “La ciudad de Cholula era una de las más grandes de Mesoamérica en el momento de la Conquista. Tenía una población que se estima entre 30 mil y 50 mil habitantes dentro de los límites de la ciudad y un número equivalente en sus zonas periféricas”.
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Precisa: “Era uno de los principales centros religiosos de la Meseta Central con su templo mayor dedicado a Quetzalcoátl... Nobles de todo el altiplano peregrinaban a Cholula para legitimar su autoridad como gobernantes (Gabriel de Rojas, 1581) y allí se realizaba la ceremonia de horadación del septum que otorgaba el reconocimiento a tecuhtli (nobles)”.
Y más: “Cholula era también centro comercial de los pochtecas que recorrían largas distancias por toda Mesoamérica intercambiando productos exóticos y transportándolos al mercado local”.
De acuerdo con el libro impreso Los municipios de Puebla, respecto a San Pedro Cholula: “El 19 de junio de 1540, el emperador Caros V y su madre doña Juana, concedieron Escudo de Armas, poniendo a la gran ciudad bajo la advocación de san Pedro”.
Y más: “Se denominó Cholula de Rivadabia (sic) el 12 de febrero de 1895, por decreto del XIII Congreso Constitucional del estado y en honor del ciudadano argentino Bernardino de Rivadabia (sic)”.
En la versión electrónica del mismo libro, Cholula es “de Rivadavia en compensación o intercambio político cultural a Buenos Aires, Argentina, por el hecho de llevar el nombre de Benito Juárez en una de sus principales avenidas”.
Se abrieron las entradas
El anónimo testigo mexicano dejó en el Códice florentino, para nuestro conocimiento hace 500 años, las palabras: “Pues cuando todo se hubieron reunido, luego se cerraron las entradas: por todos los sitios donde había entrada”.
Hace unos días, el INAH anunció que, a partir del martes 12 de este mes, se reabrió la Zona Arqueológica de Cholula, pero no en domingo.
El instituto de la Secretaría de Cultura federal agregó en su aviso:
“La zona sede del Tlachihualtépetl (‘el cerro hecho a mano’), y su museo de sitio podrán visitarse de martes a sábado de 10:00 a 17:30 horas. El acceso será controlado y en grupos no mayores de 20 personas, cada 20 minutos. Por cuestiones de seguridad y sanidad, el túnel, el Módulo de Servicios y el Edificio F estarán cerrados a la visita pública”.
Como siguen las restricciones por la pandemia, la institución del gobierno federal aclara: “Para el acceso a estos espacios se seguirán las medidas preventivas de carácter obligatorio: el visitante deberá portar cubrebocas (sic) en todo momento, para protección del personal que le expedirá el boleto, así como del que revisa los mismos en los módulos de acceso”.
El calpulli que representa, dice Huitzil Akatzin, “busca también cambiar la mentalidad de las personas; recordar que si queremos ser más y mejores, debemos respetar a la Madre Tierra, y empezar a reconocer que tanto ella como los otros elementos (agua, fuego, aire), son parte de nosotros, y debemos respetarlos, como lo pide y lo hace la danza azteca que practicamos”.
Concluye: “La ceremonia sirve para que la gente se sensibilice. Tú lo puedes ver cuando comienza la danza: le gente se emociona e inconscientemente la genética ancestral sale a la luz”.
mpl