Felipe Leal. “Soy un divulgador del pensamiento arquitectónico”

El arquitecto es miembro de El Colegio Nacional, escritor, divulgador y creador de espacios como la recuperación del Corredor Peatonal de Madero, el Monumento a la Revolución o la Alameda Central.

El arquitecto Felipe Leal | Foto:. Especial
Ciudad de México /

Felipe Leal no solo dedica su mirada a la creación arquitectónica, el miembro de El Colegio Nacional (Colnal) dicta e impulsa ciclos donde convergen diversas disciplinas artísticas; es autor de libros como Arquitectura o Conversaciones con Teodoro González de León, además de construir los espacios artísticos para figuras de la cultura como Gabriel García Márquez o Vicente Rojo.

La trayectoria de Felipe Leal es vasta. Su trabajo está plasmado en la recuperación de espacios como el Corredor Peatonal de la calle de Madero, el Monumento a la Revolución, la Alameda Central o el Parque Papagayo, este último devastado por el Huracán Otis, en Acapulco.

Arquitecto por la UNAM y director de la Facultad de Arquitectura por dos periodos, fue también fundador de la Autoridad de Espacio Público del Gobierno de la Ciudad de México, y Secretario de Desarrollo Urbano del Gobierno de la Ciudad de México. ¿Qué proyectos disfruta más?: “Los públicos, sin duda”, respondió en entrevista con MILENIO.

¿Cómo descubre la arquitectura?

Desde pequeño, quizá desde los 10 u 11 años. Era el último de mis hermanos, porque somos seis, somos una familia numerosa y mis papás ya no me hacían tanto caso, entonces jugaba solo y hacía ciudades y maquetas con cajas de zapatos, con popotes, plastilina y palitos de madera, y hacía unas ciudades en el piso de mi habitación, hecho que llamaba mucho la atención de mis hermanos y padres. Desde ahí tenía una pasión por ordenar el espacio.

¿Ha cambiado la intervención del espacio público y la forma en que se hace ciudad?

Sí ha cambiado. Por fortuna en las décadas recientes ha habido una mayor conciencia sobre cómo debe ser la ciudad. Yo creo que se llegaron a límites, a finales del siglo pasado, de deterioro, de mucho desgaste de la ciudad y hemos visto durante las últimas décadas que sí hay una preocupación mucho mayor por el espacio público, por mejorar desde las banquetas, que la infraestructura esté mejor.
En cuanto a la movilidad, han aparecido sistemas que no existían como el Metrobús, el Cablebús, la bicicleta pública, los autos compartidos, lo que da un indicador que la ciudad ha ido replanteándose; y las ciudades enteras, no únicamente Ciudad de México, porque es una tendencia universal y hemos visto que la ciudad se ha verticalizado, lo que permite compartirla más y que pueden mejorar los espacios comunes, los espacios públicos.

Foto: Especial

Gran parte impulsado por usted.

En la Ciudad de México sí, desde luego: le dimos un empujón y fue crear conciencia. Me sentí muy satisfecho porque fue breve mi estancia, tres años, pero hicimos mucho en ese tiempo, pero además de lo que se hizo con esas obras lo que se dejó fue el impulso: se creó esa conciencia sobre el espacio público y han seguido y han continuado y eso me da mucha satisfacción.

También existen espacios íntimos, como los estudios que creó para Gabriel García Márquez o Vicente Rojo, ¿cuáles son las exigencias?

Si yo fuera un sastre: son soluciones a la medida. Es solucionar o dotar al usuario, en este caso a los creadores (un pintor y un escritor), de un espacio de confort donde se sienta absolutamente a gusto y libre para su creación, que sea el lugar idóneo para que pueda desenvolver y realizar su trabajo.
¿Qué se requiere?: luz, temperatura, una atmósfera donde pueda sentirse cobijado y que le permita extender su creatividad. Uno es como un psicoanalista, entonces tú platicas con ellos previamente porque no es algo que hagas sin comentarlo, son diseños que son fruto de una conversación o varias conversaciones donde entiendes y percibes lo que ese ser desea, y así se transforman esos espacios en espacios creativos, en lugares donde puedan sentirse en el mejor lugar para producir.
En el caso de Vicente Rojo es tabique rojo, que tenía que ver hasta con un juego de su apellido, por eso la fachada es roja y muy geométrica, porque su obra era así; en el de García Márquez es un tabique blanco y casi todo era blanco porque él tenía una influencia del caribe enorme.

¿Cómo fue el acercamiento para formar parte de El Colegio Nacional?

Es una de las grandes satisfacciones que me ha dado la vida porque pertenecer a El Colegio Nacional es un orgullo. La invitación viene de personas que justamente habían entendido y valoraban mi quehacer en la arquitectura y en la cultura, como son el propio Eduardo Matos Moctezuma, con quien coincido en el Seminario de Cultura Mexicana, pero también pensando en creadores como Vicente Rojo, Juan Villoro o el doctor Adolfo Martínez Palomo, quien conoce además mi trabajo de divulgación, porque soy un divulgador del pensamiento arquitectónico y lo he hecho a través de la prensa, de la televisión, de la radio: he comunicado y acercado el conocimiento de la arquitectura a otras capas sociales, a otros sectores y no únicamente a profesionistas.

¿Qué ha descubierto en los ciclos dictados en el Colnal, donde expone la relación de la arquitectura con otras disciplinas?

Es esta frescura, esta capacidad de interrelación con las otras disciplinas: el que se den cuenta de la importancia cultural que tiene la arquitectura en la estructura de nuestra sociedad, que es fundamental, y la respuesta también de la audiencia, de las personas que van a El Colegio Nacional presencialmente a escuchar estas sesiones, o quienes las siguen después en línea me parece fantástico y es una enorme satisfacción porque sientes que hay una enorme respuesta, un público que te anima a repensar en qué otra forma puedes comunicarte. Estoy satisfecho porque están teniendo éxito y aceptación los ciclos.

Foto: Especial


En su trayectoria hay diversos proyectos, ¿cuál disfruta realizar?

Los proyectos públicos, sin duda. El impacto que pueden tener. Cuando veo la Plaza de la República y el Monumento a la Revolución, y lo que logramos hacer ahí, ver esa respuesta para miles de usos: desde los mítines políticos, desde los jóvenes que van a bañarse a las fuentes, desde los que llegan en bicicleta y se reúnen, de los que visitan el Monumento y se quedan sorprendidos por la vista de la Ciudad. Todo eso me da una enorme satisfacción. Esas obras son las que más me conmueven; ello no quiere decir que una pequeña obra que pueda resolver no me da la misma satisfacción, pero cuando tocas lo público y a la mayor parte de la población, es cuando dices: ¿cuántos beneficiarios existen de una obra? Da una enorme satisfacción.


  • Viridiana Contreras
  • viridiana.contreras@milenio.com
  • Reportera y coeditora. Licencia en Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón (UNAM). Doce años en el periodismo cultural.

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