La risa de Juan Felipe Herrera es contagiosa, tanto como ese ritmo que lleva dentro y lo hace mover las manos, los ojos, la lengua. Ése es uno de sus órganos principales, pues ha hecho de la voz y del idioma sus aliados para compartir la poesía que desde los años sesenta comparte con la comunidad chicana aunque, en realidad, es una obra universal.
Hijo de migrantes mexicanos en California que trabajaron como campesinos, desde su infancia recorrió una parte del sur de Estados Unidos. En la década de los sesenta estudió antropología social, graduándose de la maestría en la Universidad de Stanford. También hizo un máster en escritura creativa y bellas artes en la Universidad de Iowa.
Con todo este bagaje, comenzó a ejercer sus carreras en la ebullición del Movimiento Chicano, donde pudo experimentar para crear su estilo literario, donde saltó las fronteras entre formas, escuelas y géneros, enfocando su obra en los dos idiomas con los que ha vivido, el inglés y el español.
Sin perder su tradición mexicana, se enfocó en presentar al mundo angloparlante los textos e historias de personajes mexicanos prehispánicos, además de crear un universo poético en el que el sonido es tan importante como el contenido y donde no hay límites por el idioma. Al recitarlo y pedirle a sus audiencias que lo acompañen, se crea una unidad que va más allá de la forma tradicional en que nos comunicamos.
Juan Felipe fue nombrado Poeta Laureado de Estados Unidos de 2015 a 2017, con lo que su nombre y escritos tuvieron mayor impacto a nivel internacional. El fin de semana pasado fue invitado como conferencista magistral en el XV Festival Internacional de Escritores y Literatura en San Miguel de Allende, donde lo entrevistamos.
POESÍA, VOZ, TERRITORIO
A sus 71 años de edad, Juan Felipe Herrera se ha convertido en una de las principales voces que unen lo mexicoamericano con lo indígena, la palabra con la acción y la experiencia de haber creado un lenguaje nuevo.
Juan, ¿por qué necesitamos la poesía?
Es un elemento clave de nuestro ser la poesía, es la poesía la que nos reúne con todo, es el secreto de quiénes somos, nos reúne con la naturaleza, con nosotros mismos, con todos los seres, y es infinita. Nosotros somos finitos y la poesía es infinita. De ese modo podemos hacer contacto con nuestra vida aquí, nuestras comunidades, los planetas, las naciones, así que es algo bien potente y hermoso.
Pareciera que la poesía solo la hacen quienes se definen como poetas, pero yo creo que todos estamos relacionados con ella porque la belleza es poesía.
Sí, está ahí siempre, pero la verdad es que todo es ruido social, político. Tenemos que trabajar, estamos ligados a una sociedad, y cuando llega todo eso nos oprimimos, no existe la inspiración, el contacto con nosotros mismos. Si nos llenamos de silencio, podemos ser poetas.
Tu vida ha sido muy interesante. ¿En qué momento surgió en tu interior ese fuego que le da vida a la escritura?
Fue poco a poco, desde mi infancia. Yo nací de padres de otro siglo. Mi mamá era de Tepito. Mi contacto con ese mundo antiguo de México y de migrantes fue cara a cara, cuerpo a cuerpo, caminando juntos y viajando juntos, y eso empezó esas flamas en mí, esa luz de una persona moviéndose todo el tiempo, en contacto con la labor con los campesinos y el choque con esa cosa que se llama La Ciudad, que es urbana, con máquinas, tiendas y aparadores. Fui a la escuela pero todo era en inglés, cuando yo era de cuentos, cielos y estrellas, de otro mundo lleno de misterio. Fue un choque total.
¿Recuerdas cuál fue tu primero poema, con el que te deschongaste?
Me comencé a deschongar con los poemas europeos que salían en los sesentas. El primero que explotó dentro de mí fueron los poemas budistas zen, cortos, y los estructurados en canción, como los de Bob Dylan. Y luego poemas del Movimiento Chicano. Es donde empecé realmente a encontrarme con la poesía. La meta era llegar a la voz de la comunidad, hacer hablar a las voces de nuestros ancestros, sacarlas de sus tumbas. Y las abrimos, las liberamos en nuestra voz y para la comunidad estas voces que nunca se habían oído, la de Nezahualcóyotl con la idea de que la vida no es permanente, otros poemas traducidos por Ángel María Garibay. En ese marco presenté mi primer poema, en el Centro Cultural de La Raza, de San Diego.
¿Cómo se vive la poesía en estos días, en la era digital?
Ahí está la poesía también. Se escribe en text. La palabra, la oración, el párrafo, tienen nuevas formas, se quiebran, se comprimen, eso ya es una poesía, un código poético decir "mi amiga favorita" lo escribes con tres letras. Luego están los emojis. Así que hay emojis, color, letras, números y ahí está la nueva poesía. También sigue la poesía hablada, que ha conquistado a los jóvenes, que la suben a YouTube. En mi caso, nunca he dejado de declamar en español, lo bilingüe, lo indígena, el náhuatl, el maya, siempre reclamando reclamamos lo fronterizo. Diciendo: “Oye, ahí te guacho en la corna, tú y yo, together, we’ll be singing, we’ll be writing, escribiendo los textos en el celular para el pueblo… ¿Ves? ¡Ahí está la poesía!
VMB