I
Callas – París, 1958, el debut de La Divina en la capital francesa, pudo verse durante muy pocos días en el cine, coloreado y con sonido envolvente: una experiencia casi religiosa.
Ahí está Brigitte Bardot en plenitud arribando al Palacio Garnier, al igual que Jean Cocteau y el duque de Windsor acompañado de su plebeya esposa, Wallis Simpson. Ya en los palcos, aparece el entonces presidente de Francia, René Coty, quien saluda a la concurrencia. Por ahí también andaba Charlie Chaplin con su aún adolescente hija Geraldine.
En el escenario de la Ópera de París, la diva luce un elegante vestido rojo y joyas valuadas en un millón de dólares de aquel entonces. Ella ya ha trabajado en óperas con Luchino Visconti como director en La Scala de Milán y conoce la fórmula para seducir al público.
La primera parte del concierto incluye “Casta diva” (Norma, de Bellini), “Miserere” (El trovador, de Verdi), “Una vocce poco fa” (El barbero de Sevilla, de Rossini). Remata, acompañada de otros cantantes, con el segundo acto completo de Tosca (de Puccini), provocando pasmo no solo entre quienes la vieron en vivo esa noche sino también en los cien millones de personas que sintonizaron la transmisión directa por Eurovisión y quienes en diciembre de 2023 pagamos un boleto para verla en pantalla grande.
Asombran la amplitud de registro vocal y la naturalidad con la que interpreta cada una de sus arias y recitativos. Se le ve dueña de la situación, aunque luego dice que tenía miedo de no estar a la altura de las expectativas que se habían creado en los medios de comunicación.
II
En 1950, cuando apenas tenía 26 años, Maria Callas se presentó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes y repitió sus visitas en 1951 y 1952, tal como lo platicó extensamente el especialista Érick Zermeño en entrevista con José Juan de Ávila (Laberinto, 2 de diciembre de 2023).
En esa charla, realizada en el marco del centenario de la mítica cantante (1923-1977), Zermeño comentó que las presentaciones de la Callas en México se transmitían por radio a través de la estación XEX, con comentarios de Arrigo Coen.
Conocí a Arrigo Coen en un departamento de la colonia Jardín Balbuena, en la Ciudad de México. Él era amigo de Emma Sosa, mamá de mi cuate Roberto Lozano. Doña Emma es muy sociable y tiene un talento especial para la cocina, mientras que don Arrigo era alguien que sabía disfrutar de la buena mesa mientras aportaba charlas interesantes y su bonhomía.
Doña Emma aún vive, tiene 95 años y radica en Matamoros. Arrigo Coen Anitúa nació en Italia, se nacionalizó mexicano y murió en 2007. La gente lo recuerda, sobre todo, por su participación en programas de Jorge Saldaña. Publicó El lenguaje que usted habla (Vértice, 1948) y Para saber lo que se dice I y II (Domés, 1986-1987). Era hijo de la mezzosoprano duranguense Fanny Anitúa, así que su contacto con la ópera se produjo de forma natural desde la infancia.
Las visitas de Coen a la casa de doña Emma que me vienen a la mente, se produjeron al final de los años setenta y principio de los ochenta. En aquella época, la ópera no me atraía gran cosa (andaba en la onda The Doors y Pink Floyd), pero aún recuerdo el respetuoso silencio que se generaba cuando don Arrigo hablaba con fervor de música clásica. Ahora lamento no haber estado a la altura de las circunstancias para preguntarle acerca de la carrera artística de su madre y del contacto que él tuvo con Maria Callas.
En 1952, Arrigo Coen entrevistó brevemente en italiano a la Callas en un entreacto de La Traviata, en el Palacio de Bellas Artes. La diva dijo ante el micrófono que el público mexicano era muy conocedor y que anhelaba estar perfecta para complacerlo.
III
En abril de 2019 se presentó en el Auditorio Nacional el espectáculo Callas in Concert, estelarizado por un holograma de La Divina, alternando con la Orquesta Sinfónica de Minería en vivo.
El holograma no fue creado a partir de videos de Maria Callas sino de los movimientos físicos de una doble, a quien luego se agregó el rostro de la cantante en su mejor época. Su voz fue aislada de grabaciones monoaurales y remasterizada en los célebres estudios Abbey Road de Londres.
Un rayo láser regresó a la Callas al siglo XXI para transformarse, una vez más, en los personajes míticos que encarnó en los grandes escenarios del mundo.
Lo que en un principio fue asombro ante el espectro con apariencia real, se convirtió en euforia con las arias de Carmen y en el momento cumbre: cuando la gitana muestra un mazo de cartas que salen volando de sus manos y caen al piso en cámara lenta.
IV
En 2002 se estrenó la cinta Callas Forever, de Franco Zeffirelli, en la que se cuenta una historia de ficción con tintes realistas e incluso premonitorios: el productor Larry Kelly (Jeremy Irons) convence a Maria Callas ya en decadencia (Fanny Ardant) para que estelarice películas basadas en óperas, y luego en la edición se monta la voz grabada de cuando estaba en plenitud.
Inician la serie con Carmen y continúan con los ensayos de Tosca. De pronto, ella le dice a Larry que renuncia al proyecto y le pide que destruya los materiales de Carmen, antes del estreno en cines. Argumenta: “No es honesto, es una farsa magnífica, pero farsa a fin de cuentas. Entiendo que la tecnología puede crear ilusiones extraordinarias, pero lo que yo viví tan intensamente no fue una ilusión”.
AQ