En estos días, cuando imágenes de las guerras en Ucrania y la Franja de Gaza recorren el mundo y nos llenan de horror por la crueldad contra la población civil y el sufrimiento de niños, mujeres, ancianos, de gente indefensa que no ha tenido sino la culpa de nacer en esos lugares, es conveniente recordar que la maldad viene de lejos y que, por ejemplo, el siglo XX —como lo está siendo el XXI— fue un siglo de guerras y muerte, de indecible maldad.
Un libro que nos lleva al universo espantos y absurdo del salvaje esplendor del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial es La deportación. El horror de los campos de concentración, una obra colectiva dirigida por André Leroy que ha sido publicada en español por la barcelonesa Editors; se trata de una colección de imágenes que denuncia la extrema brutalidad a la que puede llegar el hombre en su ambición de poder. Es una obra estrujante, dolorosa, en la que aparecen los verdugos y las víctimas, el odio irracional y la solidaridad nacida de la desesperanza y el sufrimiento.
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La deportación se publicó por primera vez en 1967 con una introducción de Louis Martin-Chauffier, periodista, escritor y miembro de la Resistencia francesa, preso en el campo de concentración de Bergen-Belsen entre 1944 y 1945. En su texto habla del fanatismo de los esbirros de Hitler y de la manera como degradaban a los presos, moral y físicamente, antes de dejarlos morir o en manos de los médicos nazis, expertos en experimentos monstruosos.
Martin-Chauffier, quien nació en 1894 y murió en 1980, refiere el funcionamiento de los campos desde 1933, cuando se crearon. Recuerda cómo a pesar de la estricta vigilancia que había en ellos, en algunos se organizaron revueltas, que fueron salvajemente reprimidas y que sin embargo son ejemplos de la valentía, de la fortaleza de espíritu y de “la obstinada negativa a someterse” de algunos de los confinados en ellos.
El libro, con fotografías que evidencian el paso del tiempo y las condiciones en que fueron tomadas, comienza con el ascenso de Adolf Hitler al poder en enero de 1933 y sus primeras medidas represivas con los llamados “campos salvajes” apenas un mes después. Muestra el odio irracional contra los judíos y los trabajos forzados en los campos, que eran un regreso a la esclavitud y que pronto se extendieron por varios países de Europa.
Una parte importante del libro está dedicada a la Ocupación de Francia a partir de 1940, con sus historias de colaboracionistas y el surgimiento de la Resistencia. Pero lo que conmueven son las imágenes del terror, de los niños convertidos en costales de huesos, de los hombres, de las mujeres, de los ancianos que vivieron el infierno de los campos de concentración, sin duda uno de los episodios más oscuros en la historia de la humanidad.
La expansión del nazismo en el Europa, las conquistas, los ajusticiamientos, los hombres, mujeres y niños judíos, gitanos, musulmanes, conducidos a los campos de concentración o esperando su fusilamiento delante de una fosa común. Son fotografías pavorosas procedentes de museos, archivos públicos y privados, bibliotecas, centros de documentación empeñados en preservar la memoria de esos acontecimientos terribles que marcaron el siglo XX.
AQ