Alma Guillermoprieto es hoy día una de las periodistas más reconocidas en el ámbito hispanoamericano, aunque también anglosajón, si se recuerda que buena parte de su carrera la construyó como corresponsal y articulista de medios estadunidenses, para los cuales, por ejemplo, hizo la cobertura de los movimientos revolucionarios en Nicaragua y El Salvador en los años 70 y 80.
Galardonada con los premios MacArthur 1995, Ortega y Gasset de Periodismo 2017, y al año siguiente con el Princesa de Asturias; autora de libros como Al pie de un volcán te escribo, Los años en que no fuimos felices o Las guerras en Colombia, Guillermoprieto será una de las protagonistas del Hay Festival Digital Querétaro, donde sostendrá un diálogo con Javier Lafuente. Antes, platica con MILENIO sobre lo que nos ha dejado esta nueva realidad debido a la pandemia por la Covid-19.
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—Vivimos tiempos de incertidumbre ante una crisis que tiene varias formas, ¿qué es lo que más te preocupa?
El medioambiente. Todo mundo está consciente de que estamos en una situación muy grave. Todos hemos vivido en carne propia la crisis económica, pero no hemos tomado plena conciencia, sobre todo los gobernantes, de que en el origen de todo esto hay una crisis del medioambiente, de nuestra manera de tratar a la naturaleza y a los animales, que no es sostenible.
—¿El periodismo ha sabido responder al tiempo que vivimos?
El periodismo se ha visto muy limitado por la crisis económica, como todos los demás sectores de la sociedad y, al mismo tiempo, hay una situación que he vivido muy extraña: hay una crisis mundial tremenda, que es difícil salir a la calle a reportear y los y las reporteras jóvenes que salen a las calles corren el riesgo de sus vidas o de una enfermedad incapacitante. Eso sí ha sido muy extraño no es tanto que no haya estado a la altura el periodismo, sino que las condiciones han sido singularmente difíciles.
—Para entender este presente, ¿debemos encontrarnos con la crónica para contar historias y no quedarnos solo en los datos?
Los datos de la epidemia, de la pandemia, nos abruman, y lo que la crónica, el texto largo hace, es permitirnos reflexionar, leer con calma, la información presentada de una manera reflexiva, profunda y nos permite hermanarnos con las personas que están en la crónica. Lo que hemos visto en las primeras planas de todos los medios son los datos del día. Hace falta mucho más. Pero la crónica es cara, hay que gastar dinero y dinero no hay.
—Hay quienes se han preguntados si, como sociedad, seremos una antes y otra después de la pandemia: ¿qué piensa al respecto?
En la economía ciertamente va a ser una antes y una después, durante muchos años. Pero hay que ver si la pandemia posibilita o impide la relección de Donald Trump: el mundo será uno antes y uno después si gana la relección. Es un ser que tiene la capacidad de destruir muchas esperanzas en el mundo, no sólo en su país.
—Y como seres humanos, ¿qué tanto cambiaremos?
Lo seres humanos no cambiamos mucho, no hemos sido ni mejores ni peores. Hemos sido los mismos, con excepción de los hospitales, donde realmente ha habido héroes, pero absolutos. Fuera de ellos seguimos siendo los mismos seres: un poco tontos, un poco mediocres, ni tan buenos ni tan malos.
—¿Será que soy feminista? Es la pregunta y el título de su libro más reciente, pero también una interrogante que se viene planteando desde hace varios años: ¿cómo ser feminista en una época de redes sociales?
Las redes sociales han permitido que este feminismo de la cuarta ola se potencie y se vuelva tan vigoroso, tan activo, tan alegre como ha sido, hay que reivindicar eso. No estoy en ninguna red social, me parece que son más los peligros que los logros, pero en términos actuales, creo que han sido la gran ayuda, ha tenido efectos positivos extraordinarios.
Que el feminismo en línea tiene los mismos problemas de todas las redes sociales, que potencian la denigración de los contrincantes, la misma denigración que ejercen los hombres cuando se suben a las redes, eso también es cierto. Pero, en este caso específico, de la lucha de las mujeres por conseguir la absoluta igualdad de derechos que tienen los hombres, yo creo que el efecto neto ha sido muy positivo.
—¿Cómo ha percibido los cambios con respecto a las mujeres en los últimos años?
La condición femenina de embarazarse sin voluntad propia, tener hijos y criarlos, ha sido la condición de opresión más grande que han tenido las mujeres desde que éstas existen. A partir de los años 50, cuando empieza el ensayo con las píldoras anticonceptivas, la libertad de la mujer fue posible: la mujer podía escoger en qué momento se embarazaba. Eso cambió el mundo. Si miras para atrás y la comparas con la vida de las mujeres actuales, es obvio que no hay comparación.
—Acabamos de escuchar a un senador que le exige a su esposa que no enseñe pierna…
No se ha ganado la pelea, jamás se me ocurriría decir esto. Lo que pienso es que todas las luchas de las mujeres, en todos los frentes, por la igualdad de derechos son posibles hoy, porque tenemos el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos, por lo menos en cuanto a si nos embarazamos o no. Por supuesto que es un problema lo del senador, pero no se puede comparar eso con una mujer sometida a su marido, que le mete 12 hijos en la barriga, quiera o no.
Un problema que tienen todos los movimientos por los derechos humanos es no saber reconocer a tiempo los logros. Los logros hay que celebrarlos, porque se construye sobre triunfo. Hay que empezar por acabar con los feminicidios: no son más que la expresión de la cultura machista, de la rabia y el terror que inspira la posibilidad de que las mujeres tengamos igualdad en el mundo. El terror que le han tenido los machos a las mujeres es histórico.
—¿Qué tanto le gusta esta nueva forma de comunicarse de forma digital?
El festival virtual es una manera de decir que, todos los que amamos los libros estamos aquí, estamos vivos, estamos presentes. Obviamente no en las condiciones que hubiéramos deseado: no es el festival de Querétaro, es el festival de la resistencia, el festival para decir no nos vamos a dejar vencer por un virus. No deja de ser un lugar de encuentro entre autores y lectores.