Margo Glantz: “El Fondo de Cultura Económica ha tenido periodos de oro y otros menos buenos”

Entrevista

A partir del 1 de diciembre, la escritora se hará cargo de la editorial más importante de América Latina. Sobre eso conversa, sobre su infancia y su pasión por los viajes

La virtual directora del Fondo de Cultura Económica encuentra inspiración en los viajes (Foto: Mónica González)
Guadalupe Alonso
Ciudad de México /

Hace poco visité a Margo Glantz en su casa de Coyoacán para platicar sobre su nuevo libro. Llevaba una férula en el pie derecho, a causa de una leve cirugía por un problema de artrosis. Ansiaba que pronto la dieran de alta. “Tengo como siete viajes en puerta, el más próximo, a Perú”, me dijo. Justamente allá estaba cuando se dio a conocer su nombramiento como directora del Fondo de Cultura Económica, la casa editorial que ha publicado sus obras reunidas. La noticia causó alegría entre la comunidad, también extrañeza. A sus 88 años, Margo investiga, escribe, da conferencias y no hay día que no interactúe en las redes sociales. Suele moverse con tanta libertad que es difícil imaginarla atrapada en los afanes de un funcionario público, si bien es innegable su estrecho vínculo con los libros y la edición. Sin duda, tiene las armas para hacerse cargo de la editorial más importante de Latinoamérica.

Platicamos, en aquella ocasión, sobre el libro Y por mirarlo todo, nada veía, título que toma de un verso de Primero sueño, de Sor Juana Inés de la Cruz. “Son textos breves tomados de noticias de Twitter y Facebook, conectados solo con puntos y comas. Escribo mucho en Twitter, todos los días. Es como un deber cotidiano; me siento mal si no lo hago”. En este libro, Margo Glantz intentó conformar una narrativa “contundente, sin sentimentalismos”. Una catarata de textos donde acomoda la información tal y como aparece en Twitter y Facebook, noticias dispersas que se van conectando sin ninguna jerarquía. “El libro trata de mostrar, como en el mundo contemporáneo, la falta de jerarquización y la relación codo a codo con las cosas más ínfimas o las más terribles: bombas atómicas, asesinatos, narcotraficantes, el descubrimiento de un planeta, los problemas de la extinción de las especies: un muestrario de lo que nos pasa en este tiempo y nuestra relación con las redes sociales”. En el texto, armado minuciosamente, se entretejen referencias a Borges, Kafka, Bataille o Sebald, 140 golpes, aquí y allá, que revelan la biografía literaria de la autora. 

Al tiempo que formaba este libro, Margo Glantz tenía otros en proceso. Entre ellos, uno sobre relatos de viaje que incluye numerosos textos publicados en revistas y diarios. Ha invertido casi diez años en rescatar, acomodar, reescribir y darle forma a este volumen que, hasta el momento, consta de unas mil páginas. No extraña que se involucre en varios proyectos a la vez, energía no le falta. Su bibliografía cuenta con más de 40 títulos entre narrativa y ensayo o una mezcla de ambos. 

Fue lectora desde niña. Luego, con la docencia y la investigación adquirió “un cúmulo de sabiduría, para decirlo un poco pedantemente”, que decanta y organiza, ya sea para el ensayo o la ficción. Una escritura hecha de fragmentos donde convergen sus intereses, además de las historias y vivencias que la han marcado y se reflejan en su quehacer literario. La fruición por los zapatos, por ejemplo, ocupa buena parte de sus escritos, entre éstos La mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador. Su madre tuvo dos zapaterías y, a los 11 años, Margo Glantz se hizo cargo de una de ellas: “no era propiamente elegante, se anunciaba como ‘Modelos del Centro y precios de Tacuba’ ”. 

De padre y madre ucranianos, creció en una familia judía no religiosa. Cuando tenía 9 años, su madre insistió en que debía aprender inglés y la envió, junto con su hermana, a tomar lecciones con unas vecinas. “Dos mujeres muy finas, católicas, pero nunca nos dieron clases de inglés. Decían que por ser judías nos íbamos a ir al infierno, y durante tres años tuvimos una educación religiosa: catecismo, bautizo, confirmación, primera comunión, libros de santos, íbamos a la iglesia todos los domingos, comulgábamos, y luego nos llevaban al cine. Yo devoraba gaznates y muéganos, y sentía que el niño Dios estaba en mi corazón y que le estaba haciendo daño con el ruido que hacía al masticar. Era algo maravilloso, hasta que mi mamá lo descubrió. Fin de la historia. Pienso que mi afición por las monjas y por Sor Juana viene de las historias de santos que leía a mis 12 años”. 

Margo Glantz es una de las voces más autorizadas en la vida y obra de Sor Juana. Además de considerarla una poeta extraordinaria, admira la capacidad con la que se abrió paso “en un mundo paternalista, dominado por la Iglesia, por la Inquisición; un mundo donde las mujeres no tenían muchas posibilidades, solo flagelarse para llegar a ser santas. Pero Sor Juana no quería ser santa, quería pensar, se impuso y creó una escritura sin paralelo”. Le pregunto qué ha significado para ella abrirse paso en el mundo de la literatura. “Fui haciendo mi vida y las cosas se me fueron dando. De repente dije: ‘Cuando sea grande voy a ser escritora’, y ya soy grande y soy escritora. Me costó mucho trabajo que me aceptaran como tal, que mis cuentos los consideraran cuentos. Se han hecho cantidad de antologías y en ninguna están mis cuentos. Por primera vez me van a considerar en una antología de Literatura de la UNAM, que lleva como diez años editándose y nunca se les había ocurrido tomarme en cuenta. Todo ha sido difícil, pero al mismo tiempo lo he vivido deslizándome tranquilamente”. 

A partir del 1 de diciembre, Margo Glantz se sumará a una lista de escritores e intelectuales distinguidos que han dirigido el Fondo de Cultura Económica: Daniel Cosío Villegas, su fundador; Arnaldo Orfila, José Luis Martínez, Jaime García Terrés, por mencionar a algunos. Localizo a Margo Glantz en su casa. Recién volvió de Perú la noche anterior. Así recibió la noticia: “Me sentí muy honrada, el FCE es, junto a la UNAM, mi alma mater, una de mis principales referencias culturales. Espero poder funcionar bien ante este nuevo reto en mi ya larga carrera, aunque sé que esta decisión significa un cambio importante en mi vida y que no tendré tanto tiempo para dedicarme a la escritura. Pero junto a un buen equipo podremos solucionar y planear muchas cosas”.

Profesora Emérita de la UNAM, Margo Glantz se ha ocupado de la literatura comparada, la latinoamericana, la mexicana, tanto el periodo colonial (crónicas de la Conquista, Sor Juana y sus contemporáneos), como los siglos XIX y XX. Su experiencia en el ámbito editorial incluye la Dirección General de Publicaciones y Bibliotecas de la SEP, y la de Literatura en el INBA. Junto con otros proyectos, editó la colección De la Gran Literatura con Sergio Pitol, y la recuperación de novelas importantes del siglo XIX y principios del XX, en la colección La Matraca, que continuó durante su gestión en la Dirección de Literatura del INBA. Allí fundó y dirigió el periódico Guía de forasteros. Estanquillo literario. En la Dirección de Difusión Cultural de la UNAM fundó y dirigió la revista Punto de partida. Para Margo Glantz, “el FCE es una editorial extraordinaria, de las más importantes en lengua española. Ha tenido periodos de oro y periodos menos buenos, pero como se leía en una inscripción en Antigua, Guatemala: ‘Se ha mantenido airosa a pesar de las inclemencias del tiempo’”.

Fue cercana a Arnaldo Orfila. “Creó colecciones espléndidas, publicó libros fundamentales en una época en que, por ejemplo, en España, no había posibilidades de hacerlo a causa de la censura. Mucho de lo que publicó Orfila debería reeditarse y reforzarse con nuevos títulos, poner al día las colecciones originales que han existido de manera proverbial en el Fondo, como Tierra Firme, Biblioteca Americana, los Breviarios, Literatura mexicana, donde se publicó a Juan Rulfo, a Rosario Castellanos, a Carlos Fuentes, así como las grandes obras clásicas de la Historia. Lo mismo la colección de Poesía latinoamericana, que nos ayuda a romper con la balcanización que sufren nuestros países. Y, muy importante, incitar a los jóvenes para convertirlos en lectores, además de incrementar las nuevas colecciones, los libros sobre ecología y los que analizan con profundidad la irrupción de la inteligencia artificial y las redes sociales”. 

Aquel día, cuando visité a Margo en su casa de Coyoacán, hablamos también del viaje como un motor de la escritura. “A veces pienso que estoy viajando solo para escribir sobre mis experiencias de viaje, lo cual es absurdo, pero ni modo”, me dice con humor. “Es la posibilidad de no estar en la inercia, de progresar, de romper la monotonía y la rutina. El viaje te pone frente a experiencias nuevas, te enfrenta a tu propia realidad y altera esa condición inerte cuando te pasas la vida sentada tras un escritorio. Eso es muy importante para mí. Siento que si no viajo no hay futuro”. 

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