El municipio de Cuencamé, Durango, resultó el punto de partida para la evangelización de tierras de La Laguna, principalmente por las órdenes franciscanas y jesuitas, de acuerdo al historiador de Lerdo, José Jesús Vargas Garza, quien describe que en 1583 Cuencamé se convirtió en un pueblo español donde se constituyó un centro misionero.
En 1521 fue consumada la conquista de México por parte de los españoles, con la labor encomendada de traer sus ideas, costumbres y sus instituciones que constituían la civilización en ese entonces, una coyuntura que se vería reflejada en una conquista política y económica, sobre todo una conquista espiritual.
“Cuencamé fue puerta de la conquista de la Comarca Lagunera”, palabras de José Jesús Vargas, mismo que apunta que a mediados del siglo XVI empezaron las primeras incursiones misioneras franciscanas y jesuitas en los terrenos que actualmente es la Comarca Lagunera, rodeada por los ríos Aguanaval y Nazas.
Se dice que los primeros jesuitas que hicieron incursiones por los diferentes ríos y lagunas de la zona, reportaron a las autoridades eclesiásticas la presencia de indígenas laguneros en estado salvaje, descritos como primitivos, sin pueblos, desnudos y sin estar convertidos a la religión católica, eso sí, con gran habilidad para cazar y pescar entre lagunas y cerros.
Expediciones misioneras jesuitas
El cronista lagunero comparte que en esos tiempos, junto a una comitiva de familias españolas e indígenas Tlaxcaltecas, Antón Martín Zapata, por el lado militar y el padre jesuita Juan Agustín de Espinoza, por el lado espiritual, desde Cuencamé realizan la conquista de las tierras que representan ahora a la Comarca Lagunera y la parte de Parras.
Ninguna expedición se realizaba sin la presencia de uno o varios misioneros encargados de atraer a los indígenas, los sacaban de sus comunidades y los llevaban a nuevos centros de población donde eran catequizados y fundaban misiones.
“Es indiscutible que la conquista política y económica, no sólo en las Nueva Vizcaya sino en la Nueva España en general, no se habría llevado a cabo sin la conquista espiritual, la conversión masiva de los indios a la religión de los conquistadores”.
De origen Zacatecano, Juan Agustín de Espinoza, de la Compañía de Jesús, fundó la primera misión llamada Santa María de Parras en febrero de 1598, para luego fundar en mayo el primer asentamiento humano de la Comarca Lagunera nombrado San Juan de Casta, cerca de donde hoy es León Guzmán en Lerdo, y en julio del mismo año la misión de Santiago de Mapimí.
“Después de fundar la misión de San Juan de Casta pasaron a evangelizar a los pobladores de San Buenaventura en julio de 1598 para luego instaurar la población de San Bernardino. En su expedición los acompañaban en la caravana cristiana más de ochenta familias, de las cuales la gran mayoría eran tlaxcaltecas, además de un grupo de indígenas tepehuanos”, añade el historiador Vargas Garza.
En ese contexto, concuerda que el primer pueblo prehispánico se fundó en el siglo XV en la boca del Cañón de Fernández en terrenos de la comunidad de Sapioriz; enseguida el pueblo de San Sebastián en marzo de 1610, en la actualidad en el municipio de Gómez Palacio, mientras que la Goma, en Lerdo, se fundó en 1621.
Tal presencia de colonizadores tomaron por su cuenta y riesgo la pacificación de las partidas de los llamados indios bárbaros del Norte incursionaron a las fronteras de Durango y Coahuila tras su desplazamiento de conquistadores ingleses.
Cartas Annuas
Según las “Cartas Annuas” de la Misión de Santa María de Parras, manuscritos que hacían los jesuitas para describir los sucesos ocurridos en cada provincia, los religiosos se dedicaron durante cuatro años a explorar el terreno lagunero y a realizar una descripción etnográfica de los habitantes de la región y hasta aprender sus lenguas.
Estas cartas anuales de Parras dan cuenta de la naturaleza y estado del proceso de evangelización, la creación de pueblos de indios y de comunidades más pequeñas dependientes de ellos, además de las acciones para la reducción o congregación de los aborígenes laguneros.
En los documentos refuerzan la versión que indica que los habitantes de lo que llamamos actualmente Comarca Lagunera, eran gente con una cultura tan primitiva como la del paleolítico, llamada también edad de piedra (época que abarca desde hace 2.5 millones de años hasta hace unos 12 mil años).
Ya para 1608, el virrey Luis de Velasco II, reconocido por proteger las misiones jesuitas, apoyó la iniciativa de crear escuelas-seminarios en las misiones de Topia, Tepehuanes y Parras, con el fin de criar y enseñar a los hijos de los indios aborígenes cuestiones del culto divino, así como a leer, escribir y contar.
EGO