El virus apagó ventas, empujones y gritos en la Central de Abasto

Historia | Fin de Año

La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural espera que para el próximo año la comercialización de productos agrícolas al extranjero alcance un superávit de 3.4 por ciento en la balanza, con el fin de poder ayudar a la economía de los mexicanos.

La mayoría de los vendedores optó por mantener los mismos precios del año pasado. (Jesús Quintanar)
Karla Guerrero
Ciudad de México /

Los pasillos de la Central de Abastos de Ciudad de México (Ceda) lucen, un día antes de la cena de Fin de Año, increíblemente semivacíos. Las aglomeraciones de gente desesperada por encontrar las legumbres para sus platillos, o la fruta para el ponche, son un recuerdo. Los gritos de los marchantes para anunciar sus ofertas se apagaron y los empujones de los diableros, que van y vienen con mercancía, desaparecieron.

Los estragos económicos derivados de la pandemia de covid-19 son notorios en la Ceda, donde las ventas se desplomaron en más de 50 por ciento.

“No se nota la temporada, la gente ya no viene, el miedo los carcome y ya no compran en la Central de Abastos. Hay muy poquita gente, que si lo comparamos con el año pasado, no es nada, en aquel entonces no se podía caminar, la gente se empujaba con tal de que un comprador la atendiera”, cuenta acongojada la comerciante María Bernal.

Para Bernal, quien por más de 20 años ha vendido fruta, esta temporada navideña no es sinónimo de riqueza, como antes, pues sus ventas cayeron a una escala inconcebible.

“Esto de vender en Navidad no se le puede nombrar venta; estamos hablando de que ya no se le gana lo mismo. En 2019 te llevabas 10 mil pesos en la temporada; ahorita, si se venden 3 mil 500 pesos ya es ganancia”, comentó.

Esta caída tocó también la puerta del negocio de la familia Rodríguez, pues ni los más de cinco años vendiendo frutas le permitieron sostenerse, sin pérdidas, en esta temporada. 

“Hubo ventas, pero nada qué ver con otros años; cayeron hasta en 40 por ciento. Ya no contratamos al mismo personal, antes eran cuatro o cinco personas despachando, ahorita está uno parado”, describe la vendedora Margarita Rodríguez. 

Incluso en la Ceda añoran a la jefa de familia prepotente y gruñona que exigía una atención inmediata, pese a que hubiera cinco personas en la lista de espera, pues era sinónimo de ingreso seguro. Ahora solo queda esperar a los pocos clientes que llegan al establecimiento.

“Los pasillos se llenaban, no te dabas abasto para despachar a la gente. Las amas de casa incluso se enojaban porque no las atendíamos rápido, pues a veces había cinco o seis personas que exigían ser atendidas, era un caos total. Ahora la venta es mala, la gente tiene miedo a contagiarse o no tiene dinero; nosotros haríamos lo mismo, pero tengo hijas y nietas que alimentar”, argumenta Rodríguez. 

Uno a uno, la historia de los locales no cambia, sino que empeora, pues para el locatario Francisco Pacheco, las medidas tomadas por el gobierno de Ciudad de México solo agravan la situación de su negocio, pues con bares y restaurantes cerrados temporalmente, las ventas que mantenían con empleo a su familia ya no son posibles de generar. 

“En pocas palabras, no había existido una peor venta: cayó hasta en 70 por ciento. Los bares y las escuelas cerradas, los restaurantes no operan al 100, prácticamente vivimos de las entregas a domicilio a amas de casa. Estamos echándole ganas, porque el coronavirus vino a perjudicar a todos”, se lamenta el vendedor.

Por esta razón, la mayoría de los vendedores optó por mantener los mismos precios del año pasado para sus productos. En algunos frutos como la manzana, naranja, guayaba y caña fue redituable, pero en otros no fue posible, como en el caso de la uva, la papa cambray, los nopales y el chile güero, donde tuvieron pérdidas de hasta 50 por ciento. 

“Se optó por la promoción en las frutas y verduras; los productores también ayudaron con un precio justo de su trabajo, pero ni así se puede. El chile güero antes estaba en 70 pesos y ahora en 35; la papa bajó en más de 30 por ciento, de 35 a 20 pesos. Y los nopales se colocaban cuatro piezas por 10 pesos, ahora ponemos ocho piezas por bolsa”, dijo Pacheco.

Mientras en la Central de Abastos se vive esa tragedia, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) espera que para el próximo año las ventas de productos agrícolas al extranjero alcancen un superávit de 3.4 por ciento en la balanza comercial, con el fin de poder ayudar a la economía de los mexicanos.

En entrevista con MILENIO, el Director de Análisis Estratégico del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera de la Sader, Gustavo Tenorio, sostuvo que los países vecinos apostarán por la compra de productos agrícolas de México pues estos cuentan con “calidad y sabor”.

“La balanza agroalimentaria irá creciendo y creemos que para el año que viene aumentaremos en bienes agrícolas. El superávit actual es de 4 mil 836 millones de dólares, y seguramente para el año que entra rebasará los 5 mil mdd. Con seguridad, el mercado internacional sigue demandando los productos mexicanos por su calidad y por su sabor”, argumentó Tenorio.


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