Por: Roberto Lara Chagoyán
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Revocar un mandato presidencial supone una oportunidad democrática de participación directa de terminar anticipadamente con una gestión que no cuenta más con el apoyo popular con el que inició. Se trata, sí, de una excepción justificada (y prevista en la Constitución) para que un funcionario no concluya con una encomienda que la ciudadanía le dio mediante el sufragio. Un ejercicio de este tipo está pensado precisamente para ser usado en momentos de decreciente aprobación o popularidad y no, como sucede actualmente, en momentos de alta aprobación social. Así, dadas las circunstancias y la actual coyuntura política, el giro hacia la aprobación esconde otras intenciones: avivar la llama de la popularidad, afianzar el apoyo de la población hacia el liderazgo del personaje y, naturalmente, anticipar cualquiera de las próximas campañas políticas a favor del partido del presidente. Nadie duda seriamente de la verdad de esta proposición: el apoyo al presidente se traduce en apoyo a Morena. Esto debiera llamarnos la atención especialmente si tomamos en cuenta que este año celebraremos varios procesos electorales.