¿Sabías que estar activo no solo te llena de energía y te ayuda a mantenerte en forma? Estudios recientes revelan que el ejercicio regular es una de las estrategias más efectivas para promover un envejecimiento saludable y reducir significativamente el riesgo de desarrollar cáncer.
Más allá de los beneficios generales para la salud, la actividad física desempeña un papel crucial al retrasar el envejecimiento celular y mejorar los resultados en personas que enfrentan un mayor riesgo de padecer cáncer o que ya conviven con la enfermedad.
El impacto del ejercicio va más allá del acondicionamiento físico: fortalece el sistema inmunológico y equilibra la respuesta inflamatoria del cuerpo. Con cada sesión de ejercicio moderado, entrenas a tu organismo para combatir la inflamación de bajo grado, un factor clave en la prevención del cáncer. Esto es crucial, ya que la inflamación crónica y persistente está directamente vinculada al desarrollo de varios tipos de cáncer.
La relación entre el ejercicio y la prevención del cáncer es sorprendente. Diversos estudios han demostrado que llevar un estilo de vida activo puede disminuir el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, como el de mama, el colorrectal y el de pulmón, que afectan a una gran parte de la población mexicana debido a factores
genéticos.
Actividades como caminar a paso rápido o andar en bicicleta fortalecen la salud cardiovascular y metabólica, que son clave en la lucha contra las enfermedades oncológicas.
Un estudio publicado en la revista Medicine and Science in Sports and Exercise encontró que el ejercicio regular puede reducir la mortalidad por cáncer colorrectal en un 30%. Y creo que lo mejor del ejercicio es su adaptabilidad, pues puede ajustarse a las capacidades y necesidades de cada persona.
Por ejemplo, en el caso del cáncer de mama, actividades moderadas como caminar o practicar tenis, han demostrado reducir significativamente el riesgo de recurrencia.
Para el cáncer de pulmón, investigaciones recientes destacan los beneficios del entrenamiento de fuerza, como levantar pesas ligeras dos o tres veces por semana, el cual ha mostrado resultados prometedores en la reducción de la mortalidad asociada a esta enfermedad.
Y contrario a lo que mucha gente podría pensar, que se debe hacer gran cantidad de ejercicio, los expertos en ciencia recomiendan realizar al menos 25 a 30 minutos de actividad física moderada al día.
Sin embargo, es fundamental escuchar a tu cuerpo cuando vas comenzando una actividad nueva y evitar el exceso, ya que el sobreentrenamiento puede provocar fatiga o lesiones.
Un enfoque equilibrado siempre es esencial: combina ejercicios cardiovasculares, entrenamiento de fuerza y períodos de descanso para maximizar los beneficios y así mantener tu cuerpo en las condiciones óptimas.
Y no olvides que la evidencia es clara: mantenerse activo no es solo una elección de estilo de vida, sino una herramienta poderosa para enfrentar algunos de los mayores desafíos de salud, como el cáncer. Recuerda que este es tu camino, y cada pequeño esfuerzo cuenta.
Comienza con pasos simples, como una caminata corta y relajada o algunos minutos de estiramiento, y avanza gradualmente. No se trata solo de hacer ejercicio, sino de invertir en tu bienestar, en tu salud y, al final, en tu futuro. Vivir más y mejor es posible, y el ejercicio es una de las claves para lograrlo.
* Experta en Nutrigenética y Medicina del estilo de vida