Comiendo papel

Estado de México /

Desde el momento de su llegada Marina queda asombrada al ver tantos libros, sus padres la han llevado a la biblioteca local para que conozca las instalaciones y, de paso, para cambiar un poco la dinámica de los fines de semana. Ya en el interior se acerca a ella la bibliotecaria, quien le platica que prácticamente se ha devorado todos los libros, mientras la encargada la conduce al pasillo de los libros para colorear, la niña se pregunta a qué sabrá el papel.

Desde el inicio de las civilizaciones el hombre ha buscado plasmar sus ideas y su historia de múltiples maneras, empezando por las pinturas rupestres en las cuevas, donde por medio de dibujos hechos a base de lodo o tintes extraídos de plantas e insectos machacados, explicaban el modo de vida de dichas colectividades; con el paso del tiempo y la invención de la imprenta la manera de plasmar dichos pensamientos resulto más fácil, de aquí la invención de los libros, conjunto de hojas unidas con pegamento, encuadernadas,  por el extremo derecho, en la mayoría de sus casos,  y protegidas por cubiertas. Libros podemos encontrar de muchos temas, de corte científico como física, química y política, literario como poemas, cantares, cuentos y hasta de superación personal, en cuestión de temas el libro no para.

De igual manera la comida tiene su lugar en tan afamado personaje, por medio de los relatos históricos se ha descubierto el lugar de la gastronomía con el paso de los años, recordando a Salvador Novo con su libro “cocina mexicana”, o al Conde de Sert en su obra “el goloso”, donde plasma la historia de la gastronomía Europea, dando una descripción de los banquetes de los romanos, las cenas de gala en Londres, etcétera.

México ha mostrado interés hacia la gastronomía pero con recelo, el tabú de la cocina-hombre podría considerarse como el más viejo, aunque ya hay más apertura hacia este tema; para 1831 la sección de avisos del diario “El sol”, elaborado en la ciudad de México, anunciaba la aparición de un recetario, presentado en 3 tomos y con un costo de 6 pesos por cada uno, dicho impreso llevaba por nombre “El cocinero Mexicano”, este recetario contenía preparaciones de corte europeo, la aparición de aguacate, chiles secos, jitomate, coliflor, entre otras más, eran los únicos lazos con la gastronomía mexicana.

Para 1983 se hizo la primera edición en español de “El libro de cocina” elaborado por Jules Gouffé, antiguo jefe de cocina del Jockey Club en París, bien recibido por las clases medias y altas de la sociedad, porque además contenía un suplemento con recetas poblanas, a lo largo del recetario se comienza a ver la fusión de cocinas, con preparaciones como “ravioles con sesos”, “sopa de fideos con chile” o “arroz con salsa de jitomate”, antecesor del arroz rojo”.

Actualmente no sólo se habla de recetas, los escritos culinarios también se han enfocado a la antropología alimentaria, la nutrición y su química en el organismo, los enfoques en la economía y las crisis que se pueden desatar por la falta de suministros, lo único que falta es acercarse a los libros y leerlos.


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