Ayer, antes de la mañanera, el Presidente decidió hacer un convivio —así lo llamó— con quienes todas las mañanas se reúnen a las seis de la mañana en Palacio Nacional para evaluar la seguridad en el país. Hubo tamales, mariachis, muchas fotos. Sonríen los asistentes.
No sé qué tan naturales son esas sonrisas. Unos minutos antes acababan de recibir los reportes de viernes, sábado y domingo: 268 homicidios, 89 diarios en promedio. De los peores fines de semana del sexenio.
Y claro, acostumbrados como estamos desde hace tres sexenios a localizar las crisis de violencia, podría uno engañarse una vez más y decir que el problema es Sinaloa y lo de El Mayo y Los Chapitos. Pero no.
Los primeros lugares en homicidios los días del fin de semana están repartidos a lo largo y ancho del país: Puebla, Nuevo León, Estado de México, Baja California, Guanajuato, Sinaloa, Sonora, Chiapas, Chihuahua, Jalisco. Todos ocupan algún día uno de los cinco primeros lugares.
Los números y las localizaciones vienen del informe oficial diario del gobierno y no incluye desapariciones ni desplazamientos forzados, fenómenos que cada vez son más frecuentes en varias localidades del país; pregunten a los chiapanecos.
Así que quiero pensar que el convivio de ayer no tuvo, para el interior de algunos al menos, demasiadas sonrisas.
La política y los resultados en seguridad son una de las peores herencias que López Obrador y su gobierno heredan a su compañera Claudia Sheinbaum.
Está claro que la elección de construir la Guardia Nacional y, sobre todo, las órdenes que recibió esa institución no han dado resultados, pero tal vez más que por la GN en sí, por lo que esa construcción dejó de hacer: la reconstrucción y fortalecimiento de instituciones locales para la seguridad pública. Porque sí, más allá de una gran fuerza federal, la seguridad se construye desde lo local. Los pocos ejemplos de ciudades y regiones que lograron reducir índices y dar tranquilidad en los últimos 18 años tienen que ver con la construcción de instituciones policiacas y fiscalías locales.
Mucho se ha filtrado en estos días sobre el plan que —dicen— ya tiene Sheinbaum de manos de García Harfuch para hacer esto, el fortalecimiento local.
Como en tantas cosas, el diablo estará en los detalles. Cómo reconstruyes instituciones que en muchos casos están tomadas por los delincuentes, con qué dinero, cómo las evalúas y vigilas.
Dudas razonables.