El último informe y la popularidad del Presidente

Ciudad de México /

Con niveles que van de 70 a 80 por ciento de aceptación, según distintas mediciones, la más alta de que se tenga registro en los últimos tiempos, el presidente Andrés Manuel López Obrador rindió el domingo su último informe de gobierno. Más allá de sus atributos políticos, una de las más importantes explicaciones de la popularidad del Presidente tiene que ver —en mi opinión y como en ocasiones anteriores he abordado— con la economía.

Cuando digo economía no me refiero exclusivamente a los grandes indicadores plasmados en reportes e informes de cuentas nacionales, sino a aquella que la mayoría de la gente ve en su día a día. Habrá quienes critiquen las políticas que han llevado a esos resultados y las llamen compra de simpatías. Me parece un argumento absurdo: la gente vota y apoya programas que tengan en cuenta sus necesidades y operen en consecuencia. La política social, que algunos desdeñan, es parte de las herramientas que todo gobierno democrático tiene a su disposición para dar rumbo a un proyecto de nación.

En ese frente, los logros son incuestionables y la consecuencia, en términos de aceptación de la administración, simplemente lógica. Empezando por el combate a la pobreza, el éxito es histórico. Con datos del Inegi, de 2018 a 2022, 5 millones 100 mil personas salieron de esta condición, algo que no sucedía desde hace más de 30 años. El Banco Mundial, en una medición independiente más reciente, calculó que, entre 2018 y 2023 fueron 9.6 millones de mexicanos los que superaron esta situación. Esto, desde luego, tiene un impacto en materia de desigualdad, en donde según cifras oficiales citadas en el informe, durante la administración 2006-2012 un rico ganaba en promedio 35 veces más que un pobre; hoy la diferencia disminuyó a 15 veces.

Mucho de esto se asocia con el mercado laboral y las reformas impulsadas al respecto. El incremento al salario mínimo, de más de 100 por ciento durante la administración y el combate a la subcontratación ilegal, permitieron un incremento real del ingreso medio por hora de los trabajadores de 20.7 por ciento y una disminución de la informalidad laboral de 4.2 por ciento. Esto es, la política laboral generó más empleos, de mayor calidad y más remunerados para el grueso de la población.

En suma, más allá de otras consideraciones, esta administración se enfocó en reducir la vulnerabilidad de la gran mayoría de los mexicanos. La discusión sobre la sostenibilidad financiera de esta política, por su parte, tiene lugar en otra arena, la de la macroeconomía. En ese campo, cuyo análisis dejaré para una siguiente entrega, se tienen también resultados favorables.

En particular, elementos como el menor incremento de deuda y la reducción de su componente externo, el récord histórico en inversión extranjera directa y la acumulación, también histórica, de reservas internacionales, dan fe de que es posible tener una política social agresiva y, sobre todo, efectiva que no solo no comprometa el futuro financiero del país, sino que, por el contrario, ofrezca un escenario optimista para el mismo.

Alfa positivo. El Inegi dio a conocer el reporte de Formación Bruta de Capital Fijo. Las cifras desestacionalizadas a tasa anual muestran un crecimiento de 0.7 por ciento, destacando la construcción residencial, con 3.1 por ciento.


  • David Razú
  • Economista dedicado a temas de finanzas, inversiones y previsión social. Director General de Afore XXI Banorte.
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