De nuestros votos depende que no vuelvan

Ciudad de México /

Casi todas y todos los mexicanos, en algún momento de nuestras vidas, o hemos tenido o tendremos algún asunto con el Poder Judicial.

En manos de un juez, de una magistrada o de una ministra estaremos o estará alguno de nuestros seres queridos algún día.

Ningún otro poder del Estado tiene tanto poder en nuestras vidas.

Y a pesar de eso, de que sus decisiones nos afectan tan continua y profundamente, a los integrantes de ese metapoder nos los impuso siempre una camarilla que hizo de la justicia una mercancía para consumo exclusivo de los ricos y poderosos.

A la cárcel iba a dar el pobre mientras el millonario y el criminal compraban su libertad.

Revictimizada resultaba la mujer por el potentado que de ella abusaba.

Despojado el pequeño propietario por el terrateniente.

Estafado el comerciante o el profesional que litigaba en defensa de sus derechos contra las grandes corporaciones.

Escindida y empobrecida la familia que se veía forzada a comparecer en un tribunal.

Era la nuestra y mientras esta falla estructural del sistema no se corrigiera una democracia trunca, solo de nombre.

Por sobre la misma Constitución y las leyes, que interpretan a su antojo. Por sobre los otros poderes, a cuyos integrantes elegimos las y los ciudadanos, impone su voluntad el Poder Judicial.

En el viejo régimen bastaba una llamada desde Los Pinos para someter a la SCJN y eran los tribunales solo una oficialía de partes al servicio del PRIAN y sus cómplices.

Atrincherada en el Poder Judicial, después de su derrota, la derecha conservadora creyó que podría frenar la transformación del país a punta de amparos y sentencias.

Se equivocan las buenas conciencias, no había manera suave y gradual de asaltar ese último reducto de la oligarquía rapaz; había que actuar con decisión, firmeza y rapidez como lo hizo Andrés Manuel, como lo está haciendo Claudia.

Nos corresponde ahora, con nuestros votos, consolidar esta victoria democrática inédita y extraordinaria.

De nosotras y nosotros depende que la derecha —que está tratando de desalentar la participación ciudadana en la elección al tiempo que se prepara para salir a votar por sus cómplices— no vuelva por sus fueros.

Quedarse en casa este 1 de junio es tanto como permitir que las y los candidatos de infames como Felipe Calderón y Genaro García Luna se apropien de nuevo del Poder Judicial.


  • Epigmenio Ibarra
  • Periodista y productor. Fundador de la prodcutora Argos. Corresponsal de guerra entre 1980 y 1990 / Escribe todos los miércoles su columna "Itinerarios"
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