Con discapacidad visual cantan, hacen deporte y tocan instrumentos musicales

Ciudad de México /

Perdieron esa capacidad pero lograron superar obstáculos. La de ellos es una demostración de sus destrezas después de recorrer y saltar un mundo de vías escabrosas. Son ejemplos de que, a pesar de su discapacidad visual, han sobresalido por sus habilidades.

En los próximos días se reunirán en un festival. Entre ellos estará Gerardo, productor musical y compositor que, además de la vista, perdió el sentido del olfato y un alto porcentaje del gusto. Lo acompaña Melanie, de 36 años, profesora de canto; de niña quedó sin visión.

Ella es risueña. Su nombre completo es Melanie Rocío Hernández Sánchez. Parece mirar de frente pero no ve. Su rostro queda frente al de su interlocutor. Escucha con atención y responde pronto. De su boca sale un torrente de palabras sin dejar de sonreír.

—¿Quién es Melanie?

—Soy una persona a la que gusta mostrar todo tipo de talento y expresar al mundo que también lo puede lograr. Me gusta mucho todo lo que tiene que ver con el desarrollo de talentos, mostrar los dones de las personas y ayudar en todo lo que sea posible.

Y aunque durante su adolescencia tuvo etapas de zozobra y sufrimientos, no le impidió recuperarse y cursar la prepa; incluso ganar el primer lugar en un concurso de selección de voces, con lo que obtuvo una beca para estudiar dicha carrera en el Instituto Nacional de Bellas Artes durante cuatro años, más dos para prepararse como maestra de canto.

—Entonces te sobrepones…

—Sí, pero llegué a un punto bastante grave. Por naturaleza el cuerpo de una persona con discapacidad trata de buscar ayuda cuando algo no está normal y entonces manda señales químicas que te hace sentir algún tipo de bajoneo, de depresión; he tenido varios episodios, los peores fueron en la adolescencia, quizás a los 15, a los 19 años, más o menos, donde yo sentí que me moría; de verdad fue una experiencia bastante fuerte.

—Y te repusiste.

—Creo que mi esencia en general se describe como una persona a la cual le gusta dar de sí para que los demás puedan crecer tanto personal como artísticamente. Todo mi entorno se envuelve en eso— agrega quien adquirió la ceguera a la edad de 11 años.

—¿Cómo sucedió?

—Tuve un episodio de un derrame cerebral por un aneurisma en una arteria. El derrame sanguíneo dañó mis dos nervios ópticos. Después de la cirugía, una ceguera; y en la actualidad, con algunos tratamientos, recuperé un 30 por ciento de visión en un ojo y 10 por ciento del otro, pero dejándome en una visión casi en ceguera.

Y aún así terminó la carrera.

Y ahora es maestra de canto, como lo muestra en videos donde se le observa con un amplio grupo de alumnos, hombres y mujeres, que van a sus clases.

—Y ahora también escribes.

—Y ahora escritora, sí.

—De qué trata tu libro.

—Es una novela fantástica desarrollada en un mundo inexistente donde lo que buscamos es crear una habilidad en mis nueve personajes, cada uno de los cuales desarrolla una habilidad enfocada en sus emociones.

Melanie no deja de sorprender con su carácter jocoso, festivo, alegre; un aspecto de su personalidad que se le comenta.

Su respuesta es rápida.

“Siempre he sido así —dice con el mismo entusiasmo—, desde chiquitita; quizás porque soy la primera nieta y la primera hija; siempre he sido de mucha fiesta, de mucha socialización. Entonces todo el mundo le aplaudía a la niña. Tengo todo el cariño. La gente aprende a quererme y yo lo agradezco muchísimo”.

Junto a ella está Gerardo Bermúdez, Gerry, músico, compositor, productor y director teatral, quien la acompaña al piano en piezas que interpreta Melanie.

Gerry tiene 36 años de edad. Su discapacidad visual fue adquirida después de un accidente en motocicleta ocurrido en Estados Unidos, donde estudiaba una maestría. Estaba por cumplir 28 años.

—¿Quién es Gerry?— se le pregunta a quien practica varios instrumentos musicales.

— Yo, Gerardo, soy una persona, amante del arte, amante de compartir sonrisas, de compartir sueños y anhelos, y más aún de poderlos hacer crecer y que se lo puedan creer, que lo puedan fructificar.

—Adquiriste habilidades muy pronto.

—Más que adquirir habilidades, cuando uno pierde un sentido está el estigma, esta creencia con un gajo de error… Más bien, cuando uno tiene una discapacidad, aprende a usar lo que tiene.

—Como en tu caso.

—En mi caso yo sí fui percibiendo que estaba escuchando un poco más, que estaba sintiendo un poco más, lo fui desarrollando, lo fui trabajando mucho y ahorita cuido mucho más mis sentidos.

Y es que además de la vista, Gerardo Bermúdez perdió el sentido del olfato y un gran porcentaje del sentido del gusto. “Entonces pues por lo mismo cuido mucho lo que tengo porque a fin de cuentas uno aprende a ver de diferente manera”, dice Gerry, entrevistado en su estudio.

El instrumentista admite que tanto su recuperación como hacer lo que más le gusta —producción, música y composición— fue un proceso complejo.

—¿Y ahora?

—Ahora con otras herramientas, muchos comandos, porque la vista es esencial para producir; uno pudiese creer que la música, para un ciego, es más fácil, porque no la tienes que ver, la tienes que escuchar; yo creo que no, que los músicos, como tal, más aún para los productores, es un trabajo totalmente visual. Pero me encanta hacer lo que hago y lo seguiré haciendo.

Y así como Gerry y Melanie, otros tantos compartirán metas y sueños, y mostrarán de lo que son capaces y así derribar estigmas y enviar un mensaje de que la discapacidad visual no es el fin del mundo.

Y como dice el anuncio del primer Festival AsombrArte, la magia sucederá los días 3, 5 y 6 de octubre en Plaza Loreto, Ciudad de México.


  • Humberto Ríos Navarrete
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