Chalco es paradigma y fragancia de un régimen refractario a las catástrofes. Millones de mexicanos soslayan las tragedias ocurridas durante el sexenio para seguir creyendo en su guía, no importa si miente o sus dichos son imposibles de corroborar, como lo han demostrado Luis Estrada y su esquipo en SPIN Taller de Comunicación Política. Para sus fanáticos, dentro y fuera del país, las palabras de AMLO son dogma de fe y lo seguirán siendo en la prolongación espiritual de su mandato, cimentado en la onerosa lealtad de las fuerzas armadas, en la mansedumbre de viejos y recientes oportunistas en la política y en los medios, notoriamente en los públicos, y en el humanismo mexicano, donde caben todos excepto herejes como José Woldenberg, Diego Valadés o Ángel Gilberto Adame, incapaces de comprender los nuevos tiempos de nuestra vida pública, promotores —con otros réprobos—de manifiestos en contra de la sobrerrepresentación de Morena en el Congreso, defendiendo la pluralidad de la despostillada democracia mexicana. O como aquellos críticos de una reforma judicial convertida en ventana de oportunidad para advenedizos y personajes con dudosas alianzas.
¿Quién escucha a los críticos? ¿Quiénes comparten su indignación y sus temores?¿Los beneficiarios de programas sociales? ¿La oposición trácala y deslavada? ¿A quién recurrir? El horizonte es negro, reflexiona el apocalíptico cartujo al observar la bahía de Acapulco y recordar la desgracia sin precedentes provocada por el huracán Otis.
Mientras tanto, el maestro y la heredera recorren el país elogiándose mutuamente. “Es el mejor presidente en la historia de México”, dice ella. “Va ser la mejor presidenta del mundo mundial”, dice él y el auditorio, en todas partes, estalla de alegría.
Él, sobre todo, está feliz: ninguno de sus errores —en seguridad, salud, educación—, sus abusos, ofensas y falsedades le ha pasado la factura, todavía. Pero no siempre será así, la impunidad caduca y, antes o después, así sea con siglos de retraso, lo espera el juicio de la historia. Por ahora, su inmediato destino es el rancho de estentóreo nombre.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.