López Obrador estará mañana en el balcón central de Palacio Nacional en su último “Grito”, lanzando arengas, tocando la campana de Dolores, ondeando la bandera, vitoreado por miles de feligreses. Listo para emprender el vuelo sin pensar en el futuro de México, lleno de malos augurios por sus rencores y caprichos —y la rotunda abyección de sus legisladores.
No ha sido un buen gobernante, deja un país en llamas, entre otras cosas con miles de feminicidios, homicidios dolosos, personas desaparecidas y desplazadas por la violencia, con un precario sistema de salud, un sistema educativo arruinado, un poder judicial humillado y el crimen organizado dueño de gran parte del territorio nacional.
Durante su administración, es cierto, disminuyó el número de pobres, aunque no fue solo por una atinada medida de justicia social, sino por conveniencia, como él mismo lo reconoció en enero de 2023: “Ayudando a los pobres va uno a la segura porque ya saben que cuando se necesite defender, en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos (…), entonces no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”.
Así pensaban los líderes de Democracia Cristiana en la Sicilia de los años 80. Con sus aliados, iguales a los presuntos de Rubén Rocha en Sinaloa, daban empleos a los pobres, quienes, agradecidos, estaban dispuestos “a devolver el favor en la cabina electoral, marcando la casilla del partido benefactor”, escribe Roberto Saviano en Los valientes están solos. ¿En cuántos de nuestros estados sucedió algo similar en las pasadas elecciones?
En el actual escenario, conviene recordar de nuevo aquí las palabras de la escritora turca EceTemelkuran, quien en una entrevista precisamente con Saviano habló de la imposibilidad de hacerle ver sus errores a un populista, pretender hacerlo —dijo— es como jugar ajedrez con una paloma: “La paloma no hará sino tirar todas las piezas y defecar en el tablero, para luego volar, cantando con orgullo su victoria y dejando atrás todo el desorden y la suciedad que otros tendrán que limpiar”. ¿Cómo dejará el tablero la paloma de Macuspana?
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.