La Pandilla

Laguna /

El Club de Futbol Monterrey se fue construyendo a golpe de fracasos y éxitos a tal grado que su forma de jugar llegó a contagiar a un sector del futbol nacional.

Esos simples Rayados se fueron transformando poco a poco en una verdadera Pandilla capaz de hacer sufrir a cualquiera. 

Empezaron a ser temidos en el país porque contagiaban al verlos actuar. Fueron penetrando en el gusto de la gente aunque batallaban para ser campeones porque el centralismo los ahogaba.

La Pandilla era bien vista porque surgió casi de las cenizas, de la nada, de las que sus antepasados con dificultad recuerdan. 

Cuando llegaron a ser propiedad de un gran dueño se transformaron en algo muy contagiante.

Al aparecer su vecino (Tigres) se vieron en la imperiosa necesidad de progresar, imitarlos y no dejarse superar. 

La lucha institucional creció para beneplácito de todos, incluyendo a los capitalinos que se empezaron a sentir asediados, de lejos, por el progreso de las organizaciones regias.

El asunto era el éxito deportivo, no necesariamente la penetración en el país aunque hoy algunos pretenden medir tal éxito por el número de seguidores en el territorio nacional.

Poco a poco esa Pandilla ganó su lugar preferencial, creció como pocos, se posicionó de un puesto apreciado, no sólo se le respetó sino que fue tomado como ejemplo de equipo trascendente, de empresa prototipo con una nueva forma de administrar el futbol desde todos los ángulos.

El Monterrey, los Rayados y La Pandilla pueden ser tres diferentes instituciones según se les pretenda observar y definir. 

Una cosa cierta existe; han hecho mucho ruido en el país, motivo por el cual el centralismo reinante no los aprueba del todo.

Bienvenidos.

  • Juan Gómez Junco
  • gjunco.juan@gmail.com
  • Columnista desde 1988 en La Opinión...(hoy La Afición). Egresado del Tec de Monterrey en 1974, Licenciado en Administración de Empresas.
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