La capirotada es un postre tradicional de la comida mexicana que se prepara en Cuaresma.
Sus orígenes son remotos y a nuestro país llegó desde la Conquista.
Al paso del tiempo se ha adaptado a diferentes contextos, aunque se conserva, hasta hoy, el método que se empleaba en la Roma antigua de remojar, untar o freír pan duro, colocarlo en capas, alternar los ingredientes seleccionados y bañarlos con un aderezo.
Este método ya se veía señalado en los manuscritos de Apicio recuperados en un libro titulado Cocina Romana; en el prólogo de este libro se menciona que fue “redactado entre los siglos I-III d.C.
De éste se hizo una edición abreviada en el siglo III, que es esencialmente la que nos ha quedado.
La primera edición impresa apareció en Venecia a finales del siglo XV”.
En el artículo La capirotada: postre típico por excelencia en Cuaresma publicado en la página web del Gobierno de México, se menciona que “la primera versión de la capirotada, fue la de Roberto Nola en 1477, en su libro de cocina donde la describe como ‘Almondrote’: rebanadas de pan tostadas y remojadas en caldo de carnero, alternándose con otras de carne de perdiz asada”.
Ruperto de Nola (Roberto Nola) la define como un platillo salado que se preparaba en la España medieval.
En México, para la elaboración de la capirotada tradicional se utiliza pan seco en rebanadas, un jarabe (hecho de piloncillo, canela, clavos de olor y agua), queso, pasas, cacahuates y grajeas. Algunas personas le han dado un significado religioso a los ingredientes; consideran que el pan y el jarabe representan el cuerpo y la sangre de Cristo; la canela simboliza la cruz; el queso, la sábana santa; las grageas y los frutos secos, la alegría después de la resurrección.
La capirotada era considerada un postre de pobres, ya que para prepararlo se utilizaban las sobras de productos sencillos, secos, con la intención de darles una segunda vida.
Quienes tenían recursos económicos elaboraban capirotada durante la Cuaresma como símbolo de humildad.
Para finalizar, se señala que este postre tomó su nombre del gorro (grande, puntiagudo y de varias capas) que solían llevar algunos sacerdotes que participaban en las procesiones de Semana Santa, llamado capirote.