El estrés sobre los aranceles empezó el 20 de enero. En febrero experimentamos el subibaja emocional entre la potencial imposición y su puesta en pausa. Ayer confirmaron aranceles a los autos no fabricados en Estados Unidos. Hay que esperar al 2 de abril; será una semana muy larga.
En este escenario de incertidumbre urge pensar en la salud mental y la resiliencia. México es el tercer país con mayor porcentaje de problemas de salud mental, según el Mind Health Report 2025 publicado hoy, jueves. De los 16 países medidos por Axa, solo nos superan Turquía y EU.
A los mexicanos, la inestabilidad financiera, la inseguridad laboral, la incertidumbre sobre el futuro, la sensación de inseguridad, las noticias negativas y el uso excesivo de redes sociales nos golpean la salud mental.
Los desafíos crecen cuando 67 por ciento reporta experimentar casos de ansiedad, estrés o depresión. Uno de cada 5 padece un nivel grave o muy grave de una de estas tres dolencias.
A unos minutos del anuncio del presidente de EU, Donald Trump, empezaron las reacciones: el tipo de cambio, los mercados y las acciones de las automotrices se movieron. Regresó el estrés y recordé que apenas hace seis días nos congratulamos por estar en el top 10 del Informe Mundial de la Felicidad.
¿No es contradictorio/sarcástico/extraño padecer estrés, depresión y ansiedad y tener los más altos niveles de felicidad?
En felicidad nos ganan Finlandia, Dinamarca, Islandia, Suecia, Países Bajos, Costa Rica, Noruega, Israel y Luxemburgo.
Los países con los que compartimos niveles de ansiedad, estrés y depresión no están en ese top 10, de hecho, Estados Unidos no está ni en el top 20 y Turquía ocupa el sitio 94.
La felicidad es una emoción y un estado mental. Se concibe como estado mental cuando impera a largo plazo e implica un bienestar psicológico —satisfacción con la vida y el propósito personal—, y la resiliencia emocional.
La depresión socava la capacidad de sentir alegría y suprime —a nivel neuroquímico— la serotonina y dopamina. La ansiedad crea preocupación persistente y bloquea estados emocionales positivos. El estrés inunda el cuerpo de cortisol y altera el sueño. Por cierto, dormir mal cuesta dinero, según el Foro Económico Mundial, puede impactar a un país en alrededor de 3 por ciento de su producto interno bruto (PIB).
La depresión, la ansiedad y el estrés impactan la felicidad. Alarma que dos de cada 10 mexicanos con alguna condición de salud mental se autodiagnosticaron, y de quienes manejan su padecimiento, 29 por ciento opta por la autogestión, según Axa.
En la incertidumbre optamos por crear un ciclo que reduce nuestra resiliencia emocional cuando necesitamos gestionar algunos desafíos como Donald Trump y reconstruir el bienestar.