Panteón de Acatlán de Osorio recuerda la pandemia de cólera

En septiembre de 1827 fue aprobada por el Congreso del estado de Puebla la primera ley sobre establecimiento de cementerios.

Panteón de Acatlán de Osorio. (Andrés Lobato)
Capilla de los Loyola. (Andrés Lobato)
Rafael González
Puebla /

La muerte de más de 500 personas durante el año de 1850 por el brote de cólera morbus, que a nivel mundial reportaba una pandemia, orilló a las autoridades del actual municipio de Acatlán de Osorio a construir su Panteón Municipal.

Según se puede constatar en el libro El cólera morbus en una ciudad de la provincia mexicana. Puebla de los Ángeles en 1833, de Miguel Ángel Cuenya, en 1883, en Puebla, como en casi en gran parte del mundo, se registró una propagación de cólera morbus que orilló a las autoridades de la época a emitir leyes y decretos sobre la responsabilidad que tenían las poblaciones del estado de construir a la mayor brevedad posible cementerios fuera de los poblados, y en lugares opuestos a los vientos que dominen a los asentamientos.

En septiembre de 1827 fue aprobada por el Congreso del estado de Puebla la primera ley sobre establecimiento de cementerios, misma que no se cumplió.

Incluso a comienzos de 1833 todavía no había podido hacerse realidad dicha ley a pesar de que ya se había registrado una primera oleada de contagios de esta bacteria.

Cita Cuenya en su obra que el primer brote en Puebla se registró, como en casi todo el estado, en 1833 reflejo de la pandemia que dio inicio en 1829, habiendo comenzado en la región de Astrakán, en donde había quedado en forma endémica; y que entre 1829 y 1830 cubrió la mayor parte del territorio europeo, y en 1832 “proveniente de Inglaterra” llegó al continente americano, a la provincia canadiense de Québec, desde donde cruzó la frontera de los Estados Unidos; en 1833 alcanzó tierras mexicanas y, en 1837 Centroamérica.

En el caso de Acatlán de Osorio, de acuerdo con una investigación realizada por el cronista acateco Jorge Campuzano Rodríguez, la cual se basó en los archivos parroquiales del citado municipio y del Museo Senén Mexic, misma que difundió a través de sus redes sociales y que de manera reproducimos en este material, de 1830 a 1850, pues la ciudad de Acatlán se vio severamente asolada por brotes de cólera, al cobrar una importante cantidad de víctimas.

Campuzano Rodríguez señala que en el mes de julio de 1850 apareció por segunda vez en la Villa Franca de Acatlán el cólera morbus, enfermedad bacteriana transmitida por el agua que provoca diarrea y deshidratación severas.

En su investigación, apunta que Acatlán fue erguida a Villa por decreto el 29 de junio de 1847, para llamarse entonces Villa Franca de Acatlán.

Además, narra que el ayuntamiento, en aquellos años, acordó establecer un panteón municipal, cuyo terreno costó 200 pesos. Mientras que la barda perimetral se levantó en el año de 1865, al importar entonces 577 pesos.

Por lo que respecta al portal de la entrada del camposanto, da a conocer que este se construyó en el año de 1884.

Aunque el cronista aclara que fue el 22 de mayo de 1850 cuando inició operaciones el Panteón Municipal de la Villa Franca de Acatlán.

Resalta que el 18 de julio de ese año fue cuando sepultaron al primer colérico, para establecerse de inmediato un lazareto (dispensario) con botiquín para atender al alto número de enfermos que empezaron a presentarse.

Esto orilló que el gobierno y los particulares cooperaran con numerario (efectivo), ropa, jabón, alimentos y medicinas, ya que los reportes recuerdan que morían de cuatro a cinco personas diariamente entre ellos el alcalde segundo, un regidor, el maestro de la escuela, y siete presos.

En su escrito plasma que fueron días aciagos ya que todos los días se recogían difuntos en las calles de la Villa Franca, incluso se registraron muchos huérfanos, debido al cólera que mató a sus padres.

De igual forma, difunde que existen registros de que varias casas quedaron vacías pues todos sus moradores murieron debido a la propagación de esa bacteria.

Destaca que de acuerdo con los anales, la peste desapareció en el mes de septiembre y el día 12 del mismo mes se celebró una misa de acción de gracias.

Al día siguiente, 13, realizaron exequias por todos los que fallecieron, alrededor de 500 muertos.

Esa misa la celebró el cura don José Buenaventura de Castro (1820-1853) y que el ayuntamiento mandó comprar a Puebla paño negro para los trajes de los concejales, a fin de asistir uniformados.

En su relato, señala: 

“El ayuntamiento era recibido en el Templo de San Juan Bautista por el párroco quien iba ataviado con hisopo y capa. El alcalde portaba bastón con casquillo de plata y cordón negro de seda, cuando moría un regidor le hacían exequias y si era el alcalde en la pira funeraria se colocaba el bastón como insignia de autoridad”.

Como dato adicional, dice que el 22 de febrero de 1850, a solicitud de algunas personas de la Nueva Villa de Acatlán, se instituyó una sociedad de beneficencia a favor de las escuelas, un hospital, un cementerio, disciplina e instrucción pública a los presos, además de instituir entre el vecindario, valores, moral y respeto. El proyecto fue aprobado por el ayuntamiento y la Junta se instaló el 4 de marzo de1850.

Por último, da a conocer que en el portal del cementerio, localizado en la carretera Internacional número 15, La Palma, colocaron en su parte superior el signo “¡¡0!!”, el cual quiere decir: “Oh Negra Partida”.

Capilla de los Loyola. (Andrés Lobato)

Una capilla entre dos cementerios

Ubicada en el centro de los dos panteones municipales de Acatlán de Osorio, el viejo y el nuevo, se encuentra la Capilla de los Loyola, un inmueble privado, que data del año de 1904 y que se abre cada 2 de noviembre para hacer una misa en la que se conmemora a todos sus difuntos.

De acuerdo con los pobladores, la capilla conserva su pintura original y a la fecha no ha sido retocada ni remozada. Todas sus paredes están realizadas con piedra y está rematada por una cúpula.

Dicho inmueble, que cuenta con un altar mayor custodiado por una imagen del Sagrado Corazón de Jesús y un Jesucristo crucificado, alberga en su sótano los restos de varios integrantes de dicha familia, lo que se puede comprobar por las lápidas que se exhiben en las paredes.

La capilla surgió por iniciativa del señor Pedro Loyola Hernández, quien por esos años hizo un viaje a Roma, Italia, y del país europeo trajo los planos para que se construyera.

Cabe mencionar que en esta capilla se encuentran enterrados más de 20 personas que pertenecen a la familia Loyola que van desde el fundador del inmueble, el citado Pedro Loyola Hernández, quien murió en el año de 1926, así como Joaquín Loyola, Rafaela Loyola y Elena Loyola López, entre otros.

En ese sentido, el recinto forma parte de la riqueza patrimonial y arquitectónica del municipio mixteco, lo cual hacen ver sus pobladores al recordar su historia.

Vale citar que en torno a esta capilla han surgido muchas leyendas, entre ellas de que hay un tesoro enterrado o de que espantan, sin embargo, todo ello como parte del imaginario popular, lo que se complementa con la riqueza gastronómica y cultural del municipio enclavado en la Mixteca.

Cabe señalar que el municipio de Acatlán de Osorio, conocido como La Perla de la Mixteca, se encuentra al sur del estado, aproximadamente a 160 kilómetros desde la ciudad de Puebla por la carretera federal número 190. Un rincón de Puebla que cuenta con diversos patrimonios históricos como el cuadrante “Reloj de Sol” erigido en 1831 en el Templo de San Juan Bautista por el sacerdote José Buenaventura de Castro, el cual está labrado en mármol; el Museo Regional Mixteco y la zona arqueológica denominada El Zapote.

El topónimo Acatlán es de origen náhuatl. Deriva de la palabra ácatl (carrizo) y el locativo abundancial “tlan”, de donde se traduce como “En el carrizal” o “Donde abundan los carrizos” (Lugar cerca de cañas o carrizos).

Asimismo, el topónimo fue impuesto por los hablantes de náhuatl a este poblado de origen mixteco, cuyo nombre original fue Yuku Yuxin, de los vocablos mixtecos primer asentamiento de los proto-mixtecos entre los años 2000 a 1500 antes de Cristo.

Por último, el Códice Tulane hace referencia al glifo de la ciudad mixteca, compuesto por yuku (cerro) y yuxin (joya, azul) para formar Cerro de la Joya o Cerro Azul. Este topónimo aparece registrado en el Códice Tulane, originario de esta localidad. Al nombre náhuatl se le añadió el apellido Osorio en memoria del coronel Joaquín Osorio, que murió combatiendo a los conservadores el 22 de mayo de 1861.

Panteón de Acatlán de Osorio. (Andrés Lobato)


AFM

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